Entrevista a Oscar Lamanna; “Veo con beneplácito el avance de la tecnología pero extraño la falta de cordialidad en la sociedad”
Crespo.- El cableoperador Oscar Lamanna con sus 87 años ha acumulado una vida de diversos emprendimientos. Incursionó en la avicultura pero se fundió por la enfermedad de Newcastle. Fue técnico de televisores, hizo publicidad ambulante, sonorizó a importantes orquestas e incluso la primera Fiesta Nacional de la Avicultura en 1964. “Tengo el micrófono por el que habló el presidente Humberto Illia en la primera fiesta nacional de la avicultura en 1964, lo tengo bajo siete llaves. De lo único que me acuerdo es de eso”, recordó al comienzo de la entrevista. Y recordó también de esas épocas lindas otras actividades: “Con Luis Jacobi anduvimos muchos años en los bailes, él era el locutor de Osvaldo y sus Estrellas. Íbamos con Osvaldo Chiapesoni, con ‘Tete’ Drescher, con Norberto ‘Palancha’ Miranda. Antes había estado yendo a bailes con la bandita de los Henkel, luego con los Wendler. Tuve 14 años una sala de cine. Si empezamos a contar fechas a partir de las cosas que hice, algunos dirán ‘pero este hombre tiene como 140 años’. Pero no. Cuando yo salía con el sonido a los bailes, mi señora se quedaba a atender el cine, la boletería y todo eso. Después tuve 20 años un local de artículos para el hogar, también se llamó ‘El calisuar’”, como la propaladora y la empresa de sonorización.
Intendente de Ramírez
– Después fue intendente, y también fue ‘el intendente El Calisuar’ (sonrisas)
— Cuando fui intendente, en 1983, acá estuvo Jacinto Hamdan en la intendencia, fue una transición del Proceso militar. El gobernador era Jorge Washington Ferreira. Elevamos una terna y el gobernador eligió a quién de los tres iba a la intendencia. Fue para que no nos mandaran uno de botas. Pero no pasó nada raro.
– ¿Qué hizo durante la intendencia?
— Le dejé las cloacas instaladas al hospital, que no la tenía; gestioné y dejé el agua potable a Barrio San Carlos que tampoco tenía; la apertura de las calles Arenales y Congreso y Puerto Argentino. La gente trabajaba muy bien y eran épocas lindas.
– ¿En menos de un año cómo hizo para encarar tan rápidamente esos trabajos?
— En los años anteriores fui miembro de dos consejos asesores, y fui concejal por el movimiento Línea Popular, que era desarrollista. Cuando fui a la intendencia ya tenía idea sobre lo que se necesitaba.
– ¿Se candidateó para la intendencia?
— Sí, una vez, por la Alianza Ramirense. Fuimos a una escuela a responder preguntas de los alumnos con otro candidato, el doctor Tassi, que iba por el radicalismo. Una silla quedó vacía. Fue la del que nos ganó, el ex intendente Kramer.
– ¿Tuvo relación con Crespo?
— Antes venía más seguido porque no había sucursal del Banco de Entre Rios en Ramírez. Venía a la sucursal de Crespo. Eran tiempos pobres, éramos tres amigos y veníamos un día cada uno, pedíamos el saldo y si a alguno le faltaba plata compensábamos las cuentas. El que venía traía las chequeras firmadas para hacer un cheque del que tenía dinero para depositar en la cuenta que faltara. Los comerciantes amigos con los que hacía esto eran Osvaldo Herbel, ya fallecido, y Gerardo Ruff. Mantuvimos ese acuerdo hasta que se inauguró la sucursal del Banco en Ramírez. Eran tiempos difíciles porque uno largaba los cheques y después ‘alambraba’: ¿llegará mañana, lo habrán depositado?
Fiesta de la Avicultura
– ¿Cómo fue su participación en la fiesta de la avicultura?
— Estuve sonorizando en la primera fiesta nacional de la avicultura en1964, cuando vino el presidente Arturo Illia. En la primera fiesta de la avicultura vine la noche anterior a instalar las bocinas. No eran bafles. De ahí viene mi problema de sordera.
– ¿Por qué?
— Porque era poca la potencia y metíamos los oídos delante de la bocina para ver si había zumbido, y con el tiempo eso se paga. Eran más sonidos agudos, no había graves. Se escuchaba desde todos lados. Hoy, los muchachos ponen un bafle en el suelo, los que están adelante se aturden y los del fondo no escuchan nada. Nosotros nos molestábamos, en las fiestas patrias, en todo, poníamos la bocina arriba de los árboles y se escuchaba en todo el pueblo.
