En el Día del Oftalmólogo, que se celebra hoy 13 de diciembre en honor a Santa Lucía, el reconocido oftalmólogo Dr. Marcelo Dayer, profesional con cuatro décadas de trayectoria y una mirada profundamente humana sobre la medicina, repasó varios temas de interés, relativos a su profesión y experiencia, entrevistado por Valeria Torresín (Crespo en Vivo) para la FM de Paralelo32 (93.7). Durante la entrevista, Dayer repasó su experiencia, la evolución del control visual desde la infancia, los desafíos que impone la tecnología y la importancia de la semiología en su práctica diaria.<h2>Una vocación que nació a los cuatro años</h2>Marcelo Dayer recuerda con sorpresa que su vocación parecía estar escrita desde la infancia. “A los cuatro años decía que quería ser oculista”, contó entre risas. Esa intuición temprana se confirmó años más tarde, cuando eligió estudiar Medicina en Rosario y luego especializarse en oftalmología.Su formación combinó la atención de adultos con una intensa experiencia en el Sanatorio de Niños, donde participó de los primeros controles oftalmológicos sistemáticos en recién nacidos y prematuros. “En aquel tiempo recién se empezaba a difundir la importancia de los controles perinatales. Fue una etapa de gran aprendizaje”, rememoró.Después de ejercer en Rosario, en 1995 regresó a Entre Ríos y finalmente se radicó en Crespo, donde lleva ya más veintiocho años de actividad profesional.<h2>¿Oculista u oftalmólogo? Mitos y precisiones</h2>Consultado por una duda común, Dayer aclaró que “oculista y oftalmólogo es lo mismo”, aunque el término popular suele ser más accesible para la gente. También derribó el clásico mito que vincula los ojos claros con mayores dificultades visuales. “No es verdad. El color depende del nivel de pigmento; no determina problemas de visión”, explicó. Además, describió cómo las variaciones lumínicas influyen en la percepción de tonalidades, especialmente en ojos claros.<h2>El fondo de ojo y lo que revela en segundos</h2>Uno de los temas que más interés despertó en la conductora fue el famoso ‘fondo de ojo’, una práctica que muchos desconocen o postergan. Dayer detalló su enorme valor clínico: “El fondo de ojo debería ser un estudio de rutina. En pocos segundos podemos observar la retina, el nervio óptico, las arterias y venas centrales, y detectar signos de hipertensión, diabetes, enfermedades reumáticas, inflamaciones o incluso parasitosis”.A través de la lámpara de hendidura —“el estetoscopio del oftalmólogo”— pueden identificarse señales que permiten diagnosticar patologías generales más allá de la visión.<h2>Las pupilas y su lenguaje silencioso</h2>Otra consulta frecuente son las pupilas dilatadas. Dayer explicó que la dilatación puede tener múltiples causas: inflamaciones, afectaciones neurológicas, alteraciones en el sistema simpático o incluso cuadros virales o bacterianos. “Casi siempre es un ojo el que se dilata. Pero también puede ocurrir lo contrario: una pupila está normal y la otra contraída. Por eso un examen con linterna ya nos orienta”, puntualizó.<h2>La consulta médica como investigación</h2>Dayer hizo hincapié en el rol integral del oftalmólogo: no es simplemente el profesional que “da lentes”. La consulta, dice, es un proceso de investigación. “La medicina es como investigar un crimen. Uno debe preguntar, buscar el origen del síntoma, interpretar signos. A veces el paciente viene por anteojos y terminamos detectando diabetes o hipertensión sin diagnosticar”.Por eso insiste en la importancia de la historia clínica: saber si el paciente toma medicamentos, si tiene enfermedades previas o si dejó de controlarse.<h2>Una nueva epidemia silenciosa</h2>Uno de los tramos más contundentes de la entrevista fue cuando abordó el uso de pantallas y su impacto en niños y adultos. Para Dayer, la tecnología está generando trastornos visuales y neurológicos a edades impensadas.“Hoy vemos chicos de dos o tres años con síntomas de adultos que trabajaron toda la vida frente a un monitor. La velocidad del celular es adictiva. Y esa adicción evita que los niños desarrollen su imaginación, afectando las conexiones neuronales que deberían formarse en la primera infancia”.Además, explicó que defectos visuales leves —como astigmatismos o pequeñas miopías— antes no producían síntomas, pero ahora sí, debido al uso constante de dispositivos.<h2>Tecnología al servicio del diagnóstico</h2>El doctor destacó también los avances tecnológicos disponibles en su clínica: tomógrafos, topógrafos, campimetría, retinografía con y sin dilatación. Aunque resaltó que los estudios deben pedirse con criterio clínico. “No se trata de ‘pedir por pedir’. Primero hay que pensar qué se está buscando y luego elegir el estudio que confirme esa sospecha”.<h2>Docencia y pasión por aprender</h2>Antes de despedirse, Dayer recordó su paso como docente universitario, experiencia que considera fundamental en la formación de cualquier médico. “Enseñar te obliga a prepararte, a ordenar ideas, a estar actualizado”, afirmó.La entrevista dejó en claro que, además de su vasta trayectoria, el Dr. Dayer conserva la curiosidad, la dedicación y la pasión que lo llevaron a soñar con esta profesión desde los cuatro años. Su mensaje central es simple pero poderoso: la salud visual se cuida con controles, con criterio médico y con responsabilidad frente a la tecnología.

