“Yo solo pongo el instrumento, el que toca es otro”
Nogoyá.- Hace aproximadamente treinta años que los festejos del 16 de julio en esta ciudad, tienen una voz que los identifica. Hasta momentos previos a comenzar a escribir estas líneas, estábamos dispuestos a ponerle nombre y apellido a esa voz que recibe y despide a la Patrona del pueblo. Pero el mismo Juan Hilario Villarruel, se encargó de explicar porque él sólo es un instrumento a la hora de subir al escenario mayor del día patronal, y cuenta quien es el autor de su accionar.
En entrevista con Paralelo 32, Jhony reconoció que “al conducir eventos, uno tiene la responsabilidad de presentar artistas, disertantes, pero es muy distinto cuando uno tiene que estar el 16 de julio hablando de su propia historia. Todavía guardo en mi memoria los 16 de julio con mis abuelas, cuando iba de la mano con mi mamá y mi papá a la plaza y cuando a mí me tocó llevar a mi primer hijo y a todos mis hijos a que vayamos a la plaza”, rememora y aclara una particularidad con la generación que lo prosigue, porque mientras ellos (sus hijos) hacían las procesiones, “papá estaba en el palco, pero cada uno lo vivía a su manera”.
Para Villarruel, el 16 de julio no es un espectáculo, es la profundísima demostración de religiosidad popular de la fe de un pueblo. Que en algún momento en el Documento de Puebla, hace ya algunos años, se hablaba que la religiosidad popular de Sudamérica era la sostenedora de una fe que se iba esfumando en Europa. “Nosotros gracias a Dios tenemos estas demostraciones. Aunque haya sonido y presentadores como en un espectáculo, no es otra cosa que la exteriorización hermosísima de la fe y el amor de un pueblo en la veneración a su madre y en su búsqueda de ese algo espiritual llamado Dios que nos llena la vida”, reflexiona.
Podríamos definir su labor como el animador, el presentador o el conductor, pero en la entrevista él define esa tarea con una nueva terminología: “ser la voz de la Virgen” y así recordó cómo fue que casualmente por primera vez se subió al escenario en una fiesta patronal a principios de los años 90.
“Fue cuando estaba siendo la voz de la Virgen el recordado Eduardo Miguel Ramat. En ese momento yo estaba parado sobre la calle Quiroga y Taboada, frente al palco y Miguel estaba muy emocionado. Me vio entre la multitud, me pidió ante el público que subiera a ayudarlo y desde ese momento, de la nada, porque no había ido a la fiesta para ayudarle a Eduardo, subí al escenario con él y después viene lo doloroso de su enfermedad y quedarme con la responsabilidad magnifica por un lado y cargada de muchas emociones, que significan estar en la conducción de la Virgen” cuenta a Paralelo 32, como reafirmando estas sensaciones divinas que sobrevienen cada 16 de julio en torno a la Virgen del Carmen. Hay cosas que no las elegimos, pero es como si el destino o el capricho de la patrona nos las tuviera preparadas.
Consultamos a Jhony Villarruel como se prepara en su interior en los días previos, que emociones y pensamientos pasan por su cabeza y responde con una llamativa anécdota: “cada vez que se acerca el 16 de Julio a mi me pasa siempre el mismo pensamiento y recuerdo una noche de un 15 de julio de tormenta. Yo salía de trabajar de Victoria a las 20 horas y me venía para Nogoyá. Me encuentro en la ruta a un monje, con su capucha oscura que me hacía dedo, en una ruta lluviosa que en ese momento no tenía tráfico como lo tiene ahora. Lo llevé, supe que era un monje de la Abadía que había pedido permiso para llegar al cumpleaños de la Virgen del Carmen, porque era oriundo de Formosa, entonces tenía la promesa de que él iba a cantar el feliz cumpleaños aquí en Nogoyá y en Formosa haría lo mismo su mamá”. Y sumando al relato, la misma pregunta que acabábamos de hacerle a Jhony: “El monje me preguntó cómo me preparaba y le confesé que estaba nervioso, angustiado, que me movilizaba mucho el corazón y tenía cierto miedo de fallarle a la gente, entonces el monje me dijo algo que me quedó para siempre: “m’hijo usted preocúpese porque la guitarra esté afinada, el que toca es otro”. Desde ese día aprendí que es un acto de soberbia mía, pensar que la locución en la fiesta de la Virgen la hago yo, simplemente le ofrezco a Dios una guitarra medianamente afinada y que el buen Dios haga con esas cuerdas lo que le parezca”.
