Las calles de Victoria tienen un nomenclador casi excluyentemente masculino
Victoria.- Es un dato fáctico, solamente hay tres calles que llevan nombre de mujeres en la ciudad de Victoria, hecho que se presta a un sinnúmero de interpretaciones, aunque no deberíamos caer en la denostación fácil de atribuirlo a nuestros antepasados, o a la cultura machista que podría haber imperado en una época cuando comenzaba a gestarse la cuadrícula de la ciudad a partir de la plaza, que como bien aclaran los historiadores era el primer punto que los inmigrantes vascos utilizaban para organizarla, orientando cada esquina coincidente con los puntos cardinales.
Lo cierto es que más allá del ancho, veredas, etc. etc., la ciudad se fue expandiendo en cuarteles y nuevos barrios fuera de la circunvalación, sin embargo esa expansión no le valió crédito a más mujeres, salvo estas tres.
La más referencial del plano local es sin lugar a dudas María Oberti de Basualdo, que atraviesa el 1º y 2º cuartel a lo largo de 24 cuadras, recuperando para los victorienses a esa incansable luchadora que fundó un hogar de niñas que sigue acunando corazones.
– María del Rosario Oberti de Basualdo nació en 1863, hija del industrial italiano Santos Oberti y de Quintina Deniz. Ejecutiva, enérgica, bondadosa; con entereza superó la muerte de su hija de 23 años. Las riquezas que trajo de su cuna le estorbaban en su mano generosa, desvelada por los pobres y huérfanos. Falleció el 02 de junio de 1932.
– Bulevar Eva Perón corre desde 25 de Mayo hasta costanera Pedro Radío. La referencia es toda una definición de la que fuera la primera dama presidencial, símbolo de la lucha y reivindicación de la mujer en el espacio político y social de la historia argentina.
– Servanda Ferreyra le da nombre a una cortada que se extiende solo a lo largo de dos cuadras, conectando Lonné y Fermín Garcilazo, también en el Bº Abadía. Hay que mencionar que no fue fácil saber quién fue, tras consultar al Museo Anadón, el Concejo Deliberante y a una reconocida profesora de la ciudad, todos los ‘molestados’ oportunamente reconocieron que no estaban en conocimiento de quien se trataba.
Fue entonces que apelamos a ubicar a una persona referente del barrio Abadía como es Ramón Berruet, que resultaría ser el nieto materno de esta mujer cuya familia huyó hacia 1870 del Ejército de Línea que venía desde Buenos Aires, ya que por cada pueblo que pasaban obligaban a los hombres y/o jóvenes a incorporarse como soldados para la guerra con el Paraguay. Fue entonces que abandonaron Coronda (Santa Fe) por agua en un largo recorrido hasta desembarcar en Rincón del Doll. “Incluso murió uno de los que realizaban esta travesía en un precario bote. Ella era muy pequeña por ese entonces; con el tiempo se trasladarían al barrio Abadía”, reconoce Berruet a Paralelo 32 y agrega que sugirió su nombre para esta cortada hace unos cinco años, en memoria de ese apellido cuya descendencia se extiende hasta la actualidad con marcada presencia.
Servanda vivió en un rancho de forma muy humilde, no tenía documento de identidad, y según Berruet, murió el 16 de septiembre de 1955, “calculamos que era del ‘70, y habrá vivido unos 85 años; El 11 de enero de 1911, con casi 45 años tuvo el último de seis hijos, y eran esos los datos que utilizaban en la familia para referenciar su longevidad”.
Y no hay más mujeres de las tantas que seguramente aportaron mucho a la ciudad desde la educación, el arte, la cultura, la solidaridad, en el hogar o fundando familias que le pusieron el hombro al crecimiento urbano, como Servanda.
Las elucubraciones podrían estar de más, dejamos a criterio de nuestros representantes municipales la tarea revisionista, e incluso a nuestros lectores, que podrán opinar. Sin lugar a dudas las mujeres meritorias sobran, los hay en las entidades benéficas y de fomento de la actualidad, los hubo y los habrá seguramente en otros tantos espacios de socialización porque la mujer sigue demostrando su igualdad, potencialidad y compromiso en el campo de la cultura, el arte, las letras, la religión, la vida política y social, y quizás nos sorprenderíamos al descubrir algunas que por su bajo perfil no han tenido en su vida (o no tienen hoy, las que viven) notoriedad pública.