La salud visual y todo lo que el ojo puede revelar

&nbsp;** ¿Qué pasó? Apenas ayer soñábamos con tener quince años y nos parecía que ese momento tardaba demasiado. Hoy nos levantamos a la mañana y salimos a buscar por los rincones dónde fue que se escurrió la vida. Es como que en un cachetazo de almanaque San Pedro me picó el boleto y me lo pegó en la frente con un cartelito de “ya fuiste”, agarrá el mono y enfilá hacia la puerta del túnel de Víctor Sueiro. ¿A usted no le pasa? De yapa el sistema nos dice que se debe librar al mundo y al Anses de los que ya tuvieron su oportunidad, y San Pedro sigue tildando en la lista con la apatía de quien lee siempre el mismo misal.&nbsp;** Todo pasa muy rápido. ¡Me resisto a creer que en pocos días más será Navidad! A mí que me expliquen. El tiempo no me dio tiempo ni para guardar los soplillos del arbolito que… ¡mirá si serán viejos que son de industria argentina! &nbsp;Exijo una oportunidad, otra más y después otra más. Yo soy el nuevo don Carlos Bione, que al brindar frente al Año Nuevo decía: “Solo le pido a Dios que me dé un año más de vida”. ¡Pero nooo, tío, si usted está fuerte como un roble, ¿cómo que un año más?! “Es que todos los años le pido lo mismo, m’hijo”. El hombre venía pidiendo prórroga y vivió cien años, pero igual le pareció que su vida había durado lo que una polilla, o una ameba, que apenas llegan a asombrarse del milagro de la luz, expiran felices de haberla conocido.&nbsp;** Toda nuestra vida transcurre en un “apenas ayer”. Basta con volver la cabeza para vernos ahí, como si fuera hace un ratito, andando en bici metidos por debajo del caño, o sujetando el corazón para no morir al paso de la chica que nos dejaba sin palabras. Ellas pueden decir lo mismo; apenas ayer -a un segundo de memoria- se llenaban de mariposas por ese chico que nada les decía y no estaba bien visto que ellas tomaran la iniciativa. El primer día de aula, primer día de trabajo, aquel triunfo de nuestro equipo, el primer asombro, la primera decepción, el primer fracaso, el primer triunfo, el amor, todo sucedió hace tan poco que sigue aquí.<h3>La Navidad tan esperada de los chinos&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** Pero aquí vamos. Vueeelta a sacar los soplillos de la baulera, esos que ya nadie mira por estar muy vistos; esos de industria nacional y popular y bien argentina y viva la soberanía, el papa Francisco, Zulma Lobato y los mapuches, carajo. Ante algunas miradas de desaprobación, resolvimos en la familia recurrir a la compra online de objetos decorativos chinos, preferentemente lumínicos y tan colorinches, tirando a kitsch-rococó, como les gustan a esa buena gente. Protesto: ¿desde cuándo los colorinches luminosos de los chinos son los nuevos símbolos navideños de occidente?, pero ya sabemos cómo son estas cosas, cuanto más lento te movés, menos razón tenés… No fue fácil, pero todo transcurrió en paz.** He comprado basuras por marketplace, lo reconozco, y en cada oportunidad sentí que en algún lugar del planeta un chino se estaba c… de risa de mí. Esta vez no fue diferente. Comprando según catálogo virtual que nos mostraba adornos espectaculares y guirnaldas LED increíbles, entramos como renos a meter chafalonías al carrito. ¿Cuánto tardarán en recorrer los 19.348 km que separan a Beijing de Buenos Aires, más los 500 km hasta mi puerta? ¿Qué tan especial es, para venir de tan lejos? Pero llegó. La guirnalda que nos había generado mayor expectativa tenía solo tres metros de cable. Nos planteamos si no nos daría más luz dejar abierta la puerta de la heladera. Con otras gangas y super ofertas se presentó un problema de enchufe, que necesitó la combinación de dos adaptadores de industria nacional, que nos costaron lo que el vitel toné y todos los platos fríos de Nochebuena (porque aquí, nada de olor a chancho horneado en una noche tan glamorosa).<h3>Puede fallar&nbsp;&nbsp;</h3>** Otra: Contra todas las advertencias me jugué a comprar una oferta (precio regalado), que decía “tamaño real”. Era un reno que supuestamente iluminaba el jardín. Llegó el reno… y menos mal que lo tomamos con humor. ¿Tamaño real de qué? ¿De Playmobil? &nbsp;Lo metimos en una caja de zapatos y fue a parar a la baulera, que se re banca los trastos inútiles desde hace décadas. Además, el reno venía para armar y las instrucciones estaban en chino mandarín.** Igual, es encantador el momento de armar todo en familia. Se buscan los lugares más apropiados, se cuelga todo con dificultad, y finalmente… la hora de probarlos. Enchufás y nada, ni un guiño. Te vas con las cajas y sus instructivos a que te los traduzca el chino del autoservicio, y él, cuando llega a entender tu problema, te explica que esas luces vienen con un fusible y cuando crepó, crepó, no tiene repuesto. La bronca que te da es cuando el tipo mira hacia el norte con su mejor sonrisa y sus ojos como puñalada en la chapa, pulgar arriba, como felicitando a sus hermanos tan capos para joder al maldito mundo capitalista.** Nunca me asomé a Tinder (aplicación de citas para conocer gente nueva para una relación), pero me da como que, los que interactúan ahí, tienen en definitiva las mismas intenciones que la industria china con nosotros.<h3>Razonamiento póstumo &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** No quiero parecer pesimista, después de todo millones de personas en el mundo compran chino y por lo general no nos queda otra opción, salvo Vietnam, Indonesia, Malasia y otros orígenes de las zapatillas y otros pangolines, pero, el problema de las compras y las citas online se parecen mucho. Te muestran el envase y cuando lo desenvolvés recién sabrás que el galán que te sedujo por Tinder pesa el doble de lo que parecía en la imagen fotoshopeada, le crecen pelos en la oreja, tiene mal aliento, anda sin laburo y le gusta escuchar a Arjona.** En fin; cada quien compra como le queda más cómodo o a mejor precio. Todo legal y bastante obvio. El nuevo mundo está aquí para quedarse, crecer y ganar espacios, y nos pide coherencia. ¿En qué sentido? En saber que uno de los títulos más comunes en la prensa son y serán en adelante: “crisis en el sector laboral”. En competencia con la robótica, la mano de obra, como se sabe, será cada vez menos necesaria. Si además vamos a comprar todo en el exterior mediante marketplace (comercio electrónico), los que van a necesitar más obreros son ellos. Entonces, hay que sincerarnos, si vamos a estar comprando desde los calzoncillos hasta los zapatos o la heladera en los centros comerciales virtuales fuera del país, lo menos que podemos hacer es no ser hipócritas mostrándonos sensibles con los que están perdiendo el laburo en nuestras casas de comercio o en las fábricas.** Aparte de esto, gracias a Dios, la vida pasa felizmente si hay amor (Por siempre Aguilé).

¡No me digas que a vos también te pasa!

