Crespo. En un artículo periodístico publicado en septiembre de 2012 por Paralelo 32, el periodista Enzo Mildenberger recordaba una de las obras más trascendentes de la historia local: la pavimentación del primer acceso a la ciudad.Hasta comienzos de la década de 1960, llegar o salir de Crespo era complicado: los caminos de tierra se volvían intransitables con las lluvias, y muchas veces los vehículos quedaban varados. “Cuando había temporal, los micros quedaban encajados en el barro. Llegar a Paraná o volver a Crespo era una odisea”, rememora.El panorama cambió con la decisión política de asfaltar el acceso. Durante la intendencia de Antonio V. Seimandi y con gestiones ante el gobernador brigadier Ricardo Favre, se impulsó la pavimentación de la ruta que conectó directamente a Crespo con la Ruta 12, y desde allí con el resto de la provincia y el país.Mildenberger resalta que aquella obra fue determinante para el crecimiento económico y social de la ciudad. La producción agropecuaria pudo salir con mayor facilidad, los vecinos tuvieron un vínculo más fluido con Paraná y otras localidades, y Crespo empezó a proyectarse como un centro regional.“La obra del primer acceso pavimentado significó una bisagra en la historia de Crespo. Nos permitió estar mejor comunicados, facilitó el comercio y el desarrollo, y consolidó el crecimiento urbano”, afirma.Hoy, al mirar hacia atrás, la comunidad reconoce que esa decisión fue mucho más que un camino asfaltado: fue el punto de partida para que Crespo se conectara definitivamente con el resto del país.

La decisión que nos terminó de conectar con el resto del país

El 10 de septiembre de 1947, cuando Crespo todavía era “Villa Crespo”, salió a la calle el primer número de Tribuna de Villa Crespo, un periódico quincenal que marcó un hito por su estilo irreverente y satírico. Con poemas, caricaturas y secciones humorísticas, el medio se propuso “voltear a versos” al comisionado municipal Francisco Arturo Grimaux, cuestionado por supuestos manejos irregulares durante su paso por la Junta de Fomento.El proyecto reunió a escritores, poetas y profesionales de distintas procedencias políticas. Lo dirigió Alejandro Schneider Aab, acompañado por Santiago Stieben (abogado y ex intendente), Humberto Alfredo Serri (poeta gauchesco), Guillermo Augusto Seri (militante radical, tipógrafo y corrector), además del destacado poeta Ponciano Jacinto Zaragoza y Miguel Martínez Howard, hermano del entrerriano Alfredo.La impronta gráfica se completaba con las caricaturas de Sara Leuthier, pareja de Seri, que retrataba a Grimaux con lentes desproporcionados y su “ojo izquierdo extraviado”, siempre entre el enojo y el desconsuelo.<h2>El personaje detrás de la sátira</h2>Francisco Arturo Grimaux había desarrollado una larga trayectoria en la vida pública entrerriana. Antes de llegar a Villa Crespo, ejerció cargos en la Junta de Fomento de General Ramírez, donde en 1937 fue señalado por desvíos de fondos que no aparecían depositados en el Banco de la Nación Argentina, situación que precipitó su renuncia.Instalado luego en Crespo, asumió como presidente y tesorero de la Junta de Fomento y más tarde como comisionado municipal, siempre con un estilo personalista y decidido a sostener su poder. Apodado “Charlemos” por su inclinación a la retórica, acumuló versiones autobiográficas contradictorias, polémicas por presuntos abusos de autoridad —como el episodio en que habría sacado un arma en plena discusión— y hasta rumores de haber ingresado a canchas de fútbol para increpar árbitros. Para los redactores de Tribuna, Grimaux era un personaje ideal: carismático, excesivo y con un pasado que ofrecía material inagotable para la parodia.<h2>Humor y crítica</h2>En sus páginas aparecían secciones memorables: Rincón Poético, con seudónimos como “Crisólito Cismático” o “Pacífico Relámpago”; Sabía Ud., que relataba andanzas del funcionario; Pleiteando con los curiosos y LinbentO de los Comisionado, donde un “César Bruto Hijo” parodiaba decretos con prosa gauchesca.El tono burlón alcanzó su punto máximo cuando Grimaux intentó responder con su propio medio, La Voz del Trabajo. Tribuna lo despidió con un falso aviso fúnebre: “Nació debilucho, vivió dificultosamente entre algodones oficiales y murió a las pocas horas de elegirse candidatos municipales”.<h2>Investigación y legado</h2>Parte de esta reconstrucción se basa en la investigación “Tribuna: el cuestionamiento político a través de la parodia y la poesía” (Lic. Gonzalo Gadea Britos, 2016), que analizó el periódico como una forma temprana de periodismo crítico con recursos literarios y humorísticos.<h2>Un final con sabor a historia</h2>Con la llegada del peronista Juan Vicario en 1948, Tribuna dejó de ser un “órgano de guerra” para transformarse en un acompañante crítico del nuevo gobierno. Sin embargo, su esencia siguió ligada al recuerdo de Grimaux: aquel dirigente que, según Orlando Britos, “lo volteamos a versos”.Hoy, 78 años más tarde, los nombres y caricaturas de Tribuna flotan como ecos en la memoria crespense. Allí, entre papeles amarillentos, sobrevive la certeza de que ningún poder es invulnerable cuando hay manos dispuestas a rimar la verdad y a “voltearla a versos”.

