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¿Piel real o piel de filtro? El nuevo dilema adolescente en la era de las redes sociales
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El boom del cuidado de la piel entre los jóvenes convive con un nuevo interrogante: ¿qué buscan realmente los adolescentes, una piel sana o la apariencia idealizada que imponen los filtros digitales?
En tiempos donde TikTok, Instagram y YouTube dictan tendencias, el fenómeno del skincare se convirtió en una práctica habitual en la vida cotidiana de miles de adolescentes. Rutinas virales, recomendaciones de influencers y productos en auge forman parte de un mercado en expansión, pero también de una problemática silenciosa: la construcción de modelos de belleza cada vez más alejados de la realidad.
“Hoy las redes sociales lideran la difusión de rutinas y productos. Esta exposición masiva permite que más personas accedan a información y compartan experiencias reales. Sin embargo, también genera falsos modelos o expectativas poco realistas que muchas veces llevan a los pacientes a buscar resultados que no siempre son posibles o recomendables”, explicó la dermatóloga Karina Saizar (MP 114685).
La presión de la imagen digital
Un estudio reciente reveló que el 70% de los adolescentes se siente insatisfecho con su piel al compararse con imágenes retocadas o filtradas en redes sociales. La consecuencia no es solo estética: los especialistas advierten impactos concretos en la autoestima, la ansiedad y la relación con el propio cuerpo.
La Sociedad Argentina de Dermatología informó, además, que en los últimos tres años las consultas dermatológicas en menores de 18 años crecieron un 40%, en gran parte motivadas por el deseo de parecerse a referentes digitales o influencers.
“El problema surge cuando la imagen editada se vuelve el estándar. Muchos adolescentes llegan al consultorio con referencias que no son reales: pieles perfectas, pero retocadas o filtradas. Eso genera frustración y una presión innecesaria sobre la apariencia física”, advirtió Saizar.
Entre la salud y la perfección
Consultada sobre qué cuidados son realmente necesarios a esa edad, la especialista fue contundente: “Lo más importante es mantener una rutina simple pero constante. Una limpieza adecuada dos veces al día, hidratación y protector solar son suficientes. Si hay acné u otros problemas, lo mejor es consultar a un dermatólogo. Menos es más cuando hablamos de piel joven”.
Saizar insistió en que el sentido del cuidado de la piel debe vincularse al bienestar y la salud, no a la perfección. “La piel real, con poros y textura, también es hermosa y requiere reconocimiento. El autocuidado tiene que ser un momento de conexión con uno mismo, no una carrera contra un filtro”.
La dismorfia de Snapchat, un fenómeno en crecimiento
El cruce entre estética digital y salud mental es cada vez más evidente. Aplicaciones como Beauty Scanner o FaceScore, que califican la apariencia con puntajes numéricos, refuerzan la lógica de la comparación constante.
Según nuevas investigaciones, el 60% de las adolescentes reporta malestar al ver que su rostro real no coincide con la versión que muestran los filtros. Los especialistas en psicología describen este fenómeno como “dismorfia de Snapchat”, una obsesión por alcanzar la versión filtrada de uno mismo que puede derivar en frustración crónica, ansiedad y trastornos vinculados a la imagen corporal.
Recuperar la piel real
“La tarea ahora es educativa y de salud mental: fortalecer una imagen corporal saludable y derribar los estándares irreales que imponen los filtros”, señaló Saizar.
En un escenario donde la estética digital gana terreno, la dermatóloga concluyó con un mensaje claro: “Cuidar la piel no debería ser una forma de esconderse, sino de encontrarse. Enseñemos a los jóvenes que la piel real también es valiosa”.