&nbsp;** En alguna de las entregas de El Mangrullo -una de las casi dos mil- nos referimos al ignoto pueblo de Sakerment, un lugar -el mío, el tuyo, el de ellos- donde las contradicciones no solo son algo cotidiano, normal, sino que imprescindibles. Un inversor que vino de afuera, un tal Evidencio Contrera, que la vió, construyó un edificio de tres pisos, máximo permitido. Alquiló para una ferretería la planta baja y destinó primero a vivienda y en el tercero instaló un restaurante. Obviamente con ascensor externo de buena capacidad.&nbsp;** Ascensor con tecnología, un adelanto para la época, que aprovechó para sus excentricidades. Le puso nombre y todo. Quien levantaba la vista podía ver un plotter bien visible: “Ascensor honesto”. Los usuarios ingresaban intrigados pensando en el significado, y no tardaban en comprenderlo. En cuanto se cerraba la puerta, se activaban audios con voz tribunera tipo: “mejor usá las escaleras, con esa busarda y el paso lenteja, te falta training”.&nbsp;** Te podía causar gracia, bronca, o ganas de pelearte con el tipo en cuanto aterrizabas en el comedor, por su grosero atrevimiento de meterse en el mantenimiento físico de los demás ¿¡quién se cree que es para…!?. En fin, preguntas que debían hacerse antes, cuando les pareció divertido que se llamara ‘Restaurante del arrepentimiento’, con una especie de eslogan al pie: ‘Solo servimos los platos que juraste no volver a comer’.<h3>Otros celebrados emprendimientos</h3>** Te hablo de cuando el saco y la corbata eran de uso corriente, con lo que los sakermentinos guardábamos cierta formalidad. Y siendo formales no podíamos reírnos de semejantes zafadurías, falta de consideración con los clientes. Pero el mismo Evidencio fue autor de varios emprendimientos más.** Fue el creador del Museo del Aire Limpio, donde se exhibían frascos con aire de distintas décadas, en una escala de puros a impuros. En algunas etiquetas se hacían constar incluso aromas ambientales; entre otros: a horno de panadería por la madrugada; a flor de nardo, a noches de carnaval, a zaguán. Algo incomprobable porque nadie podía destapar los frascos por razones obvias.Cierta vez apareció un personaje en el pueblo, convocado por él. Un sicólogo para plantas: ¿qué rol cumplía? Antes de ser expulsado del pueblo atendió a pacientes que fueron más por curiosidad que necesidad. Uno le llevó un ficus que se le había muerto: “Este doloroso deceso, que podría configurar un delito, se produjo porque usted ignoró a este encantador ficus durante 24 horas. No soportó la indiferencia y palmó, espichó. Para quitarse la culpa por esa injusta muerte, tendrá que venir usted a cinco sesiones más. No atendemos obras sociales, solo Pami pagando un coseguro de 50 lucas por sesión”, le dijo a un vecino de mi cuadra en una tórrida tarde de verano.** Evidencio tenía además una funeraria con ideas muy evolucionadas. Incluía, por ejemplo, el servicio de una clac para los aplausos cuando la familia temía que nadie despediría con fervor a su finado; e incluso a un tipo (opción una tipa) que pronunciaba un fervoroso discurso destacando las cualidades morales y filosóficas del difunto (hasta que alguien se avivó de que leía siempre el mismo texto). Tenía distintos planes de opción, obviamente, la opción B contemplaba acciones más modestas, utilizando una grabación con aplausos que se escuchan por dos altavoces puestos en el techo del coche fúnebre, y en vez de discurso, el mismo encargado de la grabación y otros menesteres, rezaba un Ave María.<h3>Y llegó el libre albedrío digital</h3>** Digamos las cosas como son. A pesar de aquellas particularidades, Sakerment siempre se caracterizó por la alta tolerancia entre sus habitantes, donde se saludaba con cortesía aunque se pensara mal del otro, hasta que se inventaron las redes sociales en el presente siglo, donde floreció el verdadero alter ego de las personas y no hay moderadores que alcancen para tanta infamia espontánea, que se expresa con la punta de los dedos conectados directamente a la parte menos reflexiva del cerebro.** Desde entonces, cualquier vecino o vecina del pueblo puede convertirse en víctima propiciatoria, o en victimario. Pasó la tormenta y el tipo publicó que, como el ventarrón vino del este, le arrancó la puerta de tejido mosquitero del fondo. Basta con que una sola persona se solidarice con él en Instagram o Facebook, para que otros (incluye a otras, que pueden ser más bravas todavía) se arrimen a la mesa sin esperar invitación, para escribir que eso les pasa por no calentarse en atornillarla bien, porque hay que ser muy inútil para no darse cuenta…** … Otros comentarán sobre el pucho: lo que pasa es que contratan a chambones para hacer las cosas; compran barato y ahí tenés el resultado; lo vi una vez en mi vida al tipo y me di cuenta que estaba para que cualquier vientito le volara la puerta de fiambrera; y otra comentarista espontánea que achaca a la mujer del tipo, que no pasa el plumero y las arañas le habrán comido las bisagras (escribirá: abran y visagras), además se gasta la plata de la Copa de Leche para los chicos en hacerse las uñas… etcétera.<h3>El contrapunto sin fin ni razón&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</h3>** …Y ahí ya cambia de rumbo el tema, que virará para el lado de los chicos, o que el matrimonio tienen tres perros y los gurises galguean. Hablando de galgos, ni te cuento lo flaca que está la madre de esa mina, no le dan de comer pobre vieja… Y vos qué hablás, si a tu vieja la tenés a mate y galleta después que te dio la vida… Y a partir de ahí la batalla de los/las que gustan cuerear mientras dilapidan las costosas horas de sus vidas, puede bifurcarse por tres caminos: las suegras, las galletas oreadas que le enchufaron en la panadería, o el precio de la yerba. Ahí ya se empieza a mentir a cuál consigue más barata la Playadito, cantando cada vez más bajo en función de jactarse por saber comprar mejor, o para desacreditar al supermercado que le cae mal porque no le da bolsitas o se las cobra. &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;** Evidencio ya no está, se lo llevó el siglo pasado. Causa de su deceso: decepcionado consigo mismo. Había cambiado el rubro de restaurante por el de un “Café para discutir con uno mismo”. Una mesa, dos sillas. Admisión: una sola persona por mesa. La gente iba, se auto saludaba, hablaba sola, discutía consigo mismo, se reconciliaba o no, se retiraba vencida o triunfante. Incluso algunos clientes se enamoraban de sí mismos y reservaban mesa para la semana siguiente. En un mal día, Evidencio salió de atrás del mostrador para ocupar una silla. Saludó a su otro yo en la silla de enfrente y el otro yo le dijo: Sos un pelotudo.Fue todo, no se supo más de él.

Más historias sobre el pueblo de Sakerment

&nbsp;Hay historias que se vuelven grandes en silencio. Historias que, sin proponérselo, retratan la vida rural, el temple de su gente y el compromiso que hace que una escuela de campo siga latiendo. Una de esas historias es la de Matilde Adelina Aranda, cocinera de la Escuela Nº 109 “Granaderos de San Martín” de Lucas Norte, quien acaba de jubilarse tras 32 años de trabajo. 32 años en los que, todos los días, viajó al establecimiento educativo a caballo.&nbsp;Oriunda de Lucas Sur, llegó a Lucas Norte hace 45 años, cuando su esposo consiguió trabajo en la zona. Allí echó raíces, crió a sus tres hijos y, en 1993, comenzó a trabajar en el lugar. “Se jubiló la otra cocinera y ahí empecé yo. Yo le hacía la suplencia”, recuerda con naturalidad, como si aquel inicio no hubiera marcado el comienzo de una vida entera dedicada a la institución.Su forma de llegar al trabajo fue, desde el primer día, parte inseparable de su rutina. No fue por romanticismo rural, sino por necesidad. “No tenía moto, no tenía bicicleta, no tenía nada. Tenía caballo nomás, así que a caballo”, cuenta a El Pueblo. Y así fue durante más de tres décadas, hasta fines de noviembre pasado.Matilde salía de su casa todos los días a las siete de la mañana, pero su jornada comenzaba mucho antes: “Me levantaba a las cinco, cinco y media… hacía alguna tarea hogareña y después ya me iba”. El trayecto llevaba entre media hora y 40 minutos, cruzando caminos rurales que muchas veces la sorprendieron con lluvias o tormentas. “Varias veces me cazó la lluvia de camino, pero me venía igual”, dice sin dramatizar, acostumbrada a los rigores del campo.A lo largo de esos años tuvo tres caballos como compañeros de ruta. El primero, con un nombre inolvidable: Che Guevara. “Era medio rebelde”, confiesa entre risas. Luego llegó La Torcaza, “una tordilla mansa”. Y finalmente Loguna, su última yegua. “Desde chica me gustó andar a caballo”, evoca, como quien explica que lo que para muchos sería un sacrificio, para ella es parte de su manera de vivir.Dentro de la Escuela Nº 109, Matilde era mucho más que la encargada de las ollas. Preparaba el desayuno, la copa de leche, el almuerzo y acompañaba los horarios cambiantes de la jornada escolar: “Todos los días cambiaba el menú, pero una vez a la semana les hacía guiso de arroz porque era lo que más les gustaba”. Ese guiso, tan sencillo como nutritivo, seguramente quedará grabado en la memoria de generaciones de chicos del paraje.A lo largo de estos 32 años de labor ininterrumpida, fue testigo del cambio demográfico rural. “Cuando yo empecé eran 35 chicos, ahora quedaron ocho”, recuerda. Aun así, la institución educativa siempre se mantuvo sostenida por la cercanía de las familias: “En esta escuela sí están muy presentes todos”.Hoy, ya jubilada, Matilde sigue viviendo en el campo, rodeada de sus animales y proyectos tranquilos. “Por ahí hacer algún viajecito de jubilada”, desliza con una sonrisa que se adivina del otro lado del teléfono. Su familia se mantiene cerca: un hijo en Villaguay, una hija en San Salvador y la más joven aún en el hogar.Sigue montando a caballo “todos los días”, aunque sin aquella obligación del reloj y las distancias largas. Afirma no tener grandes anécdotas de sobresaltos en sus viajes, apenas la constancia silenciosa de quien cumple con su tarea sin buscar protagonismo.Cuando la conversación llega a su fin, agradece con la misma humildad con la que vivió su trabajo. “Muchas gracias, muchas gracias”, repite. Y no se puede más que pensar que esas palabras, simples, contienen la nobleza de una vida entera de esfuerzo.Matilde Aranda se jubiló, pero su historia -esa mezcla de esfuerzo, rutina rural y cariño por una escuelita de campo- queda como ejemplo de las mujeres y los hombres que sostienen a las pequeñas comunidades en el corazón de Entre Ríos. Una historia que, como tantas en el campo, se cuenta despacio… y a caballo.