“Lo volteamos a versos”: a 78 años del nacimiento de Tribuna de Villa Crespo

El 18 de agosto de 1935, el Diario de Paraná sorprendía a sus lectores con un extenso e impactante editorial dedicado íntegramente a Crespo. Se trata de un editorial tan rico y detallado que merece ser revisado en dos entregas. En esta primera parte, nos detendremos en los aspectos generales que permiten entender cómo se miraba, y cómo se mostraba, Crespo en aquel entonces.Pero antes de sumergirnos en el análisis, los invito a realizar un pequeño ejercicio de empatía histórica: trasladarnos a 1935, ponernos en la piel de quienes vivían en la Villa de Crespo, y tratar de imaginar la atmósfera de aquellos días. Pensemos en calles de tierra, en el trajinar de los carros y de los primeros automóviles, en los comercios que daban vida al centro, en la esperanza de progreso que alentaba a cada familia. Observemos esta fotografía:No es solo una hermosa postal. Es una ventana abierta a la vida cotidiana de un pueblo que ya comenzaba a soñar en grande. La fotografía corresponde a calle San Martin, esquina Yrigoyen. Como fuente, cobra aún mayor riqueza gracias a los recuerdos compartidos por don Luis Jacobi, director de Paralelo 32.“Donde está el carro a la derecha es la casa de don Otto Sagemüller y doña Lili, que permanece igual. Enfrente entiendo que había una farmacia, comprada luego por la familia Schroeder, que la trabajó más o menos hasta los años noventa. Si uno avanzara en esa dirección, donde termina la cuadra, había un edificio de alto nivel de construcción, donde en los años cuarenta se instaló el Banco de Entre Ríos. Incluía casa para el gerente y, aunque sufrió reformas internas, la fachada conserva todavía el sello ‘SH’ en relieve”La fotografía, además, guarda otros secretos que se revelan gracias a la memoria de don Luis Jacobi.“A la izquierda, donde se ven los carros, estaba la propiedad de los Ruda y (por S. Martín los Silverman. Salomón Ruda se recibió de médico y vivió allí hasta su muerte. Los Ruda se cuentan entre las familias más antiguas de Crespo que aún residen aquí”, relató Jacobi.Otro punto que no se distingue bien en la imagen, pero que formaba parte del corazón económico de la Villa, era el edificio de la poderosa casa de ramos generales de Osías Jaroslavsky, donde se podía encontrar de todo, “desde tornillos hasta autos”. La firma cerró sus puertas hacia los años sesenta y, según recuerda Jacobi, “todo lo que quedaba allí se remató a fines de 1964 o principios de 1965”.La imagen fotográfica, acompañada de la memoria viva de sus habitantes, nos permite entender cómo Crespo fue construyendo una identidad urbana y económica propia, anclada en familias, instituciones y empresas que marcaron su trayectoria.El editorial de 1935 comenzaba situando a Villa Crespo en el mapa provincial:“Villa Crespo está situada en el departamento Paraná a 40 kilómetros de distancia de la ciudad capital a la cual se encuentra unida por una línea férrea y por cuatro líneas de ómnibus. También se vincula directamente a Diamante por otra línea de ferrocarril”.Esta mención inicial ya nos permite pensar en una clave de historia regional: Crespo no se concebía como un punto aislado, sino como un nodo articulado con Paraná y Diamante, dos polos económicos y políticos de Entre Ríos. La referencia al tren y al transporte automotor nos habla del cambio de época: la modernización de las comunicaciones y de la movilidad, que integraba a la localidad a las redes provinciales y nacionales.El texto, sin embargo, advierte una tensión interesante:“Su situación entre esas dos ciudades permitiría suponer que las mismas absorberían sus actividades, pero el progreso creciente que se observa demuestra que Villa Crespo posee suficientes y vigorosas energías para desarrollarse con toda independencia”.Aquí se nota un orgullo local que atraviesa buena parte de la historia de Crespo: el esfuerzo por afirmarse como comunidad autónoma, con identidad propia, más allá de las grandes ciudades cercanas. Esta voluntad de diferenciarse y mostrar vitalidad es, de hecho, un rasgo que puede leerse en clave de continuidades históricas, porque volverá a aparecer en otros momentos del siglo XX.El editorial también aporta un dato demográfico fundamental:“El reciente censo levantado por la junta