Tratamiento de la enfermedad en el país
Inauguran unidad especializada en endometriosis en el Hospital Universitario Austral
La endometriosis afecta a 1 de cada 10 mujeres en edad reproductiva y, además de generar dolor en forma crónica, es una de las principales causas de infertilidad femenina. Aun así, se suele tardar entre 5 y 7 años en diagnosticarla.
La endometriosis, una enfermedad que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, ha sido declarada recientemente como una enfermedad incapacitante en varios países, incluido Colombia. Esta condición, que afecta aproximadamente a una de cada diez mujeres en edad reproductiva, no solo causa un dolor crónico intenso sino que también es una de las principales causas de infertilidad femenina.
A pesar de su alta incidencia y gravedad, la endometriosis sigue siendo una enfermedad poco comprendida y diagnosticada tardíamente en promedio entre cinco y siete años, debido a que sus síntomas a menudo se confunden con los del período menstrual normal. Esta demora en el diagnóstico puede tener graves consecuencias físicas y psicológicas para las mujeres que la padecen, incluyendo dolor crónico, problemas de fertilidad y ansiedad.
Conscientes de esta problemática, el Hospital Universitario Austral ha dado un paso importante al inaugurar la primera unidad especializada en endometriosis en el país. Esta unidad, denominada Unidad de Endometriosis y Dolor Pelviano Crónico, ofrece un enfoque integral para el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad, con un equipo interdisciplinario de especialistas trabajando en conjunto para brindar un diagnóstico preciso y rápido.
El Dr. Gustavo Rebagliati, jefe de Cirugía Endoscópica Ginecológica del Hospital Universitario Austral y director de la Unidad de Endometriosis, destaca la importancia de este enfoque integral. "Nuestro equipo está integrado por ginecólogos, cirujanos ginecológicos, coloproctólogos, kinesiólogos de piso pelviano, imagenólogos, entre otras especialidades. La intención es abordar la enfermedad desde todos los ángulos posibles, en el menor tiempo posible, en un mismo lugar", afirma el Dr. Rebagliati.
La endometriosis es una enfermedad crónica y poco estudiada que no tiene cura. Se caracteriza por la presencia de tejido similar al endometrio, que normalmente reviste internamente el útero, fuera de este órgano, lo que puede provocar una serie de síntomas debilitantes, como dolor pélvico crónico, sangrado intenso durante la menstruación, dolor durante las relaciones sexuales y fatiga extrema.
Además de su impacto físico, la endometriosis también afecta significativamente la calidad de vida de las mujeres que la padecen, quienes a menudo se ven obligadas a ajustar sus vidas para manejar el dolor y la fatiga crónicos. También aumenta el riesgo de infertilidad, lo que puede tener un impacto emocional devastador en quienes desean concebir.
En este contexto, la apertura de la Unidad de Endometriosis y Dolor Pelviano Crónico en el Hospital Universitario Austral representa un avance significativo en la atención de esta enfermedad debilitante. Al ofrecer un enfoque integral que incluye diagnóstico preciso, tratamiento especializado y apoyo emocional, esta unidad tiene el potencial de mejorar significativamente la calidad de vida de las mujeres afectadas por la endometriosis, así como sus posibilidades de concebir en el futuro.
En primera persona: historias de pacientes con endometriosis
Patricia Simionato (38 años):
“El doctor Gustavo Rebagliati una vez me dijo: ‘Sufrir no es normal’, palabras que he hecho propias y que repito a todas las mujeres de mi círculo que padecen dolores crónicos. Si no la detectás a tiempo o caés en manos inexpertas, la endometriosis pone en juego no solo tu calidad de vida: es además una de las principales causas de infertilidad en mujeres. Y la gran mayoría no lo sabe, lo desconoce, algo que también incluye a médicos ginecólogos, aunque resulte difícil de creer. Por eso, la importancia de consultar a profesionales que saben del tema y tienen experiencia es crucial: no hay retorno para una operación mal hecha, para un caso mal tratado.
Antes de descubrir que tenía endometriosis, viví durante años con dolores y malestares. Mi entorno me decía que era genético, que no había nada por hacer. Yo misma lo normalicé, y lograba atravesarlos mes a mes con medicación. Pero cuando decidí ser mamá, los dolores se tornaron realmente insoportables. En esos días, no podía ni caminar ni manejar ni seguir con mi vida cotidiana.
Entonces recurrí a mi ginecóloga, que me realizó una serie de estudios. Viendo que todo ‘estaba bien’, me derivó a un gastroenterólogo, y así comencé a ir de médico en médico, con distintos especialistas que no lograban dar con el diagnóstico correcto, me indicaban diferentes drogas, sin que hubiese mejoría alguna. Por el contrario: el cuadro se intensificaba cada vez más.
Realicé entonces una consulta con un ginecólogo del Hospital Universitario Austral, que me derivó a Gustavo Rebagliati, especialista en endometriosis. El día 1, el Dr. me hizo un chequeo y pudo determinar qué me pasaba; tenía, ¡por fin!, un diagnóstico. Preocupado por el tiempo transcurrido, Rebagliati rápidamente programó mis cirugías, que fueron dos porque ya tenía afectados los intestinos.
