¿Quién hallará la chaveta del mundo?
** El mundo está fuera de control y los débiles mortales seguimos discutiendo sobre el sexo de los ángeles o el color de la cocinera que aparece en el envase de la harina Blancaflor. Lo que se observa es que buscamos culpas alrededor de nosotros y descargamos broncas en las redes sociales, en la mayoría de los casos sin haber leído más que el título de la noticia que nos motivó, mientras desfilan frente a nuestros ojos los elefantes amarillos.
** Si, se opina con tan solo haber leído el título y sin abrir la nota. Sobre esas diez palabras comienza un río inagotable de comentarios que un poco más adelante pierden el eje y los últimos ya ni siquiera hablan de lo mismo que los primeros. Tampoco importa demasiado. Otras veces ni nota hay, basta con un twitt de diez palabras. Se comprende que es un modo de hacer cada uno (¿une?) su catarsis y decir lo que le venga en ganas, sepa o no de qué se trata.
** A muchos de nuestros funcionarios y funcionarias les pasa lo mismo; el caso es que éstos en vez de opinar toman decisiones que debemos cumplir como ciudadanos. Todo parece desenvolverse en nuestro micromundo, fuera del contexto geopolítico donde se cocina el estofado universal. Es natural que nos rasquemos donde nos pica y no que miremos la historia de la evolución humana para conocer el origen de la picazón; pero no es lo ideal. Nos convendría estar más alertas con lo que sucede con el ‘plan global’, que no tiene retorno.
** Mirarnos solo el ombligo no es lo ideal. Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) decide que nadie en el mundo debe salir de su casa después de las 18.00, nosotros escupimos el uniforme del policía que nos recuerda esa norma, o nos despachamos contra el intendente, o el gobernador que adhirió a un DNU del presidente, publicado en obediencia con el poder mundial de la OMS, o quizás forzado por sus propios errores en medio de la confusión mundial.
La clavija engrasada
** Enterados de que una interesante proporción de lectores jóvenes se prenden a las páginas del periódico, debemos aclarar aquellas expresiones que rescatamos de la lata del tiempo. Cuando los españoles hablaban de ‘estar mal de la chaveta’ se referían a alguien que está loco o no anda en su sano juicio. Equivale a perder un tornillo del motor –porque en nuestra tierra vinculamos a la chaveta con los fierros–, o que gire loca la clavija de la guitarra.
** Esa especie de clavija llamada chaveta (del italiano ciavetta = llave pequeña o llavecita) en casi todos los mecanismos se usa como tope para asegurar un engranaje sobre su eje, o atravesar el eje para impedir que la polea se salga. Cuando eso ocurre, el engranaje queda loco sobre su eje y todo el mecanismo puede desequilibrarse. Si el mundo pierde la chaveta de su eje, la humanidad está en problemas.
** La chaveta fue retirada de la ranura por los que necesitan cumplir objetivos que no son nuevos sino tan viejos como la idea de ‘desconstrucción’ de las instituciones republicanas, para instaurar –como ya está sucediendo- regímenes totalitarios que serán disciplinados por el supra poder a través de organismos como la ONU, la OMS, entre otros. Un solo poder por país (especie de soviet), y políticas globales, es la idea del próximo gobierno global.
Cuanto peor, mejor
** En este contexto vale la vieja consigna “cuanto peor, mejor”, y esta pandemia, inventada o inevitable, sirve al propósito. “El terror y la crisis son, ante todo, maneras de gobernar”, sentenció alguna vez uno de los filósofos de la Desconstrucción, Gilles Deleuze. Al decir gobernar habló en realidad de una manera de controlar e imponer.
** Otra ingenuidad pasa por pensar que nuestros más altos dirigentes políticos argentinos, así como muchos intelectuales, ignoran esto que mal podemos resumir en dos minúsculos párrafos. Es bueno para ellos que discutamos, por ejemplo, si está bien o mal suspender por 30 días la exportación de carnes, o si el precio bajará o subirá. Es bueno para ellos que perdamos la chaveta en estas cosas que nos impiden pensar más allá.
** Vamos a la carnicería por unos bifes de cuadrada y el carnicero nos dice que le queda solamente carne de ‘vacas conserva’. ¡Dejá, dejá, ni en p…! sería una respuesta posible del comprador. Una vaca conserva o manufactura (lo explicamos en esta misma edición; páginas de campo) es lo que en el barrio le llamaríamos vaca usada, que hasta suena bien para nombrar a un equipo en un campeonato amateur de fútbol. Y es lo que más ha estado comprando China, un clientazo que el año pasado se llevaba el 29% de la producción argentina de carnes.
** Vienen por precio, no tanto por calidad aunque eso está cambiando. Y por precio van las vacas viejas e improductivas, con las que en junio nos vamos a clavar. El precio de la carne tiene un componente impositivo del 45%, entre impuestos directos e indirectos, nacionales, provinciales y municipales. ¿Qué tal bajarlos a la mitad y reducir en 22,5% el precio de la carnea mostrador, y dejar de culpar a otros?
Negrita de mi infancia
** Es enorme la energía que gastamos los argentinos, si lo calculásemos en horas de twiteos y posteos, que no edifica ni forma opinión porque, después de todo, no a muchos les importa lo que dice el otro. La mayoría es adicta a la opinión propia.
Por estos días se contaban 22.500 likes, más de 1.100 retuits y un millar de comentarios en Twitter, porque Molinos eliminó la negrita que estuvo sesenta años sobre su envase de harina Blancaflor, reemplazándola por dos blancas manos de sexo indefinido.
** Alguien observó el detalle y twitteó que Blancaflor quitó del envase “la africana esclava que amasaba”, y ¡¿paaara qué?!. Aquel twittero asoció piel negra con esclavitud, además, pongámoslo al revés, los negros del país tienen derecho a sentirse discriminados porque la negrita fue reemplazada por manos blancas.
** Muchos hicieron humor con eso y otros ideología. Se llegó a decir que el Inadi (Instituto de la Discriminación) fue quien pidió que la fábrica retirase de la etiqueta a la negrita porque estigmatizaba a una raza. Lo contradictorio es que no se hayan quejado del blanco cheff con que Molinos ilustra su etiqueta de aceite Cocinero. ¿Por qué no cambiarlo por uno negro? En fin, donde se salta la chaveta todo es posible y todo es imposible.