de fomento arroja una población de 5.000 habitantes, número previsto por la Constitución para que pueda ascender a la categoría de ciudad”.En cuanto a la vida económica, el tono es enfático:“Su comercio es fuerte, estable y respetable. Los últimos años de crisis económicas tuvieron breves repercusiones en su situación. Nuevas actividades comerciales e industriales se incorporan día a día al acervo de la población”.Leído desde hoy, este fragmento es revelador: en plena década de la crisis mundial del 30, el editorial resalta la capacidad de Crespo de resistir y adaptarse. La combinación de comercio e incipiente industria era vista como señal de progreso y de confianza en el porvenir.Otro punto notable es la referencia a la educación:“Su población estudiantil asciende a 1077 niños distribuidos en cuatro grandes escuelas, tres de las cuales cuentan con edificio propio”.Este dato no es menor: más de mil estudiantes en una población de cinco mil habitantes habla de un fuerte peso social de la escuela en la vida local. Era un indicador de alfabetización, de integración cultural y de movilidad social, muy acorde con el discurso progresista del editorial. Finalmente, el texto repasa con detalle las instituciones presentes en Crespo:“Cuenta la población con todas las oficinas públicas indispensables, con el más antiguo Banco Agrícola de la Provincia, Juzgado de Paz, Registro Civil, correos, telégrafo de la Nación, telégrafo de la Provincia, Central de la Compañía Entrerriana de Teléfonos, dos estaciones ferroviarias, una del Ferrocarril Entre Ríos y otra del Ferrocarril del Estado, usina de corriente eléctrica, etc.”El inventario institucional cumple un rol simbólico: mostrar que Crespo no era un simple poblado, sino un centro urbano en consolidación, con servicios públicos, comunicaciones y energía eléctrica. En otras palabras: un lugar preparado para asumir el rango de ciudad.El editorial también dedicaba espacio a la salud y la cultura, señalando que:“Crespo tiene cuatro médicos, sala de primeros auxilios que está por transformarse en hospital, bancos, bibliotecas, matadero público, una hermosa plaza, ofreciendo un aspecto central que en cierto modo justificaría su aspiración a ciudad”.Esta descripción es significativa porque nos muestra cómo, ya en 1935, Crespo no se pensaba solo como un centro económico, sino también como una comunidad con servicios públicos y espacios culturales que reforzaban la vida urbana.El editorial remataba su entusiasmo con cifras que hablan por sí solas:“Como una prueba eficiente de su potencialidad económica bastaría consignar las cifras que representan las importaciones de la plaza: Aves y huevos $200.000, trigo $80.000, lino $1.200.000 y maíz $100.000”.Estas cifras son reveladoras: el lino sobresale ampliamente como principal cultivo comercial, lo cual refleja la inserción de Crespo en la economía agrícola entrerriana de la época, marcada por la producción cerealera y oleaginosa. A su vez, la importancia de aves y huevos confirma un rasgo que sigue presente en la identidad productiva de la ciudad hasta hoy.El editorial concluía con una reflexión que resumía esa visión de futuro:“Enclavada en el centro de una zona esencialmente agrícola, rodeada de colonias y de aldeas, Crespo constituye el centro de mayor gravitación directa de esa región, de suerte que está llamado a conquistar una privilegiada situación en el comercio del progreso de las poblaciones entrerrianas”.Esta afirmación nos invita a pensar cómo, ya en 1935, se proyectaba a Crespo como un nodo estratégico del desarrollo entrerriano: un centro comercial y agrícola, pero también un lugar de servicios, de cultura y de organización comunitaria. En suma, una localidad con todas las condiciones para dejar atrás el rango de “villa” y afirmarse como ciudad.En nuestra próxima entrega, profundizaremos en otros aspectos que el editorial desarrolla con igual entusiasmo: la vida social, cultural y religiosa de Crespo, y el papel que estas dimensiones tuvieron en la conformación de una identidad comunitaria que sigue siendo reconocible hasta hoy.<blockquote>Fuente consultada: El Diario de Paraná, edición del domingo 18 de agosto de 1935, disponible en la Hemeroteca del Archivo General de la Provincia de Entre Ríos, “Guillermo Saraví”.</blockquote>

