Si voy preso, que vayamos todos
Curioso país la Argentina. Ignorado o conocido según los intereses de quienes se interesan (valga la redundancia) en asuntos geopolíticos. Popularmente se lo puede conocer como el país de Messi, Francisco, Maradona, Favaloro… y en los ámbitos más palaciegos donde se analiza la política, la oportunidad de negocios o de especulación financiera, suelen olvidarnos durante largos periodos y también hallarnos de repente.
Pero hay otro punto menos halagüeño por el cual somos motivo de análisis y es por la corrupción estructural. Se busque por donde se busque, empezando por la justicia que debería ser la más honrada, siguiendo por el Ejecutivo, Legislativo, sindicatos, Iglesia, empresariado, fútbol… están influidos por el tango que hace sentir un gil a todo aquel que no afana.
Corrupción de corrupciones en todos los estamentos, desde la primera línea dirigencial hasta el portero, que pide coimas para permitir un acceso o pasar un dato. Desde el que cobra doble, coimea, es ñoqui o simplemente ventajea con certificados médicos truchos. Los malos pasan pero el mal continúa.
Hemos llegado a un punto donde el máximo dirigente sindical, que además es presidente de un club y colocó a su yerno de pocas luces al frente de nada menos que la Asociación del Fùtbol Argentino (AFA), es acusado y no niega haber cometido delito sino que manda un mensaje mafioso tipo: Acá robamos todos y me niego a ir solo a la sombra.
Quedará para la historia la frase de Hugo Moyano, de esta semana, al decir: “Si voy preso, que sea en la celda de al lado del padre de Macri”. Y en el mismo lodo, todos manoseaos…
(L.Jacobi)