¿Quién le hizo fama al corazón?
** “Uno nunca va a entender cómo es posible que una mujer puede distinguir entre un champú a base de germen de trigo y otro a base de líquenes del Mar Negro, y sin embargo no sea capaz de hacer una diferencia entre ese atorrante que la atormenta con su desprecio y nosotros que somos más buenos que un cardumen de cornalitos”, escribió Fernando Sendra, humorista, escritor, junto con el Negro Dolina los únicos argentinos capaces de calmar nuestra sed por una imposible nueva ocurrencia de Fontanarrosa.
** Al corazón se le atribuyen los asertos más maravillosos, la intuición inequívoca, el sustituto infalible del cerebro (‘no pienses tanto que te vas a equivocar, hacele caso al de la zurda’ –consejo que por lo general te manda al muere-). La casualidad le hizo fama de buen consejero, los poetas le pusieron un alma sensible, cerebro, ojos, y hasta una belleza estética inigualable. Pero digan lo que digan sus aduladores, el único que acertó con la definición fue el que le llamó por primera vez El Bobo.
** El Bobo es incapaz de diferenciar al hombre manipulador del galante, a la mujer manipuladora de la seductora. Se ha creado tanto mito en torno a él pero elige mal tantas veces como se lo permite la ley de probabilidades. Si así no fuera, no habría un divorcio por cada tres parejas que se juraron amor eterno. De las dos que quedan unidas, una se consuela en la indiferencia o se resigna ante los estragos físicos del paso aplanador del implacable tiempo, que arremete con su rodillo pata de cabra contra la piel, los huesos, el pelo, el tejido graso y las vísceras de quienes huyen de él despavoridos, lo cual es peor.
** Nos enamoramos sin saber qué vida nos tocará, y aceptamos la que nos tocó porque estamos enamorados. Quizás la última de estas tres parejas pueden repetir esto. Pasa cuando al corazón le ayudaron a decidir con la razón.
Bobo tirando a gil de cuarta
** El corazón también ha sido vil y arteramente acusado como traidor en infinitas canciones que nadie se toma en serio. Seamos coherentes. Un bobo no sirve ni para traidor; no sabe cómo hacerlo.
En algunos ámbitos filosóficos, meteorológicos y odontológicos, se sostiene el error de que el Bobo traiciona cuando nos tira onda tipo ‘dale para adelante que esto es amor puro y verdadero’. El tipo agarra viaje y ella también, pero bastará con que él moje la tabla y deje la toalla tirada en el piso, le espíe el Facebook y eructe en la sobremesa, para el ¡púm! Chau. Alfiler sobre globo inflado. Vos por tu lado y yo por el mío.
Por lo general somos los hombres los culpables del cisma, por olvidar que el amor de ellas es intolerante con actitudes de lo más normales en la pareja.
** La mayoría de las parejas se divorcian por razones de peso (de pesos, para que se entienda mejor). Además, desde el surgimiento de un nuevo fenómeno intrahogareño, el peso de la condena ya no recae tanto sobre el divorcio pacífico. La violencia de género, los ataques sobre todo del hombre a la mujer, su sometimiento psicológico y físico, tiende un manto de indulgencia para aquellos que se separan civilizadamente y viven en paz cada uno por su lado. ¡Quién lo diría! Mejor eso y no que se maten, dice mi tía Marga (es dulce ella, pero se llama así).
San Martín y el yaguareté
** Es que el mango, tela, lana, moneda, o como guste, crea discordias solo por su naturaleza, en cualquier ámbito.
Victoria. Camino por una empinada calle desde el bajo, encogiéndome un poco al poner cada pie en la vereda ascendente. Dos que la traían fácil viniendo en dirección contraria despertaban el silencio con una conversación sobre “antipatrias”. Ahí supe que es traición a la patria eliminar los próceres de los billetes para ilustrarlos con bichos. El segundo opinante no estaba de acuerdo y se cruzaron en… no una discusión, más bien un toma y daca de incoherencias donde la ilación de las oraciones estaba dada por el vocablo ‘boludo’.
** Ellos se detuvieron; les era incómodo tomar la cerveza del pico mientras iban plantando los talones en la bajada. Simulé una llamada a mi móvil y me detuve cerca. Supe en esa maniobra que Julio Argentino Roca le vendió las tierras patagónicas a Benetton. Me pareció interesante enterarme que el viejo general aún vivía, un siglo después de su primera presidencia cuando Benetton comenzó a comprar campos en nuestro país.
** Con el aparatito contra la oreja, alzando el rostro atento y con los ojos semidisueltos como quien escucha algo que no puede creer (en el teléfono, obviamente), seguí parando la oreja para el lado de los muchachos, para quienes Sarmiento solo fue un viejo de mierda y Rosas un héroe, que no es como describe su época Cristina Bajo, que no milita sino que investiga hechos, ni es lo que la historia dice acerca de don Domingo Faustino. Sobran todos aquellos libros frente a la brutal capacidad de síntesis.
Saquen al guanaco
** Se salvó San Martín, a quien podrían haber acusado de cornudo ya que él mismo lo admite en una de sus cartas guardadas. Creo que don Manuel Belgrano salvó la ropa en este entuerto, pero empató Evita, descalificada por uno pero reivindicada por el otro que, ausente de toda realidad, proclamó que ellos irían por más y lo pondrían al Internauta Néstor en los billetes de la era del retorno. Y que Maradona debería estar, porque es patria, porque ese sí que cantaba el himno… El Apache también, dijo el otro…
** Cuando entraron en la cuestión de cupos femeninos, casi me sumo para opinar. Porque es evidente que a nuestros billetes les faltaron mujeres como Cecilia Grierson, Juana Azurduy, Victoria Romero de Peñaloza, Aimé Painé…
Entre ellos surgió un nuevo desacuerdo porque antes que poner a La Princesita Karina tiene más méritos la Bomba Tucumana, y porque además… La bronca fue creciendo hasta que la botella quedó para uno solo y el otro cruzó la calle.
Cortar por lo sano
** Corté la conversación simulada y seguí mi camino ascendente, feliz de haber llegado a una conclusión: ¿Se dividirá la sociedad entre defensores de la ballena franca austral y sus detractores? ¿Bronca de los que entienden que el guanaco es muy guarango para merecer un billete? ¿Entre los partidarios del cóndor o la taruca en su clásica rivalidad por el liderazgo de los Andes?…
Seguro que no. No habrá más discusión ni recelos, no más penas ni olvidos. Entonces… ¡qué gran idea poner animalitos en la guita nueva de los argentinos!
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