La cocinera de campo que se jubiló sin buscar protagonismo, pero con historia propia

&nbsp;Una vez más, un hijo de Villaguay se prepara para escribir una nueva página de historia. Oscar Heredia, quien desde hace varios años reside en el departamento de Concordia, emprenderá este sábado 29 de noviembre su viaje rumbo a Guandacol para iniciar su quinto cruce de los Andes a lomo de mula, siguiendo las rutas que recorrieron los patriotas durante la gesta independentista de 1817.&nbsp;La travesía comenzará oficialmente el 1° de diciembre desde la localidad riojana de Guandacol y llevará a Heredia por el histórico Paso Comecaballos, uno de los caminos más altos, exigentes y simbólicos utilizados por el Ejército de los Andes en su campaña libertadora.<h2>Un viaje físico, histórico y emocional</h2>En diálogo con El Pueblo, Heredia compartió detalles de su preparación, su motivación y el profundo sentido que le otorga a estas expediciones. “Para nosotros los sanmartinianos, difundir estas travesías es más que un desafío físico; es una manera de que las nuevas generaciones conozcan la epopeya de 1817 y comprendan la valentía y el sacrificio de quienes lucharon por nuestra independencia”, expresó.El itinerario que afrontará es tan exigente como fascinante. Partirá desde el refugio Puerta del Leoncito, en Guandacol; continuará hacia Pastos Amarillos; cruzará las planicies intermontanas para llegar a los llanos de El Fandango; descansará en Pastillos; y finalmente ascenderá por las alturas de Comecaballos hasta alcanzar el hito internacional que marca el límite con Chile. Cada tramo constituye no solo una prueba física, sino también un viaje en el tiempo y una experiencia íntima con los imponentes paisajes cordilleranos.<h2>Condiciones extremas y espíritu de equipo</h2>Heredia destacó la dureza del desafío: “Los contingentes deben dormir a la intemperie, enfrentarse a condiciones climáticas durísimas y atravesar lugares desolados y solitarios, donde la montaña impone respeto y exige disciplina, resistencia y colaboración”, explicó. “Cada jornada es un ejercicio de valentía y esfuerzo colectivo, donde la experiencia humana se entrelaza con la historia que evoca”, agregó.Desde su Villaguay natal —ciudad que lleva con orgullo en el corazón— Oscar ya ha completado múltiples cruces cordilleranos siguiendo los pasos de distintos generales del Ejército de los Andes. Cada experiencia reforzó su propósito: transmitir valores, mantener viva la memoria histórica y compartir estas vivencias con quienes lo siguen y admiran.<h2>Un embajador de la historia</h2>Comprometido con la comunidad, la cultura y la educación, Heredia convierte cada expedición en un ejemplo de coraje y perseverancia. Su iniciativa demuestra que el turismo puede tener un profundo carácter histórico y educativo. “Lo más hermoso de estas travesías es poder vivir la historia en primera persona, compartir con compañeros de ruta y sentir el legado de San Martín en cada paso y cada subida”, expresó ante El Pueblo.<h2>Rutas históricas recorridas</h2>A lo largo de su trayectoria, Heredia atravesó algunos de los pasos más emblemáticos utilizados por los generales del Ejército de los Andes:<ul><li>Paso del Portillo (Tunuyán, Mendoza), recorrido por el Gral. Lemos.</li><li>Paso de Uspallata (Mendoza), utilizado por el Gral. Gregorio de las Heras.</li><li>Paso Valle de los Patos (San Juan), ruta del propio Gral. José de San Martín.</li><li>Paso de la Honda (San Juan), transitado por el Gral. Estanislao Soler.</li></ul>Cada uno de estos cruces representó para Oscar no solo un desafío físico, sino una experiencia de profunda conexión con los próceres que forjaron la independencia.Con este quinto cruce de los Andes, Oscar Heredia se consolida como un verdadero embajador de Villaguay y un incansable difusor del espíritu sanmartiniano. Su misión recuerda que la historia se vive, se recorre y se transmite, y que aún hoy hay quienes dedican su vida a mantener encendida la llama de los héroes que construyeron nuestra nación.

Oscar Heredia inicia su quinto cruce de los Andes a lomo de mula: una travesía para mantener viva la historia

&nbsp;Circula desde hace algunos años una hipotética conversación en un supermercado de la ciudad, que ha encendido la reflexión sobre la sostenibilidad, confrontando las percepciones actuales con las costumbres de generaciones pasadas.&nbsp;El diálogo imagina a una joven cajera y una adulta mayor y expone cómo la ecología era parte integral de la vida diaria, sin el rótulo de "movimiento verde".El intercambio comenzó cuando la cajera sugirió a la señora mayor que fuera más cociente del daño ambiental y usara bolsas reutilizables, no las de polietileno. La respuesta de la mujer, lejos de ser una disculpa, se convirtió en una enumeración de prácticas cotidianas que, si bien no se denominaban "ecológicas" en su momento, representaban una forma de vida inherentemente sostenible.La mujer mayor recordó cómo en su juventud se devolvían al almacén las botellas de leche, refresco y cerveza, para su lavado, esterilización y reutilización. "Eso sí era reciclar de verdad", afirmó. Las bolsas de papel marrón que les daban en los comercios servían luego para forrar libros escolares y otras múltiples funciones, destacando la práctica de la reutilización.La gente subía escaleras en lugar de usar escaleras mecánicas y caminaba para hacer sus compras en lugar de encender vehículos para distancias cortas. La ropa se pasaba entre hermanos, evitando la compra constante de prendas nuevas, y los pañales eran de tela, lavados y secados al sol y al viento, lo que hoy se reconocería como energía solar y eólica.En los hogares de entonces, la tecnología era limitada: una sola radio, televisores pequeños y en la cocina no existía el uso masivo de electrodomésticos. Para los envíos frágiles, el papel de periódico reemplazaba al telgopor, y el césped se cortaba con máquinas manuales. El agua se bebía directamente del grifo, no de botellas de plástico, las lapiceras eran recargables y las maquinitas de afeitar de hojas intercambiables. Los chicos solían ir a la escuela a pie, en bicicleta u ómnibus, sin la dependencia de vehículos familiares.La mujer concluyó su exposición con una sonrisa: "Tal vez, querida, éramos más ecológicos de lo que crees".Esta anécdota invita a la sociedad a revalorizar las lecciones del pasado y considerar que la sostenibilidad no es solo una tendencia moderna, sino una forma de vida que ya existía. La reflexión apunta a que las generaciones anteriores, aunque no militaran en ONGs ambientalistas, practicaban una vida de consumo consciente y respeto por los recursos naturales.

¿Cuál generación contaminó o contamina más?

&nbsp;A veces basta detenerse unos minutos junto a un arroyo para comprender lo esencial: ese hilo de agua que serpentea entre pastos y piedras no es solo parte del paisaje, es vida en movimiento. De él depende el correcto escurrimiento, los suelos, las plantas, los animales y, en definitiva, nosotros mismos. Sin embargo, su fragilidad es tan grande como su importancia, y cada vez más amenazada por el descuido humano.&nbsp;El agua de los arroyos cumple funciones que muchas veces pasan desapercibidas. Regula el clima local, alimenta los acuíferos, transporta nutrientes, sostiene la biodiversidad y permite que las comunidades rurales se desarrollen. Pero cuando arrojamos basura, vertidos industriales, aceites minerales o agroquímicos, alteramos ese equilibrio natural que tardó siglos en formarse. Lo que parece una simple corriente puede convertirse en un canal contaminado incapaz de sostener la vida.Protegerlos no requiere grandes gestos, sino pequeñas acciones constantes: no arrojar residuos, evitar el uso de productos contaminantes, cuidar las franjas de vegetación ribereña, denunciar los vertidos ilegales y promover en las escuelas la educación ambiental. Cada vecino puede convertirse en guardián de su arroyo.También los municipios, los productores rurales, las industrias, tienen un papel clave. La planificación urbana debe respetar los cauces naturales del agua y no cubrirlos con cemento, como si fueran un obstáculo. En las zonas agrícolas, el manejo responsable de los suelos y de los efluentes es fundamental para evitar que los nutrientes y pesticidas terminen en el cauce, y a la industria con efluentes le cabe la misma responsabilidad.Los arroyos son parte de nuestra identidad y de nuestra memoria colectiva. Muchos pueblos crecieron a su vera y todavía guardan los chapuzones de verano, las tardes de pesca o los juegos de infancia. Recuperar esa relación afectiva con el agua es el primer paso para protegerla.Porque cuidar los arroyos es cuidar la vida. No hay futuro posible sin agua limpia corriendo por ellos, recordándonos que todo lo que fluye —como el tiempo, como nosotros— necesita ser respetado para seguir existiendo.

