Bienestar
La salud intestinal, clave para el bienestar emocional y mental: el rol del eje intestino-microbiota-cerebro
Durante mucho tiempo se consideró que el intestino era simplemente un órgano encargado de absorber nutrientes. Sin embargo, los avances científicos de las últimas décadas han transformado esa visión por completo. La Dra. Elena Pastor Manfredi, Directora de Nutrición de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP), subraya que el eje intestino–microbiota–cerebro desempeña un papel esencial en la regulación del estado de ánimo, la función cognitiva y el desarrollo de enfermedades psiquiátricas.
“Cuidar nuestra microbiota no es solo una cuestión digestiva; es una estrategia de salud mental”, afirma Pastor Manfredi, quien destaca que este sistema de comunicación bidireccional entre el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central ha cobrado una creciente relevancia para la medicina moderna.
Un órgano vivo y decisivo
El intestino no solo absorbe nutrientes: alberga una verdadera comunidad viva. La microbiota intestinal está compuesta por bacterias, hongos, virus y otros microorganismos, cuya interacción constante con el sistema inmunitario y nervioso influye de manera directa en múltiples funciones del cuerpo. “Se trata de un órgano más, en permanente comunicación con el cerebro y el metabolismo”, remarca la doctora.
De hecho, el cuerpo humano alberga diez veces más bacterias intestinales que células humanas, y su intestino —con una superficie estimada de 400 metros cuadrados, similar a dos canchas de tenis— aloja más del 70 % del sistema inmunológico.
Medicación psiquiátrica y salud intestinal
La profesional explica que muchos fármacos destinados a tratar enfermedades mentales hacen contacto inicial con el microbioma intestinal. El estado de esa microbiota influye de forma determinante en la eficacia de los tratamientos. Cuando se produce una alteración en la pared intestinal —conocida como disbiosis—, disminuye la capacidad de absorción de nutrientes y medicamentos, afectando negativamente los resultados terapéuticos.
Tres vías de conexión entre intestino y cerebro
El eje intestino-cerebro actúa a través de tres mecanismos principales:
El nervio vago, que transmite señales entre el intestino y el cerebro.
Hormonas y neurotransmisores, como la serotonina, cuya producción en un 90 % tiene lugar en el intestino.
El sistema inmunológico, que responde a estímulos microbianos generando procesos inflamatorios de bajo grado que impactan en la salud cerebral.
Trastornos del neurodesarrollo y alimentación
Diversas investigaciones han vinculado los desequilibrios en la microbiota intestinal con trastornos del neurodesarrollo como el trastorno del espectro autista (TEA) y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). La revisión científica titulada “El eje microbiota intestinal–cerebro en los trastornos neurológicos” (MedComm) detalla cómo la microbiota puede influir en el desarrollo y evolución de estas condiciones.
Según la Dra. Pastor Manfredi, factores como la alimentación, el estilo de vida, la genética y el entorno moldean la composición del microbioma intestinal. “Falta mucho por investigar, pero ya sabemos que mejorar la dieta es una herramienta poderosa para recuperar la integridad intestinal y favorecer la salud mental”.
Cómo fortalecer la microbiota
Para restablecer la eubiosis (equilibrio saludable de la microbiota), la especialista recomienda incorporar alimentos ricos en:
Fibra
Polifenoles (presentes en frutas, verduras y té verde)
Omega 3 (como los pescados grasos, nueces y semillas)
Alimentos fermentados (como el yogur, kéfir, chucrut o kombucha)
“Hoy más que nunca, cuidar el intestino es cuidar la mente”, concluye la doctora, alentando a médicos, pacientes y educadores a incorporar esta perspectiva integral de la salud en la vida diaria.