¡Ya tenemos al culpable!, es el otro
** Se oyó un grito espartano de guerra y es difícil pasarlo por alto. Alberto desafió al mercado emulando a aquel Galtieri en el balcón después de la segunda botella. Primero déjeme aclararle esto a mi tía Cata, que va todos los días al mercado de la ciudad y vuelve quejosa por lo que cuesta el repollito de Bruselas o un cuarto de pechuguín de pollo. No es ese mercado, tía. El mercado al que le habló Alberto es un poco más complejo y aunque no aclaró si se refería al laboral, al comercial, el industrial o el financiero, sospecho que aludió al mercado del usado, que amenaza con crecer a zancadas con una demanda de ropa y zapatillas de segunda mano.
** “Si quieren probar nuestra fuerza, la van a probar”, dijo Alberto con el dedo en ristre, como corresponde a toda advertencia o desafío. Preocupa su similitud con Galtieri en el ’82, después de plantar bandera en las Malvinas. Cuando le acababan de avisar que se vendría para el Atlántico sur la armada británica con la Task Force de Naciones Unidas, submarinos, portaaviones, y trescientos gurkas disfrazados de ancianitas repartiendo bufandas, los encaró así: “¡Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla!”.
Ambos se atrevieron a mucho pero no lo suficiente como para decir “y acabaremos con ellos”. Galtieri solo agregó: “Y que traigan al principito”, seguro que para pedirle un autógrafo, pero nunca fue al campo de batalla.
** El mercado que parece haber acusado el golpe y se espantó, es el financiero. Cada operador salió rajando hacia su trinchera llevándose puestos en el camino a los mercados que andan por el piso, que son como los manteros que hay que poner cuidado de no tropezar con ellos. Eso se vio en el dólar pinto di blue, que dio un brinco y cayó en los 317 mangos el miércoles. El más cobarde fue el Índice Riesgo País que hizo un pique hasta los 2.800 puntos, felizmente sin alcanzar todavía el nivel de Ucrania que está en ruinas, por encima de Uruguay que está en 200 puntos y Brasil en 300.
La ruleta tiene letras (1)
** El relato inicial nos llenó los bolsillos de fichas para apostar a que hoy estamos mejor que ayer y peor que mañana. ¡Vaaaamos carajo! Así vale la pena esperar los días subsiguientes. Pero, pero… alguien nos invirtió la lógica. ¿A quién hay que reclamarle que nos pusieron un paño con 36 números y la ruleta parece tener 360? Le ponemos ficha todos los días pero no embocamos; en vez de números la ruleta pareciera tener letras. Los únicos que la embocan son los especuladores que apuestan a que el día de hoy fue peor que ayer pero mejor que mañana.
** Gris destino el de un país donde importa más adoctrinar a los jóvenes que educarlos; donde el objetivo es formar soldados militantes y no ingenieros pensantes; repartir pescado frito en vez de cañas de pescar; someter al poder judicial para conquistar la inmunidad personal; con gobernantes que se convierten en los sobrinos cómplices que les llevan whisky al geriátrico a los viejos, en vez de haber hecho algo por ellos cuando estaban en su plenitud para trabajar y desarrollarse humana y económicamente.
** Una nación donde el único dólar trucho es el oficial que es apenas un triste dibujo, porque nada se calcula con ese valor ni se lo consigue a 130 pesos en ventanilla alguna. Donde el único dólar real es el oficialmente llamado trucho, el blue, o las 4 invenciones más, todas con cotizaciones cercanas al blue. Un país que siempre ha tenido altos ingresos de divisas gracias al turismo, que sorprendentemente espera que solo vengan turistas idiotas que van a una ventanilla legal a cambiar sus dólares por 130 devaluados mangos, cuando en la vereda le ofrecen 310.
El país de los ranas (7)
** La única política de Estado que se ve clara es la de recaudación. Nos recuerda al sujeto que circuló en un videíto hace pocas semanas. Pongámosle que se llamara Oportunio. Vive en una casa precaria a la vera de una ruta que permaneció unas horas cortada, por una protesta de rebeldes autoconvocados del campo. Los vehículos podían pasar pero desviando por una callecita de tierra. Oportunio se paró frente a su precaria casita y mediante un artilugio detuvo uno a uno los vehículos para cobrarles peaje. Oportunio fue durante un par de horas una fiel, aunque patética, imagen de la anomia Nac & Pop. Recaudar sin importar cómo, en un país –reconozcámoslo– donde ya nadie da factura o tiket a menos que el cliente lo pida. En algo estamos primeros en Bajamarca; es el país donde se negrea a desparpajo y con alevosía.
** “Hay que despertarlos. Están en un cumpleaños, ellos tienen papas fritas, quieren chizitos, quieren la torta y la gente está cagada de hambre”, acusó Grabois esta semana emulando a Casero. Es otro cuervo criado por el gobierno que ahora va por sus ojos.“No se dan cuenta de que esto así no va más»,subrayó el dirigente social pro usurpación. El caso es que la amplia mayoría del país está de acuerdo en que no va más, pero no quieren aportar sino recibir. Ojalá pronto tengan prioridad los asalariados, los que producen y los jubilados, aunque darles a éstos les reste a los gerentes piqueteros.
Inflación mata trabajo (5)
** Millones de argentinos sin tiempo para pasarse un día en las plazas porteñas, que salen cada día a espantarse con los precios de las góndolas o las farmacias, mascan hinojo para quitarse el amargor de la boca, y son víctimas desprevenidas de las disparadas del mercado asustado. ¿Y qué es el mercado? También lo es aquel hombre que viaja en cole de Paraná hasta Hasenkamp cada fin de semana a vender prendas de vestir y cuando vuelve a su proveedor la guita total de lo que vendió no alcanza para reponer.
** Algunos creen que el mercado de consumo es Coto y sus similares, pero basta ver lo que se dice en las redes sociales (¡¿qué seríamos sin ellas?¡, ¿cómo pudieron vivir nuestros padres?) Allí se encuentran testimonios de todo tipo. La señora que vive de coser prendas, que se desahogó publicando su dolor por haber vendido su máquina de coser usada en 80 lucas y corrió a comprar una Overlock nueva por la que le habían dado un precio de 115 lucas. “No, señora, eso fue el lunes, hoy jueves cuesta 165”. Se quedó sin máquina y con la guita en mano con la que al jueves siguiente seguramente comprará aún menos. ** Está claro, los que más padecen el desorden económico son los más desprevenidos. El rana siempre gana.