Cuidar el agua de nuestros arroyos, una tarea de todos

&nbsp;El arsénico presente en el agua es uno de los contaminantes más habituales en la geografía argentina y un enemigo, generalmente silencioso y efectivo contra la salud de la población.&nbsp;La ingesta sostenida en el tiempo de aguas contaminadas con arsénico incrementa el riesgo de padecer un cuadro clínico tipificado como Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE). Su falta de tratamiento genera patologías como el cáncer de pulmón o de laringe, tos crónica o persistente y fibrosis pulmonar.&nbsp;La contaminación por arsénico es natural e histórica. Los valores cuantificados no cambian demasiado con el tiempo. La presencia de arsénico puede varias según la profundidad del pozo del cual se alimenta una vivienda o una red local de agua.<h2>Investigación científica</h2>El Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA, universidad privada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) presenta el Mapa de Arsénico (<a href="https://mapa-de-arsenico.web.app/">https://mapa-de-arsenico.web.app/</a>), una herramienta esencial para monitorear la presencia de arsénico en el agua de diversas regiones del país. Es un estudio que viene desarrollando la institución y se transformó en un referente científico en la materia.El Mapa de Arsénico es una herramienta interactiva que permite monitorear la presencia del contaminante en aguas subterráneas y superficiales. Con más de 350 muestras analizadas hasta la fecha (muchas con niveles por encima de los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud), ITBA advirtió que la exposición al arsénico podría afectar a más de 4 millones de personas en nuestro país.El mapa fue desarrollado bajo la supervisión del doctor Jorge Daniel Stripeikis y con mediciones del doctor Jhon Alejandro Ávila, del Laboratorio de Ingeniería Química y Medio Ambiente (Liqma) del ITBA. La última actualización contó con el trabajo de la estudiante de Ingeniería Informática Lucía Digón, quien incorporó mejoras en la visualización y carga de datos.“La contaminación por arsénico es mayoritariamente natural y obedece a fenómenos que se produjeron hace millones de años cuando se levantó la estructura de lo que hoy conocemos como la Cordillera de los Andes. En nuestro país, las áreas geográficas más damnificadas con este fenómeno son el 70% de la provincia de Buenos Aires, particularmente el corredor de la ruta 5, como son las localidades de 9 de julio, Bragado, Casares y Trenque Lauquen, y también zonas aledañas a Mar del Plata. Además, se encuentra en todo el sur de Córdoba y Santa Fe; en La Pampa y Mendoza. En el norte, en particular Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa”, detalló Stripeikis.<h2>Tres colores</h2>Para una interpretación fácil a mano de cualquier persona, el Mapa de Arsénico expone cada medición con un color seleccionado:• Verde (baja o nula cantidad de arsénico, agua potable) que implica mediciones seguras por debajo de 10 ppb (partes por mil millones). Es agua segura para consumir según los valores máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud.• Amarillo: 10 a 50 ppb. Precaución. Se deben completar estudios para decidir si consumiendo agua con estos valores, aumenta la posibilidad de desarrollar cuadros de enfermedades como el HACRE.• Rojo: Mayor a 50 ppb. Peligro. No consumir para ingesta directa y cocción de alimentos. Reemplazar por otra fuente de agua segura.<h2>Qué pasa en Entre Ríos</h2>En Entre Ríos se detectó agua con concentración de arsénico en tres localidades: Gualeguaychú, Gualeguay y Urdinarrain, en la costa del Uruguay; y en dos comunidades rurales: Cuatro Bocas (delta en el Departamento Victoria) y Estación Escriña, Junta de Gobierno cercana a Urdinarrain.La lista de mediciones en Entre Ríos incluye 17 puntos en verde (agua segura) y cinco en amarillo (precaución para el consumo).<h4>Las mediciones seguras se lograron en:</h4>• Dos en la ciudad de Paraná: 3,59 ppb y menos de 1ppb, ambas en agua de red;• Victoria: menos de 1ppb en agua de red;• Maciá (Departamento Tala): 2 ppb, agua de red;• Tres mediciones seguras en Gualeguay: 3,94 ppb (agua de pozo); 6,15 ppb y 2,32 ppb, sin consignar fuente (red o pozo);• Gualeguaychú: 7 ppb (agua de pozo);• Pueblo Belgrano: 4 ppb (agua de pozo);• Concepción del Uruguay: 2,8 ppb (red);• Colón: menos de un ppb (red)• Arroyo Barú: 3,05 ppb• Concordia: cuatro mediciones en la ciudad de menos de un ppb en tres, un ppb la restante;• Chajarí: menos de un ppb (agua de pozo)<h4>Los valores en amarillo están en:</h4>• Estación Escriña (departamento Gualeguaychú): 19 ppb (agua de pozo, dato de 2024);• Urdinarrain (departamento Gualeguaychú): 12,14 ppb (agua de red, dato de 2015);• Cuatro Bocas (Victoria, delta): 29 ppb, la más alta en la provincia, agua de pozo, dato de 2024;• Gualeguaychú: 10 ppb, agua de red, dato de 2025. Esta medición está a menos de mil metros de una medición verde en agua de pozo;• Gualeguay: 10,4 ppb (sin indicar fuente, red o pozo) a pocas cuadras de dos mediciones seguras. Todos los datos de esta ciudad corresponden al año 2012.<h2>Faltan más datos</h2>Desde 2012 se han acumulado mediciones en Entre Ríos y el resto de las provincias. Las últimas mediciones fueron obtenidas entre fines de 2024 y mediados de 2025. En general, la concentración de arsénico no varía por lo que una medición con más de diez años sigue siendo estadística y científicamente válida para sostener conclusiones generales.Un dato negativo que surge del mapa y del estudio de ITBA es que falta cubrir con más datos sobre concentración de arsénico toda la geografía entrerriana. Por ejemplo, no hay información (no al menos en este estudio que se plantea el objetivo de monitorear todo el país) sobre Paraná Campaña, Diamante, La Paz y todo el norte, Villaguay, Nogoyá, San Salvador e Islas del Ibicuy. Y en los departamentos donde hay información es poca la recabada.<h2>Dónde dirigirse por sospechas</h2>Si una persona sospecha sobre el nivel de arsénico del agua que consume, puede enviar una muestra en botella plástica chica de agua mineral al ITBA o entregarla personalmente en la sede de la institución universitaria. Por más información y para completar formulario: <a href="https://forms.gle/udKUGiJbQJv5ScYU6">https://forms.gle/udKUGiJbQJv5ScYU6</a>Desde la institución aclaran que “las muestras se miden por lotes, es decir, una vez tengamos un número significativo de muestras se procede a su medición. Cuando esto de lugar, nosotros le estaremos comunicando los resultados vía correo electrónico como dato y se estarán cargando en el mapa con la ubicación suministrada”.