En el Hospital Universitario Austral, todo el equipo estuvo atento y preocupado en todo momento por mi bienestar, porque no sintiera dolor, porque no tuviera dudas, por no dejar ningún aspecto librado al azar. Me sentí no solo bien atendida sino también cuidada y de alguna manera ‘salvada’. Me explicaron cada detalle de lo que tenía por delante, me dieron seguridad y no permitieron que continuara sufriendo.
Mi calidad de vida no solo mejoró un 100 % sino que, además, como siempre digo, les debo tanto al Hospital Universitario Austral como al doctor Rebagliati haber tenido a mi hijo. Porque, a pesar de las cirugías, pude rápidamente ser mamá.
Mi tratamiento actualmente es con medicación y un control de rutina anual, donde además me realizan ecografías especiales con profesionales muy preparados para detectar posibles nuevos focos”.
Lucrecia Ford (31 años):
“Desde que empecé a menstruar, siempre tuve muchísimos síntomas, sobre todo dolor generalizado en la zona pélvica e intestinos, como así también migrañas, hemorragias, distensión abdominal y fatiga. Todo esto me inhabilitaba a realizar mis tareas cotidianas ya que el dolor era tal que, en oportunidades, me desmayaba en el colegio, en gimnasia, en los colectivos, en el trabajo y en la universidad. Ningún analgésico calmaba el dolor. Hoy, habiendo atravesado un parto, puedo decir que, mes a mes, durante el período sufría esa intensidad de dolor que nunca había podido comparar con nada. Sin embargo, después del diagnóstico y tratamiento, hoy mi vida dio un vuelco de 180 grados. Si bien hay días más difíciles, la mejoría es notoria en todas las áreas de mi cotidianidad.
Durante mi adolescencia y juventud viví en otras ciudades. Había consultado a diferentes ginecólogos en distintas clínicas e institutos, pero nunca pudieron darme una explicación de la sintomatología. Siempre me indicaban anticonceptivos combinados como tratamiento, lo cual solo empeoraba los síntomas. A veces me derivaban al gastroenterólogo, pero tampoco llegaba a un diagnóstico.
A mis 25 años, cuando me mudé a Luján, consulté a un ginecólogo de los consultorios externos del Hospital Universitario Austral de la zona, que me indicó chequeos de rutina y, por primera vez, en una ecografía se detectó un endometrioma, el cual sugirió operar mediante laparoscopia. Dicho de otro modo: aunque mis síntomas comenzaron a los 12 años, después de ver a pediatras, clínicos, ginecólogos y gastroenterólogos, recién a los 25, en el Austral, lograron ponerle nombre y apellido a mi enfermedad. Fueron muchos años de desesperación sin poder llevar una vida normal y frustrada por no tener respuestas.
Al año siguiente, este doctor me indicó ver al doctor Gustavo Rebagliati porque, a pesar del procedimiento quirúrgico y el tratamiento hormonal, los síntomas persistían. Una vez derivada, Rebagliati sugirió hacerme estudios que arrojaron resultados normales, pero como yo seguía con dolor decidió intervenirme por segunda vez, indicando una cirugía interdisciplinaria con el médico coloproctólogo de la Unidad, el doctor Diego Vali.
Yo estaba temerosa de hacer perder tiempo y recursos a los profesionales, porque en los estudios no se encontraba nada. Sin embargo, el doctor estaba en lo cierto con su criterio, ya que se encontraron nódulos que hacían que el intestino estuviera adherido al útero y, además, había otras adherencias en varios órganos más como la vejiga y los ovarios.
A pesar de haber requerido resección intestinal, la recuperación fue excelente y muy llevadera. Además, en el mismo procedimiento el doctor evaluó la permeabilidad de mis trompas, ya que le había manifestado mi deseo de ser madre. A partir de esa cirugía mi vida cambió, y siguiendo la recomendación de tratamiento como el cambio de hábitos de implementar ejercicio, mejorar la alimentación y realizar terapia hormonal, pude tener mucha energía y aprendí lo que es vivir sin dolor y a manejarlo atacándolo desde muchas variables.
También logré ser madre de Luisa que hoy tiene dos años y medio, pudiendo cursar un embarazo normal y saludable. Tuve una búsqueda de embarazo que fue óptima gracias a la cirugía; realmente no sé si se hubiera logrado sin ese recorrido ya que tenía todos los órganos comprometidos con adherencias y quistes, lo que muchas veces lleva a la infertilidad.
Les recomendaría a todas las mujeres que tienen dolor en el período y no pueden realizar su rutina por el malestar tan acentuado, que consulten a especialistas. En lo personal,lo que más me gustó del Hospital Universitario Austral fue el abordaje interdisciplinario y sentirme escuchada después de tantos años e intentos por descubrir la causa de mis síntomas”.