Bienestar
ACV de “Locomotora” Oliveras: el caso que revela una emergencia silenciosa en la salud pública

El Dr. Matías Alet, Director de Neurología de FISP, advirtió que cada minuto cuenta ante un ACV. El caso de la boxeadora Alejandra Oliveras refleja una realidad crítica: cuando no se actúa a tiempo, las consecuencias pueden ser irreversibles.
La internación de urgencia de la reconocida boxeadora argentina Alejandra “Locomotora” Oliveras a causa de un accidente cerebrovascular (ACV) encendió las alarmas en el mundo del deporte y puso nuevamente sobre la mesa un problema crítico y muchas veces invisibilizado en el país: los ACV y la importancia del tratamiento a tiempo.
La deportista permanece internada en terapia intensiva y en estado delicado, tras sufrir un ACV isquémico extenso, según explicó el Dr. Matías Alet, neurólogo especializado en neurología vascular de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP). "Una arteria cerebral se tapó, provocando una falta de oxígeno importante que dañó parte del cerebro. Lamentablemente, cuando llegó al hospital ya no era posible aplicar tratamientos para disolver o extraer el coágulo", detalló el especialista.
Ante esta situación crítica, el equipo médico debió realizar una cirugía conocida como craniectomía descompresiva, que consiste en retirar una parte del hueso del cráneo para aliviar la presión generada por la hinchazón del cerebro (edema). "Sin esa maniobra, el daño habría sido aún más grave", afirmó Alet.
Cada minuto cuenta
El caso de Oliveras expone una dura realidad: en Argentina, muchos accidentes cerebrovasculares no se tratan a tiempo. Y esa demora puede significar la diferencia entre la recuperación y las secuelas irreversibles. “El tejido cerebral, sin oxígeno, comienza a morir desde el primer instante. Cuanto antes se actúa, más probabilidades hay de salvar funciones esenciales como hablar, moverse o pensar”, advirtió el neurólogo.
Un desafío de salud pública
El ACV representa una de las principales causas de discapacidad y muerte en la Argentina. Según datos brindados por Alet, entre 40.000 y 60.000 personas sufren un ACV por año, y más de 18.000 mueren como consecuencia directa. Actualmente, alrededor del 2 % de los adultos mayores de 40 años convive con secuelas de un ACV, lo que equivale a unas 340.000 personas en todo el país.
A pesar de su impacto, el ACV sigue siendo un problema poco visibilizado y con escasa conciencia pública sobre sus síntomas y riesgos.
Cómo reconocer un ACV
El neurólogo indicó que los síntomas suelen ser repentinos e inconfundibles si se está alerta:
Debilidad o parálisis en un lado del cuerpo
Desviación de la comisura labial
Dificultades para hablar o comprender
Mareos intensos
Visión borrosa o pérdida repentina de visión
“Si alguien presenta estos signos, no hay que dudar: hay que llamar inmediatamente al servicio de emergencias. Cada minuto cuenta”, remarcó el Dr. Alet.
La prevención es posible
Más del 80 % de los ACV están ligados a factores de riesgo modificables, como hipertensión, tabaquismo, sedentarismo, colesterol alto y diabetes. Por eso, adoptar hábitos saludables —medir la presión con frecuencia, hacer actividad física, mantener una alimentación balanceada y no fumar— puede reducir significativamente la posibilidad de padecer un ACV.