¿Qué hay de nuevo, viejo?
** No es que me haya levantado hoy con ganas de discutir con mis coetáneos y mucho menos pelearme con ellos, pero no daré muchos rodeos para decir que los y las Baby Boomers (nacidos entre 1946 y 1964) nos creemos la mejor generación que pobló la Tierra y rehuimos del mea culpa.
Recirculamos por las redes sociales un video interpretado por diferentes personas que se hacen cargo de su texto, que dice cosas como… “somos la última generación que respetaba a sus padres y maestros”, enumerando valores y recuerdos de una infancia en la que todos creíamos que éramos felices.
** Hay varias versiones. Una grabada por un tal Wladimiro Coronel (ver Youtube), hombre muy elegante, de mediana edad y excelente vocalización, que propone un brindis por la generación de los que hoy tienen más de 50 años y “nos estamos yendo”, dice, preguntándose “¿Quién nos va a sustituir? Nosotros somos una generación única”. Enumera varias cuestiones relacionadas con la vida en las décadas del 50 – 60 – 70, cuando todo era más simple a los adolescentes y jóvenes se les inculcaban principios y valores. Es una visión bastante idílica, pero si se trata de ganar likes entre los mayores de 50, está bien.
** Reconozco que grabar ese audio o escribir su texto es una buena forma de hacer amigos, y que los Baby Boomers nos emocionamos al escucharlo. El caso es que somos la generación que recuerda con nostalgia a las madres que con fruición y ánimo de esmerar la casa, usaban la bombita cargada con Flit para eliminar insectos. Pero… cuando fuimos grandes inventamos el aerosol, hoy acusado de hacer pelota la capa de ozono. Y ninguna nostalgia nos impidió usarlo.
** Fuimos y somos respetuosos de nuestros padres, tíos, vecinos (se hacía silencio a la siesta para no molestarlos en esa hora sagrada), respetuosos de nuestros maestros y profesores. Viajábamos sin cinturones de seguridad, subíamos apilados a la caja de una chatita Ford, con cámaras infladas, para ir a un arroyo en enero. Siendo adultos quisimos superar todo eso e inventamos el plástico, multiplicamos chimeneas, llenamos los cielos de aviones contaminantes, deforestamos, contaminamos ríos y arroyos con efluentes cloacales y pesticidas…, inventamos la energía atómica.
¡Okey Boomer!
** En aquel video se afirma también que somos la última generación virtuosa, que “nos estamos yendo y tienen que aprovecharnos, aprender de nosotros”… Me acordé de esto estando en la antesala de un cine cuando un ordenanza, hombre de unos 60 años, se acercó a un chico joven para decirle que por favor levantara la botellita de Dr. Lemon de donde la dejó y la echara en el cesto de residuos.
–¡Okey Boomer!, le respondió irónicamente el ‘Generación Z’, y el hombre se puso rojo de bronca. Me miró y me dijo “lo hacen todo el tiempo y encima te bardean”.
** Uno es curioso y le pregunté por qué se ofende. Redondeando su respuesta, diré que los chicos creen que el cuidador de la sala anda atrás de ellos queriendo hacerles cumplir sus ridículas costumbres de viejo (boomer). Al ordenanza, “Boomer” le sonaba parecido al procaz y ofensivo “viejo ch….” de antes, causándole indignación. Y mucho no le erró. Para los chicos son (somos) una manga de represores, molestos, antiguos, de costumbres arcaicas. Dinosaurios.
** Se han hecho memes con ‘OK Boomer’, en Tik Tok, y de ahí lo toman. Es su aula predilecta. Un padre que recrimina o sermonea a su hijo o su nieto (Generación Z), puede recibir como respuesta ¡OK Boomer!!! El OK parece una aceptación pero la siguiente palabra tiene intención de descalificar. Ser un Boomer es para ellos algo inferior. ¡¡Insolentes!! Nosotros, a nuestros padres los respetábamos como a alguien superior (solo hasta la adolescencia, cuando empezábamos a creer que estaban equivocados en todo. ¿O no?)
Habrá desquite. No podré ver la confirmación, lamentablemente, pero calculo que dentro de 30 años estos Zeta (nacidos entre 1997 y 2012) van a cobrar con la misma moneda cuando sus hijos les respondan: “¡Okeeey Zeter!”.
Ya lo dijo el ‘finau’ Aristóteles
** Según recoge la web: «La Generación BOOM, nacida entre 1946 y 1964, son considerados la generación más opresora de la historia. En su juventud pasaron por la era hippie, la rebelión, las minifaldas, el disco music, e inventaron muchas de las drogas de uso común. Ahora son los directores de compañías donde sólo se permite fumar en un área restringida…».
Se les llama la generación Baby Boom, por la gran cantidad de nacimientos registrados en ese periodo de posguerra. “Profundamente orgullosos, tienden a sentirse sabios por el solo hecho de ser mayores” (así nos ven algunos sociólogos).
** Es un error creer que esto pasa solamente a esta altura de los tiempos. La juventud es un pecado que siempre tuvo “mala prensa”. En el siglo IV a. C., el finau Aristóteles escribía en su Retórica que los jóvenes “creen que lo saben todo y son obstinados en sus afirmaciones”. Pero también dijo lo suyo sobre los viejos, de quienes lamentaba su “mal carácter”, que “consiste en suponer en todo va de mal en peor”. También dice que tienen un “espíritu pequeño por haber sido ya maltratados por la vida” (Lo que vendría a ser un “ok, boomer” algo más elaborado).
** Un sociólogo español de la Universidad de Granada, Mariano Sánchez, experto en estudios intergeneracionales, llegó a la conclusión de que este conflicto entre generaciones no solo es habitual, sino que, hasta cierto punto, es “necesario”, “La identidad de los hijos -apunta- se construye, en parte, contra la de sus padres” (diario El País).
Hagamos las paces
** Como sea, queridos viejos, chicos, chicas, chiques, chicles, chichipíos, todos hemos construido y seguimos construyendo con acierto y error. Los jóvenes bien pueden agradecernos haber creado toda esta tecnología, que tanto les apasiona. También los inevitables pesticidas que permiten la mayor producción de alimentos ahora que somos miles de millones más.
** Y los adultos, agradecerles a ellos que se estén ocupando de crear conciencia sobre el cuidado del ambiente y de buscar alternativas más sanas para reemplazar lo anterior. Quizás hasta decidan unánimemente no usar más la tecnología con baterías descartables. Y todos felices nos damos un gran abrazo, como de cumpleaños. Porque después de todo, eso hacemos en los momentos cuando juega solo el amor y los afectos, no las contradicciones.