Ribetes de historia, nostalgia y perspectiva en el 90º aniversario de Imprenta Los Gráficos
Según documenta Juan ‘Lito’ Stiechr en su libro Recuerdos: hacia 1932 se constituyó una sociedad entre Juan E. Gómez, Timoteo Pirro y José María Orbe, que con la ayuda del párroco de entonces, R.P. Damián Errecart y de otro cura llamado Benito Ibarrola, adquirieron una imprenta en Santa Fe.
Sin embargo, los Pirro advierten que el dato de instalación primeramente “frente al Jockey Club, en la propiedad de Simona Atencio”, no es certero.
Por ello, el detalle del devenir de la Imprenta Los Gráficos, hay que buscarlo en el local de siempre, calle Chacabuco Nº 45, casi Italia, “que por ese entonces pertenecía a Lucía Esnal de Rodríguez, y donde sienta sus reales bases la ya bautizada Imprenta Los Gráficos”.
En el siglo de la digitalización y virtualidad los desafíos para este sector no son menores, así lo expresa Juan Manuel Pirro, quien como parte de esa tercera generación de imprenteros, aporta actualidad a un escenario donde hay señales críticas de estancamiento y cierre de cerca de 400 plantas impresoras en Rosario y alrededores, realidad que no escapa a lo que viene sucediendo en menor medida en Entre Ríos.
La región lucha por sobreponerse a la coyuntura general, que se puede ver expresada en la trepada mensual del costo de Papel Prensa (entre el 5 y 7 por ciento mensual), pero también en los papeles planos (que se utilizan mayoritariamente para el diseño) todos han registrado una suba del 100 por ciento; consecuentemente se advierte una caída en la demanda de este servicio herido de gravedad por el uso de redes sociales, apps y demás plataformas de diseño web que evitan el papel como recurso, pasando a un segundo o tercer escalón de prioridades de quienes evalúan publicitar, hacer folletería, packaging para el negocio, tarjetas, etcétera, o que, si se solicitan, cada vez lo hace por menor número.
Si hay un indicador que significó un duro embate para este trabajo fue la facturación digital. Ni bien comenzó su implementación obligó al cierre a muchos imprenteros de escala menor porque ese ingreso por talonarios que representaba un caudal regular de trabajo, se suprimió por esta nueva forma que puede imprimirse de forma hogareña, en cualquier papel, o generar un PDF con el original y el duplicado.
Por otro lado, sí, están trabajando a buen ritmo con otro tipo de formularios manuales, que por lo general se necesitan de forma urgente, y que en algunos casos, el solo hecho de tener siempre una computadora a mano y/o conexión a internet deficiente, puede generar demoras que las empresas no desean afrontar.
En el presente, el poco uso de papeles de colores, que mayoritariamente se usaba para esos talonarios descriptos (duplicados de diferente color), perdió en importancia redituable para las papeleras y se achicó sustancialmente la producción.
En este lote de razones también se inscribe una profunda escasez del papel químico (que transfiere sin necesidad del carbónico), el cual debe importarse a un precio exorbitante en dólares; de igual manera no se consigue y lo que llega —según manifestó el entrevistado—es de origen chino y de muy mala calidad. Precisamente nos valemos de ese recurso, el papel impreso, para mostrar a qué se enfrenta un emprendedor que registra sus empleados y asume cada madrugada esa labor junto a ellos. Los Pirro, no se quedaron detrás de un escritorio a ver pasar la realidad, asumieron junto a su familia este trabajo que ha perdurado hasta nuestros días, aggiornádose a los tiempos que tocan en suerte.
Antecedentes de anteriores emplazamientos
Es parte de esa historia local que intentamos esbozar que hacia 1922 en esta esquina de Chacabuco e Italia funcionara inicialmente la Cigarrería Puerto Nuevo de Miguel Turano & Cía.
Aquel comienzo estuvo ligado a una demanda creciente de personal para la elaboración de los tradicionales habanos, y como la zona portuaria se estaba abriendo paso en los alrededores de la vieja estaciones de trenes —como bien remarca Jorge Rubattino quien nos cedió imágenes desde Old Victoria—el nombre de la cigarrería quedaría atravesado por esa circunstancia.
El contraste entre el pasado y el presente están aquí de la mano de Walter Auer— diseñador que entre sus logros está el haber creado la bandera de la ciudad— durante años también supo formar parte de ese staff de impresores, acompañando largas madrugadas de labor en las que manipuló y calibró el rendimiento de la rotativa de cuatro cuerpos que ocupa gran parte de las instalaciones en el sector sur de la planta baja.