Sociedad
El regreso de don Leoncio
** Hola a todos. Siéntanse todos incluidos en mi saludo por favor, porque pienso en todos al trabajar con la palabra escrita, solo que elijo escribir y hablar con las reglas tradicionales de la gramática española. Si todos vamos a exigir nuestros derechos, elijo el mío. Entiendo que la gramática deberá adaptarse poco a poco a la realidad social y cultural en constante cambio, que no ignoro, que respeto, pero a algunos nos llevará más tiempo que a otros esa adaptación. Lo importante no es como escribimos sino cuál es nuestra posición frente a un mundo que, en materia socio cultural y quizás también biológica, ha dejado de ser blanco y negro y hemos comenzado a ver los colores y matices.
** Dicho aquello con toda sinceridad y tal como siento y vivo, vayamos brevemente al mundo de la política para decir que esta sí ha perdido su paleta de colores y continúa funcionando en blanco y negro. Gobierne quien gobierne en Argentina, los que no lo adulan son catalogados enemigos. Por supuesto que ese mal es crónico y más acentuado en las naciones gobernadas por déspotas, y actualmente se acentúa en EEUU con Trump, el amigo de Putin, unidos por el cálculo y el ego antes que por perimidas escuelas ideológicas.
** La necesidad de tener un enemigo cuando se gobierna no es por culpa del filósofo Carl Schmitt (1888/1985) ni de Maquiavelo, sino que está en la naturaleza de los trepadores. Nadie como ellos saben que las masas entienden mejor la bronca que la esperanza. En la tierra de Martín Fierro y don Leoncio, desde hace mucho tiempo no hay matices, es blanco o es negro. Los seguidores de un gobierno ven (o fingen ver) todo blanco e inmaculado; sus oponentes ven (o fingen ver) todo oscuro y perverso. Murió la teoría de aciertos y errores, cada cual actúa según lo que perdió o ganó con el cambio de gobierno. Y ya lo dijo don Leoncio, filósofo de cabotaje: ‘Los gobiernos no son tan malos como los pintan los opositores ni tan buenos como se jactan’.