– Venían los grandes artistas del momento, un Hernán Figueroa Reyes o un Jorge Cafrune con una guitarrita. Ahora, hay equipos de audio impresionantes. ¿Cómo salían las grabaciones en aquel momento?
— Nos conformábamos. Uno escucha las grabaciones de esa época y tienen ruido de púas. Eso era lo que había. Pero había más tranquilidad que ahora, excepto algunas excepciones. Con los Príncipes del Compás anduve por toda la provincia, sin jactancia alguna. Pero ya era distinto porque tenía un grupo electrógeno para la energía eléctrica, porque los bailes se hacían en las escuelas rurales que no tenían electricidad. Empezaban a las 9 de la noche hasta las 3 de la madrugada. Yo hacía hasta Viale, Victoria, Chilcas, Isletas. Los Príncipes dejaban algunas fechas hasta que me conseguían para el sonido, porque éramos muy amigos con ellos. Tengo las grabaciones, por ejemplo, en los cien años de Aldea San Miguel. Tengo una grabación de seis horas, y ahí estuvieron Los Príncipes también. Con los Wendler si habré andado; pero primero fue con los Henkel. Los bailes se hacían los sábados. Contratábamos a la tarde un carro con capota y saliamos a promocionar el baile con ellos arriba del carro. Sobre la capota ponía un parlante y recorríamos el pueblo haciendo la promoción del baile. Hoy cuesta creer, sobre todo a los chicos, cómo se asombró el ‘viejardaje’ cuando yo iba manejando la chatita que tenía y no hablaba. Las viejas me miraban y no podían creer que saliera la publicidad si no hablaba por el micrófono. Fue publicidad grabada con el primer grabador que tuve, un Geloso italiano, que todavía tengo. Les parecía a los viejos que era imposible. Hoy lo contás y no te creen.
– ¿Tuvo un cine?
— En 1955 comencé con el cine “El Calisuar”, en un salón que alquilaba al Club Racing. Lo tuve por 14 años. En verano, girábamos el reproductor hacia el patio y dábamos cine al aire libre. En invierno, exhibíamos en el salón, que tenía 144 butacas.
– Cuando dejó el cine siguió con la propaladora “El Calisuar”
— Sí, seguí trabajando hasta los setenta. Después empecé con la casa de artículos del hogar y fui agente de las marcas del momento. En eso fui pionero. Después nace el videocable. Tenía un autito y hacía publicidad ambulante. Recuerdo que siempre hacía ‘cosas raras’. Recuerdo una publicidad para la ‘Tienda y Zapatería Graff’. En ese entonces estaba en auge una canción de Leonardo Favio que decía ‘cada niño que pase con un libro en la mano’ le agregué ‘será de gran tienda y zapatería Graff’. Ahora, veo cada publicidad por televisión que me da pena. Hay publicidades incomprensibles que no se sabe por qué las hacen. En el video, había un amigo que tenía una despensa y vendía el vino Tittarelli. Busqué a uno que le daba mucho al ‘escabio’, le dimos dos damajuanas y lo filmamos para una publicidad por televisión. Fuera de cámara yo le hacía unas preguntas y el respondía. ‘qué le está pasando mi amigo. Ando un poco chupadito porque me he tomado todo el vinito’. Publicidad jocosa, la tuvimos que filmar como 20 veces.
El videocable
– ¿Cómo fueron los primeros tiempos del video cable?
— Tenemos el canal de televisión hace 27 años, en Ramírez, Seguí y Aranguren. Nosotros comenzamos junto con Space, que fue uno de los primeros canales satelitales. Nosotros teníamos un galpón al que le cruzamos unos alambres y le pusimos dos telones de lona. Ese era el ‘estudio’. Pusimos un cable de dos cuadras de largo, para que la gente fuera a un comedor a ver por primera vez televisión satelital. Entonces se veía por antenas todavía. Le estábamos haciendo una entrevista al doctor Saralegui, hoy fallecido. Empezó a llover y cayeron piedras, el ruido de las chapas tapó el audio y tuvimos que suspender la entrevista y el programa. No teníamos micrófonos unidireccionales, eran omnidireccionales, captaban todos los ruidos.
– ¿Cómo se dio cuenta que el negocio iba por el videocable?
— Estando en la reparación de televisores, se comentaba mucho el futuro de la televisión vía satélite. Viajaba a menudo a Buenos Aires y veía las novedades. De ahí, nos fuimos a Seguí y a Aranguren. Ahora tenemos tendidos diez kilómetros de fibra óptica de Ramírez a Aranguren, donde se vé lo mismo que en Ramírez. Tenemos un posteado de 60 postes de madera y 50 de hormigón que van con la fibra óptica desde Ramírez hasta Aranguren. En el paso de las vías férreas hay un tramo subterráneo corto. En Seguí no lo hicimos porque para llevar más de 30 kilómetros de cables era muy costoso. Para llevar diez kilómetros ‘nos farreamos’ 3 millones de pesos. Hace seis meses quedo inaugurado.