Más allá de eso, contó que se inspira mucho en lo que siente en el corazón como habitante de Nogoyá. Como decía un poeta, “Cada célula que me pertenece, te pertenece porque vos y yo somos la misma cosa”, y me parece que cada uno de nosotros somos distintos pero tenemos hilos conductores que nos hacen iguales, como el amor a la Virgen. Entonces los sentimientos que ponemos los nogoyaenses cada vez que sale la Virgen, son muy parecidos, porque siempre hay un pedido, un ruego y un agradecimiento. Generalmente en ellos está casi lo mismo, la familia, nuestros hijos, el trabajo, el futuro, nuestra patria, nuestros nietos, pero además me inspiran mucho los que están en las primeras filas debajo del escenario, porque son casi siempre las mismas caras. Y a lo largo de estos años me han ido faltando muchos, ya no volverán muchos de los que estaban allí. Y como uno los conoce, sabe lo que pasan, lo que viven, lo que no, ¿y qué podes pedirle a la Virgen sino lo que transmite la gente que está allí?
Por eso no hay libreto, no hay papeles, es dejar que la guitarra esté afinada y que Dios reciba de nuestro pueblo el ruego que viene a través de todos nosotros”.
“Que pase por tu casa es una bendición”
La labor de Jhony ha sido ininterrumpida desde el primer día que se subió al escenario patronal, incluso en pandemia estuvo presente acompañando la imagen de la Virgen del Carmen por los barrios de la ciudad y sobre esa experiencia consultamos.
“La virgen por los barrios en pandemia, se ha convertido en una necesidad y creo que todos tenemos que entenderlo. Si bien ha andado la Virgen peregrina, lo que más me dejó estos dos años, es que vi en muchas casas gente impedida de caminar, en sillas de ruedas, ancianos que no pueden ir a la plaza y la Virgen pasó por la puerta de su casa y me parece que ese no es un dato menor. Para muchos, la pandemia significó que la Virgen iba a pasar por su casa, me parece que tenemos que volver a implementar que la Virgen vaya a los barrios, porque hay mucha gente que va a la plaza, pero también hay mucha gente que no puede ir.
Es una bendición que la Virgen pase por tu casa cuando estás impedido de salir de ella, creo que eso fue lo que más me impactó. La Virgen visitó a los que no podían ir, miró de cerca a los que por muchas razones nunca van a poder ir a la plaza. Eso fue la gran ganancia de llevar a la Virgen a esos lugares, porque creo que la Virgen quería ir a esos lugares, no éramos nosotros los que la llevábamos”, reflexionó.
El día que la Virgen lo trajo desde Francia
Hubo un año en que la presencia de Jhony en el escenario no iba a ser posible. Es que por motivos laborales, debió viajar al mundial de fútbol de Francia en el año 1998. Ese viaje estaba programado y tenía fecha de regreso para el 17 de julio a la Argentina. Significaba su ausencia en Nogoyá para la fiesta del pueblo.
La selección queda eliminada el 04 de julio y ahí comenzó una de las anécdotas que mas marcaron la vida de Villarruel.
“Llega este momento de hablar de anécdotas y me acuso por no haber escrito en el tiempo las cosas que me han sucedido con el tema de la Virgen. La que más me marcó fue cuando en el año 1998, la selección queda afuera del Mundial (de Fútbol) y me dicen mis compañeros que pruebe de ir al aeropuerto para ver si me podían adelantar el viaje”, recuerda.
“Me fui al aeropuerto de Barcelona para ver si tenía chance de adelantarlo. Me atendió una mujer, le explique que quería llegar a la fiesta de mi pueblo, que era la Virgen del Carmen y demás y que yo deseaba llegar. Aquella chica, con su español tan magistral, me dijo: “quédese tranquilo señor, como que me llamo Macarena Del Carmen, que usted va a llegar a su pueblo”.
Su nombre me marcó mucho, me explicó que se llamaba así por la Virgen de la Macarena y por la Virgen del Carmen. Y de esta manera, no solo por Macarena del Carmen, sino también por la mano de Dios, estuve en Nogoyá el 15 de julio a la noche y pude estar el 16 celebrando junto a mi pueblo.
“Esta devoción es un avío del alma”
“La devoción a la Virgen del Carmen es una herencia, es un avío del alma, es eso que uno le va dejando a sus hijos. Porque uno puede dejarle una casa, un auto, pero hay cosas que le debemos dejar a nuestros hijos que van más allá de las cuestiones terrenales, que es el amor a la Virgen y la fe en Dios, porque como dijeran mis padres, “hasta tus padres te pueden fallar, Dios nunca”.
Entonces creo que pasa por eso, es una herencia de fe que hemos recibido y se ha hecho carne en nosotros y de esa fe vivimos. No debe haber casa en Nogoyá que no tenga una imagen de la Virgen del Carmen”, conjetura nuestro entrevistado. En tanto también hizo referencia a quienes no comparten el mismo credo: “los que no creen y no están de acuerdo con esto, respetan a quienes lo sienten, porque lo sienten de una manera tan profunda y sentida que moviliza incluso a quienes no creen. La devoción no es otra cosa que poner en manos de la Virgen para que ella interceda ante Dios de todo lo que nos sucede. La veneración que hacemos a la Virgen, es el regalo más hermoso que nos pudieron haber dejado nuestros ancestros y nosotros dejar a nuestros hijos”.