Sociedad
El color del envoltorio no hace la diferencia
** Iniciaré la columna de hoy con una confesión, después de habérmelo guardado durante décadas sin habérselo dicho nunca a mis padres. A nadie se lo dije. Cada vez que me los regalaron simulé que me gustaban, pero siempre odié los caramelos Media Hora. Apresuraron mi deseo de llegar a adulto para elegir yo mismo mis caramelos en el kiosco. Nuestros padres, después de prometernos un premio por quedarnos a cuidar al Buki y el Coquito (loro alcahuete), aparecían con caramelos Media Hora esperando que brincáramos de alegría a su alrededor. Nunca un Sugus ¿viste? Para mí y mi hermano significaban algo punitivo, como que habíamos hecho todo mal.
** Le encontrábamos cierto sabor a mascada de tabaco con azúcar quemado y jarabe para la tos. En nariz revelaban aromas semejantes a chicharrón edulcorado y humo de biznaga verde, aunque en este punto no hay total acuerdo, están los que discrepan sosteniendo que en realidad huelen muy parecidos a ungüento para calambres que se aplicaba en estas emergencias a los jugadores del fútbol de potrero.