– ¿Les sirvió el plan de ‘La última milla’, la red de fibra óptica nacional y provincial que hizo el gobierno anterior?
— Fuimos el conejillo de Indias, porque acá el primer cable que se conectó a Arsat, somos nosotros. Querían hacer una prueba y nuestro canal estaba en condiciones de hacerla. Anduvo muy bien. Estamos bajando el servicio de internet para las tres localidades.
– ¿Cómo se fue financiando cuando comenzó el videocable?
— En Ramírez fue relativamente fácil, porque pasar de la antenita común al videocable con televisión satelital fue grande el cambio. Ahora, con internet también. La nuestra es una pyme familiar, con tres socios, mis dos hijos y yo. Tenemos 13 empleados, todos en blanco. En Aranguren tenemos un representante que trabaja por su cuenta. No cobramos los espacios para la programación local, porque entendemos que lo nuestro son los abonados. La publicidad es para los productores, no les cobramos ni un centavo; lo único que se les exige es que hagan más y mejores programas. No somos como la radio que depende de la publicidad para subsistir. Sabemos que dependemos del abonado, tampoco salimos a buscar publicidad para el canal. El canal pone cámaras y el estudio. Algunos productores tienen sus cámaras y traen sus productos ‘enlatados’. Yo conozco casi todos los canales de la provincia, porque estuve doce años en casi todos los cargos de la Asociación Entrerriana de Telecomunicaciones, que nuclea a casi todos los cableoperadores de la provincia. Antes era la Asociación Entrerriana de Televisión. Fui presidente, secretario, vocal, todos los cargos. La sede social, con local propio, está en Rosario del Tala.
– ¿Tiene sede propia?
— Sí, fue una locura mía que un día en un encuentro con los 54 cableros asociados en ese momento. Les dije: ‘No tenemos vergüenza, nos llamamos empresarios; en Ramírez hay tres clubes, los tres con locales propios, y la Asociación no tiene’. Entonces, compramos el local, lo modificamos, el frente lo conservamos como patrimonio de la ciudad. La Asociación produce un noticiero provincial con informaciones que elaboran los cables locales. Se llama “Lo que pasa” y el fin de semana se difunde “Lo que pasa hoy”. Cada uno de nosotros envía material vía internet y en Colón se hace el armado del programa.
Servicio público
– Además del negocio, lo que Ud. tiene claro es que el cable es un servicio público.
— Es de interés público. Hay cableros que son inversores, únicamente. Y hay cableros que lo traemos a la vocación desde adentro. Yo estuve diez años como periodista haciendo el informativo local. Como dice Santiago Rinaldi que es ‘periodista de vocación’, ¡pero un señor periodista! Yo lo hice de igual manera. Empecé así, le impuse el nombre “Imágenes de mi ciudad”, el informativo diario. Y prosigue así. Cuando queda un espacio en blanco, produzco un espacio que se llama “Te acordás, hermano”. Pongo el tango que dice ‘te acordás hermano qué tiempos aquellos..’ y después van archivos que tengo desde 1992 en adelante. ¡Hay finados como para hacer dulce! (sonrisas) Pero, gusta. Cuántos recuperan a través de esas filmaciones al abuelo, cómo hablaba, cómo se divertía. Tengo un archivo de casetes VHS del año 1992 en adelante y lo paso a digital o a DVD.
– ¿Cómo negocia el fútbol ahora que se volvió a privatizar?
— Los cableros del país estamos asociados a la empresa Red Intercable, que negocia directamente con los concesionarios. Cuando estaba Torneos y Competencias, era un desastre. Una vez fuimos con mi hijo a Buenos Aires para que nos rebajaran el canon mensual. Nos dijo el que nos atendió: ‘¿Quieren un consejo? Váyanse antes que los de arriba se enteren que están acá y les pidan un 15% de aumento’. Así que nos tuvimos que ir. Imponían un mínimo de mil abonados. Si tenías menos nos decían ‘ese es su problema, no saben utilizar lo que tienen’.
Otras actividades
– ¿Hizo deportes?
— Entre el 48 y el 49, por ahí, jugué al fútbol en el Club Atlético Racing, como delantero. Y corrí en 1951 una de las primeras carreras de Ford T por un circuito callejero en Ramírez. Salí segundo, detrás de un señor de Concepción del Uruguay, de apellido Brutis. Después me fui al servicio militar. Y dentro de mi audacia incursioné en la crianza de pollos. Acá en Crespo alquilábamos un criadero a Güttlein.