“Crespo en blanco y negro: 1935, vida, comercio y progreso”

"Crespo es un pueblo de inmenso porvenir",&nbsp;decía un editorial publicado el 23 de septiembre de 1907, en el periódico La Libertad&nbsp;bajo el título “Pueblo Crespo”. &nbsp;Más de un siglo después, recuperamos aquellas palabras de la Hemeroteca del Archivo General de la Provincia de Entre Ríos para pensar los orígenes de Crespo como una comunidad pujante con sueños grandes y una energía colectiva que empezaba a dejar huella.El editorial afirmaba, con seguridad: “debido a la iniciativa de sus habitantes, el pueblo Crespo está llamado a ser una gran ciudad” y luego enumeraba con orgullo a algunos de sus protagonistas: los señores Otto Knopp y Sagemüller, “con su gran molino” que transformaba el trabajo de los colonos en “harinas especiales”; Juan Jacquier, “inteligente acopiador de frutos”, y la fundición Valdamarín Hnos., de la que “sale la máquina agrícola perfeccionada” o se repara la usada, evitando a los productores el alto costo de una nueva.Pero los halagos no se limitaban solo a lo productivo: se destacaba la “sociabilidad distinguida” del pueblo, visible en eventos como el bazar dominical, donde se celebraba “la educación de la mujer” y se describía a las jóvenes de Crespo como “lindas, hermosas y de alta preparación educativa”. También se reconocía la calidad del comercio local, con casas como la de Leónidas Ferreyra, donde “el artículo de primera necesidad se encuentra igual que en el Paraná”.Incluso las autoridades eran objeto de afecto popular. Del comisario Mendoza se decía que “todos lo conocen y todos aplauden su conducta irreprochable”. El jefe de estación era calificado como “gran caballero, dinamarqués completo”, y Betsabé Caraballo era presentado como “el hombre semi-dios de Crespo”, con sus coches y caballos fuertes, su generosidad criolla y su espíritu incansable.Esta fuente histórica va más allá de una crónica local: es&nbsp;un testimonio fundacional que refleja los inicios de la comunidad crespense que, ya en los albores del siglo XX apostaba a su crecimiento, sostenido en nombres propios, emprendimientos y vínculos sociales. Nos permite tomar el pulso de una época, nos habla de identidad, de orgullo local, de una forma de habitar y proyectar Crespo.&nbsp; Analizar hoy aquel editorial no es solo mirar el pasado con simpatía; es ejercitar y reconstruir críticamente la historia local, los modos de vida, las preocupaciones, los sueños y aportes de quienes habitaron antes estas mismas calles.&nbsp;<blockquote>Fuente consultada: Diario La Libertad, 23 de septiembre de 1907, disponible en la Hemeroteca del Archivo Provincial de Entre Ríos “Guillermo Saraví”.</blockquote>

Recortes en papel

La decisión que nos terminó de conectar con el resto del país

“Lo volteamos a versos”: a 78 años del nacimiento de Tribuna de Villa Crespo

“Crespo en blanco y negro: 1935, vida, comercio y progreso”

A principios de 1900, ¿ya latía el progreso en Crespo?