Salud pública: El semáforo del arsénico en Argentina y Entre Ríos

&nbsp;Crespo.- La profesora en Letras Milena Frank, oriunda de Crespo, es una importante investigadora de la Literatura Clásica Grecolatina, en especial del género de las fábulas, sobre el que está desarrollando su tesis doctoral. Alumna primero, y docente e investigadora ahora, de la Universidad Nacional del Litoral, Milena, junto a su directora de tesis, Ivana Chialva, estuvieron en septiembre en la ciudad austríaca de Graz, donde participaron y expusieron en la Conferencia Internacional ‘Enfoques Narratológicos sobre las fábulas antiguas’, organizada por la Universidad de Graz.&nbsp;Graz es la segunda ciudad más importante de Austria (300 mil habitantes, capital del Estado de Estiria) y un importante centro de estudios literarios clásicos. En la conferencia se presentaron trabajos de especialistas de todo el mundo, con expertos de Estados Unidos, Alemania, Chipre, Austria, entre otros países.<h2>Textos antiguos</h2>“Las fábulas no son textos muy trabajados dentro de los Estudios Clásicos, quedaron como muy relegados. Creo que eso se debe a que están muy asociados con la infancia, menospreciados, más asociados a la educación escolar”, inició la charla con Paralelo 32, explicando el tema de su interés.– ¿Cuál sería una fábula antigua famosa que no sabemos que proviene de esa época?-- Por ejemplo, la fábula de la hormiga y la cigarra. Fue contada hace más de dos mil años. Esopo, que introdujo la fábula en la cultura griega, aparentemente ya tuvo influencias de la cultura mesopotámica, sumeria. Son textos antiguos que se siguen publicando hoy en día, por ejemplo, en manuales escolares o en ediciones para niños de Literatura Universal.Para mi trabajo de tesis doctoral estoy haciendo un relevamiento y un panorama de las fábulas griegas y latinas en la literatura infantil argentina. A partir de ese panorama, se puede pensar en material didáctico para docentes porque la fábula es un texto dentro de la currícula desde nivel inicial hasta la universidad. En la universidad no se enseña por su contenido literario, sino para aprender griego y latín, porque son textos aparentemente fáciles. En las cátedras donde doy clases, introduzco la fábula como una unidad para pensarla literariamente. Qué potencia tienen esos relatos breves, para ser enseñados en la escuela secundaria. Porque es un relato con una dimensión moral, también tiene muchos procedimientos literarios como la metáfora. Permite ampliar y desarrollar más pensamiento abstracto.<h2>Investigadores de todo el mundo</h2>Las jornadas en Graz fueron una experiencia trascendental porque le permitió a la profesora Frank entrar en contacto con investigadores de otros países que trabajan en temas parecidos. “Estuvo muy bueno, porque en Argentina, con Chialva somos las únicas personas que investigamos las fábulas como objeto de estudio. Después, hay gente que las trabaja como objeto didáctico, para enseñar griego y latín”, comentó.Luego de las jornadas, Frank permaneció un mes en Graz para ver cómo dan clases, traer materiales a Argentina y hacer contactos internacionales. Ahora el grupo de investigadores que integra Frank en la UNL (‘Grupo de estudios sobre textos, lenguas y culturas en traducción’, dentro del Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral, IHUCSO-Litoral, dependiente de UNL y Conicet) está enfrascado en consolidar y visibilizar sus producciones hacia la sociedad.– ¿Qué efectos prácticos tiene investigar un ‘pasado tan remoto’ como las fábulas? En el mundo actual, investigar y hacer ciencia remite a informática, ciencias naturales, medicina, IA.-- En mi tesis, trabajo libros argentinos, versiones de fábulas en la literatura infantil argentina, pero siempre en diálogo con las versiones españolas, medievales y de literatura antigua. Trato de reconstruir el camino de transmisión. La fábula es de transmisión oral, como los mitos y las leyendas. No hay una primera fuente, un primer libro donde comenzó ‘esta’ fábula. Tienen una base folklórica, que es lo que más me interesó. Tienen que ver con un saber práctico, por eso están relacionadas con la naturaleza, con tomar comportamientos animales para pensar la vida del hombre en sociedad. Volviendo a la pregunta, creo que es complejo pensar una utilidad en Humanidades y Ciencias Sociales. No se pueden medir con los mismos parámetros, por ejemplo con alguien que desde la Ciencia Médica estudia la ‘cura del cáncer’. &nbsp;Son cosas distintas e impactan en la vida de las sociedades de distintas maneras. Creo que estudiar y enseñar artes y literatura tiene que ver con enseñar a abrirse a la imaginación. La escritora argentina Graciela Montes habla de la ‘frontera indómita’, ese espacio que tenemos como personas donde está la fantasía, la creatividad, imaginar distintas posibilidades de mundos.– ¿Por qué se dedicó a la Literatura clásica y no a la contemporánea, que parece más rica en autores y temáticas?-- En primer lugar, en la UNL no hay división entre Letras Clásicas y Contemporáneas. Me gustó mucho estudiar latín y griego. Y encontraba en esos textos clásicos una dimensión que ya está plasmada en los modernos. Además, me fascinó estudiar una cultura antigua. No es un estudio que abunde mucho. En el viaje a Austria me pareció emocionante estar trabajando en el departamento de Cultura Antigua con un arqueólogo, con alguien que estudia paleografía (ciencia de escritura y signos de documentos antiguos). Te abre las posibilidades hacia la imaginación, que creo es lo que peligra&nbsp; más con el avance de la IA. Además, veo que en los clásicos hay preguntas que nos seguimos haciendo aun ahora y, por eso, está bueno estudiarlos.<h2>Harry Potter y las fábulas</h2>– &nbsp;Le traslado eso de las fábulas clásicas a lecturas como Harry Potter. ¿Cuánto hay de aquello en esta literatura moderna?-- Primero, creo que Harry Potter quedó para una generación más de mi edad. Los más jóvenes ya tienen otras cosas, mucha producción de novela gráfica y manga japonés, por ejemplo. Harry Potter tiene la estructura típica del relato del héroe que va pasando por distintas pruebas, estructura que analizaron Vladimir Propp y Joseph Campbell. Campbell estudió la similitud de los relatos heroicos en distintas culturas: india, china, griega, hebrea, latina. Harry Potter es un tipo de escritura atravesada por el mercado editorial, y el criterio de lo bueno y lo malo no tiene que ver con que sea masivo o no. Para mí el parámetro de la literatura está relacionado con esa metáfora de Viktor Shklovsky (escritor formalista ruso del siglo veinte), que decía que la literatura, y el arte en general, tienen que ver con la metáfora de aquel individuo que todos los días hace el mismo trayecto. Pero un día se le mete una piedra en el zapato. Debe frenar su caminata para sacar esa piedra. Shklovsky dice que el arte es ‘esa piedra en el zapato’ que nos obliga a cambiar la rutina diaria.<blockquote><h2>Quién es</h2>Milena Desireé Frank tiene 31 años, es profesora de Letras por la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Está haciendo el doctorado en Humanidades con mención en Letras por la misma universidad, a través del Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (IHUCSO Litoral), institución científica conjunta de UNL y Conicet a la cual pertenece. Es docente universitaria, da Literatura Griega y Latina y de Latín II, en UNL; y de Literatura Grecolatina en UADER.Frank dirige un Taller de Escritura Creativa en la Biblioteca Popular Orientación de Crespo.</blockquote><h2>Inteligencia artificial y la transmisión oral en familia</h2>• “Con la IA y los dispositivos que van impactando en la lectura y los modos en que nos relacionamos con textos escritos, parece que todo se va volviendo más monótono, más igual, y se va cerrando la capacidad de pensamiento crítico. No se van a ver resultados de un día para el otro, pero sí vas a verlo en la enseñanza. Di clases en secundaria y me interesó trabajar las fábulas, porque son textos breves. ‘Se pueden leer’ porque hoy cuesta mucho leer textos más largos. Y segundo, el desafío que presentan es la abstracción del pensamiento. A partir de un ejemplo animal, extraer una moraleja. Noté que ese ejercicio les costaba mucho a chicos de quince años. ¿Qué tienen estos relatos, como se pueden enseñar?”.• “Compartir una historia es algo que se perdió bastante, contar una historia con la voz. Es importante, porque hay un montón de cosas que pasan cuando un abuelo o una abuela le cuentan una historia a su nieto. Eso se va empobreciendo en el imaginario de niños y niñas. Ya solo abundan las historias de las redes sociales, muy iguales y muy repetitivas”.