– ¿Cómo le fue?
— Me fundí, porque vino la peste de Newcastle. Con otros dos socios llegamos a tener 20 mil pollos. Se nos morían 500 pollos por día. Le entregué a la firma Vizental una camioneta Chevrolet Apache para cubrir las deudas. De los tres socios yo era el que tenía un poco de capital, y quedé enganchado con los cheques. Estuvimos más de un año y medio trabajando con la avicultura y se nos vino la Newcastle. Lo único que me quedó fue la casa donde vivía, y debí empezar de nuevo. Con la casa de artículos del hogar. Después vendí todos los artículos del hogar para fundar el videocable. Vi más negocio en eso y no me equivoqué.
– No le tocó la circular 1050 de la época de Martínez de Hoz que llevaba los intereses y la capitalización de deudas por las nubes.
— Claro! Me costaba una heladera por mes. Por esa época compré una fábrica de jugos cítricos. Todavía tengo la marca registrada, “Adicto”. Cuando la 1050, me costaba tanto el interés de un crédito que tuve que vender las máquinas, a una empresa de la provincia de Santa Fe. No pude empezar porque comprendí que no llegaba, porque estaban en la competencia Fritzler y otros. Debíamos dar vuelta por la provincia, dejar muestras para colocar el producto.
Quién esOscar Lino Lamanna nació en Ramírez el 29 de julio de 1930, tiene 87 años. Sus padres fueron Francisco José Lamanna, italiano de Cosenza (región de Calabria), y de Lina Ermida Perini, argentina hija de inmigrantes italianos.
Está casado con Ida Armida Yust, descendiente de inmigrantes rusos. Tiene dos hijos, Raúl Oscar, que le dio tres nietos; y Silvia Graciela, de quien tiene dos nietos. Los hijos trabajan en la operadora de cable de la familia, “Ramírez Cable Visión SRL”.
El entrevistado aclaró que existe el apellido Lamagna, similar al suyo, ‘pero son descendientes de judíos’.
“Se ruega no llevar armas”
En la copia de un folleto publicitario de un baile organizado por la Federación Agraria Argentina en 1955, donde estuvo sonorizando Lamanna se indicaba al público ‘Se ruega no portar armas’.
El entrevistado explicó: “En la pista Todone, en Aranguren, una noche un policía mató a un tipo delante de todos nosotros. Y para poder salir, volteamos un tapial, por la estampida que se generó. Por eso después el pedido ‘se ruega no portar armas’. Yo hice el sonido, con mi empresa de publicidad y sonido, “El Calisuar”. (Es una herramienta que se usa para esmerilar y pulir superficies curvas, N. de R.). Resulta que allá lejos y hace tiempo, cuando hice el servicio militar en Paraná, era asistente del jefe y me quedaban las tardes libres. Entonces estudié para técnico en relojería. En relojería y en mecánica se usa el calisuar. Entonces seguí con el nombre. Tuve Cine “El calisuar” durante 14 años, en Ramírez”.
Cambios en una vida
– En 87 años que vivió que ha visto, qué extraña.
— De la sociedad he visto con mucho beneplácito el avance de la tecnología, que es invalorable, para lo bueno y sabiéndola aprovechar. Extraño la falta de cordialidad, que tenemos hoy entre nosotros. Inclusive, la falta de respeto sobre todo con los mayores. Hablando de Illia, lo recuerdo como un símbolo de la honestidad. Cuando estuvo en la Fiesta de la Avicultura, el día anterior estuvieron los custodios, los conocimos. Al otro día nos pudimos acercar sin problemas. Una vez, viajé a La Rioja y cuando volví por las salinas grandes, pasé por Cruz del Eje y fui a visitarlo a su casa, pero no estaba lamentablemente. Me hace acordar a Mujica, del ex presidente del Uruguay. Añoro la cordialidad, porque en nuestra época no se veían cuatro adolescentes con un celular. Detesto el periodismo mal educado. Yo lo miro todos los domingos a Lanata, porque fue el iniciador del destape de la olla. Pero lamento su lenguaje. Yo me fijo mucho en cómo escriben los muchachos en los clasificados que pasamos por el canal. Escriben con muchos ‘horrores’. Por ejemplo, ‘se necesita chofer para camión con psicofísico’. ¿El camión tiene que tener psicofísico? Es nada más que una muestra. Me dicen ‘pero si me lo dieron así’. Les contesto ‘fijate vos que a mí ni siquiera me lo dieron’.