Una experta en las fábulas que leímos todos en la niñez

&nbsp;&nbsp;El escritor y gestor cultural entrerriano Mario Daniel Villagra, oriundo de Villaguay y radicado en París desde 2017, desarrolló en las últimas semanas una intensa agenda internacional que llevó la literatura argentina a escenarios culturales de Francia y Japón. Su participación se centró en diversas actividades dedicadas a la obra de la destacada autora, poeta y traductora Silvia Baron Supervielle, figura clave en el diálogo literario entre Latinoamérica y Europa.<h2>&nbsp;</h2><h2>Homenaje internacional en París</h2>El 4 de noviembre, Villagra intervino en la presentación del libro “El país de la escritura”, editado por Kimé, en la histórica Librería Tschann del Boulevard du Montparnasse. El volumen reúne textos de 19 autores de distintos países y recoge parte del pensamiento generado en el simposio internacional de Cerisy-la-Salle 2024, dedicado a la obra de Baron Supervielle.La actividad contó con la presencia de sus codirectores, Martine Sagaert y Stavroula Katsiki, y formó parte de una serie de homenajes internacionales que resaltan la trayectoria de la escritora, nacida en Buenos Aires y radicada en Francia. Baron Supervielle, cuya obra se adentra en temas como el exilio, la memoria y la pertenencia, es una referencia central en los estudios literarios contemporáneos.Villagra aportó un texto incluido en el libro, en el que reflexiona sobre la poética de la autora y su relación con el territorio, la lengua y el desarraigo. Su participación consolidó el vínculo entre la literatura argentina y los espacios culturales franceses.<h2>De París a Japón: poesía y cine en diálogo</h2>El recorrido cultural de Villagra continuó en Japón, donde formó parte de dos actividades que combinaron cine, literatura y traducción. En ambos encuentros se proyectó un documental dedicado a Baron Supervielle, seguido de conferencias ofrecidas por el escritor entrerriano.La muestra, titulada “Silvia Baron Supervielle: posibilidades de diálogo entre la poesía y el cine”, se realizó el 22 de noviembre en el Instituto Francés de Kansai, en Osaka, y el 24 de noviembre en el Kobe College, en la prefectura de Hyōgo. Los eventos contaron con el apoyo del Instituto Francés, la Embajada de Francia en Japón y el Instituto Cervantes de Tokio, y fueron acompañados de interpretación al japonés, lo que permitió acercar la obra de la autora a nuevos públicos.Sobre su experiencia, Villagra expresó: “Quiero compartir este instante y el sentimiento: la misma voz que nació en l'Île Saint Louis, entre el Río de la Plata y París, ahora se escucha con subtítulos en japonés, en otra isla, bajo el mismo cielo. Luego quizá vendrán las crónicas y las semblanzas; hoy, dejo constancia de este dueto, de cómo suenan, juntas, la poesía y el cine”. Y añadió: “Una gran alegría difundir la obra de esta enorme traductora y escritora, y contar un poco de dónde vengo, Entre Ríos”.<h2>Cultura en movimiento: Entre Ríos en el mapa internacional</h2>La presencia de Villagra en estas actividades no solo reafirma su rol como divulgador cultural, sino que también fortalece los vínculos entre Argentina, Francia y Japón, llevando la literatura nacional a nuevos territorios de lectura y reflexión. A través de presentaciones, conferencias y proyecciones, su trabajo contribuyó a ampliar el reconocimiento internacional de Silvia Baron Supervielle, una de las voces más singulares e influyentes de la literatura argentina contemporánea.

Mario Daniel Villagra lleva la literatura argentina a Francia y Japón y homenajea la obra de Silvia Baron Supervielle

Victoria.- El reconocido cantautor y catequista visitó la ciudad para encabezar una jornada en el Capilla San Benito del Quinto Cuartel con estudiantes del Ciclo Orientado. La actividad, impulsada por docentes locales, combinó recreación y profundidad espiritual. En diálogo con Paralelo32, Glaser destacó su vínculo con el Padre Marcelo Carraza, repasó su historia —desde sus inicios en el rock hasta la docencia— y analizó los desafíos de la fe en la era digital.El sol acompañó y el Quinto Cuartel fue el escenario ideal para una jornada distinta. En el marco de un Jubileo que unió a las comunidades educativas del Colegio del Huerto y el Instituto John F. Kennedy, los alumnos de 4to, 5to y 6to año compartieron un encuentro con Ariel Glaser.La iniciativa no fue casualidad, sino fruto del trabajo coordinado de docentes y catequistas de la ciudad. Mariana Espinosa, una de las organizadoras y nexo clave para la llegada del rosarino, destacó el balance positivo de la actividad: “Fue una jornada tanto reflexiva como recreativa. Estuvo muy lindo desde el clima, que se prestó para estar al aire libre, hasta la participación de los chicos”.Espinosa resaltó además la gratitud de la comunidad educativa: "Estamos súper agradecidas con Ariel por el traslado y el apoyo, y con los docentes que acompañaron. Él dirigió toda la jornada con distintos momentos que mantuvieron a los chicos conectados".<h2>El vínculo con Victoria</h2>"Si me preguntan quién soy, siempre digo: un catequista que canta", se define Ariel ante este medio. Con 59 años, carga en su mochila con himnos que han traspasado fronteras, como Maranatha y Déjame Nacer de Nuevo.Hoy, su labor se expande más allá de la música: es el Vicedirector de la Junta Nacional de Catequesis, un rol que lo une estrechamente a una figura central de la iglesia victoriense. “Tengo el honor de trabajar hoy a la par del Padre Marcelo Carraza, que es el Director de la Junta”, cuenta con orgullo.Glaser no ahorra elogios para el sacerdote local: “Yo fui su alumno en el Instituto; para mí es un genio, una figura con un conocimiento bíblico enorme. Sentirme respaldado trabajando con él es emocionante”. Esta conexión ha hecho que sus visitas a la ciudad sean frecuentes y cercanas.<h2>Del rock a la vocación: “Yo vivo eso”</h2>Sin embargo, el camino de Glaser hacia la fe no fue lineal. A los 16 años, lideraba una banda de rock y la iglesia parecía un mundo ajeno. Su primer acercamiento fue casi fortuito, invitado a participar en un Vía Crucis viviente."A los 19 años me invitaron a tocar la guitarra en un retiro y vi a un grupo de catequistas. En ese momento pensé: '¿Cómo alguien puede ser catequista?'. Estaba poco valorado, era como ser un soldado raso, el 'colimba' que corre y limpia”, recuerda con humor sobre sus propios prejuicios de juventud.La verdadera prueba de fuego llegó cuando un sacerdote le propuso dar clases en una escuela. Su primera reacción fue una negativa rotunda: “Dije que 'ni loco' iba a trabajar con gente que no cree. Y esa negativa terminó convirtiéndose en 34 años de trabajo en las aulas, anunciando a Jesús”.Glaser hace hincapié en la profesionalización y la dignidad del rol, que hoy es un Ministerio. Recuerda una anécdota que lo pinta de cuerpo entero: “Una vez un sacerdote me preguntó de qué trabajaba. Le dije 'soy catequista'. Me repreguntó: '¿Pero vivís de eso?'. Y yo le contesté con firmeza: 'Yo vivo eso'”.<h2>Una generación con nueva sensibilidad</h2>Al ser consultado sobre los jóvenes de hoy en comparación con los de su generación, Glaser evita la crítica fácil. “En mi época, el entusiasmo era casi de 'hinchada de fútbol', muy de cancha. Hoy, los chicos tienen otra interioridad”, analiza.Lejos de ver a la llamada “generación de cristal” como algo negativo, valora su sensibilidad: "Antes hacíamos dinámicas duras, como escribir tu propia lápida, y no pasaba nada. Hoy hay más emoción, más sensibilidad frente al otro". Además, destaca que los nativos digitales cuentan con herramientas que antes no existían: “Tienen catequistas en las redes, influencers católicos; si tienen una duda, tienen de dónde agarrarse”, pero destacó que la presencialidad es crucial en lo que hace a los gestos, esa lágrima, el movimiento de las manos y demás formas de interacción propias de poner el cuerpo ante determinadas situaciones: “no es lo mismo a través de una pantalla”.<h2>El puente en el Quinto Cuartel</h2>Sobre su paso específico por este Jubileo, Glaser coincidió con la visión de los docentes y se llevó una impresión inmejorable. "Uno a veces va con incertidumbre frente a grupos numerosos de adolescentes, pero acá no fue necesario pedir silencio", relató, destacando el respeto de los alumnos del Huerto y el Kennedy.La jornada tuvo un momento cúlmine nacido de la improvisación pedagógica: la construcción de un "puente". "Se nos ocurrió en el momento hacer una procesión con un puente simbólico donde los chicos fueron poniendo sus piedras, representando la construcción de sus vidas", explicó.El cierre, con baile y música, coronó un día bendecido donde, en palabras del entrevistado, "no fui a cantar para rellenar espacios, sino para que quede un mensaje". Y en Victoria, el mensaje llegó.

De músico rebelde de rock a catequista reconocido en todo el país

El artista Yaya Firpo regresa este fin de semana a la ciudad para presentar en Mixtura (Avda. Congreso 607) su muestra “Cuando todo esto haya terminado”. Después de su paso por la Casa Nacional del Bicentenario, donde fue curada por Florencia Nieto, esta performática resume un proceso creativo que el propio Firpo inició hace casi una década.La obra nació en 2016, cuando fue convocado a intervenir la Casa Bicentenario en el proyecto “Casa Tomada”, impulsado entonces por Valeria González. “En esos días estaba shockeado con algo que había sucedido. Se había prendido fuego un taller textil en el Bajo Flores y había muerto una familia entera, chicos muy chiquitos”, recordó a Paralelo32. Aquella tragedia lo llevó a replantear su participación, que originalmente iba a tener un enfoque textil.Firpo decidió montar un falso taller textil dentro del museo. Invitó a dos costureras reales que trabajaban en talleres y elaboró un folleto que entregaba al público. Allí explicaba que “las contrataba, no les pagaba, las dejaba tomar mate, las trataba bien, el lugar era copado porque era un museo de arte”. Esa “normalización” de la explotación, presentada con tono amable, generó reacciones inmediatas. “Había gente que se lo creía y se indignaba. Me encantó que haya pasado eso. Empecé a llevar mi obra por ahí: no solo la parte plástica, sino también trabajar con la indignación de la gente”, explicó.De ese período surgieron piezas con forma de billetes, especialmente dólares. “El resultado, lo que ellas hacían, o mejor dicho lo que yo decía que ellas hacían, era dinero para mí”, señaló. Esos dólares se convirtieron años después en el eje de la muestra actual. Su título, “Cuando todo esto haya terminado”, quedó abierto de forma deliberada. “A mí me gusta trabajar con esta ambigüedad. Que quede abierto para que la gente dé su interpretación”, dijo. La frase surgió en plena pandemia, pero Firpo destaca que “seguramente dentro de cuatro o cinco años, con otro contexto, va a tener otro significado también”.<h2>El cruce entre arte contemporáneo y costumbres locales</h2>Consultado sobre cómo dialoga su obra con un espacio como Mixtura y con el público victoriense, Firpo marcó una diferencia entre arte clásico y arte contemporáneo. “En el arte más clásico uno espera ver la representación de algo, un cuadro, un paisaje, y encima está el título que te explica”, señaló. En cambio, en el arte contemporáneo “no se trata de ir y entender lo que quiso hacer el artista, sino también participar de alguna manera. Lo que te pasa con la obra es importante”.A continuación, añade: “El arte no se termina en la representación de algo. No es solo aprender a dibujar bien. Si hago esto me olvido de otras cosas que el arte de hoy tiene”, afirmó. Y recordó que muchas veces el público se enfrenta a una obra intentando “entenderla”, cuando en el arte contemporáneo eso no siempre es necesario. “Si no entendés la obra, no importa. Alcanza con que te pase algo”.Esa idea de provocar una reacción, incluso rechazo, atraviesa su trabajo. “Hay mucha obra que busca indignación para exponer a la persona en su hipocresía. Entonces vos decís ‘no la entendí’, y no, la persona no quería que vos la entendieras. Quería que te indignes”, planteó.<h2>Arte, mercado y la mirada sobre los públicos</h2>Durante la charla que mantuvimos telefónicamente estando aún en Buenos Aires, Firpo también se refirió a la relación entre arte, consumo y mercado. Cuestionó la lógica que equipara éxito económico con calidad. “Son dos conversaciones diferentes. ¿Qué me vas a decir? ¿Que Bad Bunny es mejor que el Pipi Piazzolla porque vende más? Es ridículo”, sostuvo. Señaló que el mercado “atraviesa todo” y que muchas discusiones mezclan valor artístico con resultados comerciales sin distinguirlos.En esa línea, defendió la libertad del artista para elegir su camino. “Es valioso que puedas elegir si querés salir a pelear en la galería de Buenos Aires o si querés pintar cuando tenés ganas en tu casa. No es para menospreciar ni para hablar con cierta grandeza”, dijo.<h2>Mirada sobre Victoria y los desplazamientos</h2>Consultado sobre cómo vive cada regreso a su ciudad natal, Firpo respondió: “Estoy muy relajado cada vez que voy. Con el tiempo aprendí a disfrutar lo que hay en cada lugar”. Reconoció que al irse de joven lo hizo buscando algo que en Victoria no encontraba, pero que esa mirada cambió. “Cada lugar tiene lo suyo. Todos los lugares son hermosos. Hay gente más chota en un lugar o en otro, pero los lugares son hermosos y las costumbres son hermosas en todos lados”, afirmó.Después de viajar y vivir temporadas en distintas ciudades y países, llegó a una conclusión: “Hoy en día pienso que todos los lugares son iguales. Y también veo gente que se va a otro lugar y sigue pendiente de lo que pasa en el lugar del que se fue”.<h2>Arte político y el rol del artista</h2>En el tramo final, Firpo explicó su postura frente al arte político. Rechaza la obra panfletaria que indica al público qué pensar. “No me interesa que la gente sepa de qué lado estoy yo”, dijo. Su enfoque es otro: “A mí lo que más me gusta es agarrar el tema y dejarlo sobre la mesa. Y que venga la gente, se pare frente a la obra y empiece a discutir. Eso para mí es la obra dando resultado”.Firpo presentará “Cuando todo esto haya terminado” este fin de semana largo en Mixtura, con la expectativa de que el público local pueda encontrarse con una propuesta que, más que respuestas, ofrece preguntas. “No hay que cerrarse a ver algo y decidir si me gusta o no, si lo entiendo o no lo entiendo. El arte hoy es muchísimo más amplio”, concluyó.&nbsp;

Exclusivo susciptor