¡Pero andáaaa, si no atajás nada!
** Ignoro si todavía se usa la expresión, pero cuando decías que tal o cual cosa ocurrirá “el día del arquero”, equivalía a nunca o poco probable, sencillamente porque ese día no existía en el calendario de efemérides y homenajes. En la actualidad, con la enorme profusión de los “día de…”, si nos descuidamos ya ha sido instituido hasta el día de la pinza del pantalón del ciclista (preciado elemento ya extinguido), pero así no eran las cosas en otros tiempos, y mucho menos un día consagrado a los que cuidan el arco, lugar que en las indisciplinadas picaditas de potrero siempre quedaba para el ‘tronco’ que en el revoleo de patadas tras la pelota no agarraba una. Al arco seguro que lo mandaban a él, o al gordito.
** El arquero es el único de los once que puede hacer el ridículo, revolcado en el césped mientras alguien le grita un gol en la cara. Razonemos, ¿se puede admitir como ídolo a alguien que en cualquier momento puede ser vapuleado bajo los tres palos? Quizás ésta, mas otras circunstancias desconocidas, fuera la razón por la que hasta 2011 estuvo vacante el Día del Arquero en el extenso y cada vez más competitivo calendario argentino y mundial de los recordatorios, tomas de conciencia y homenajes.
Hasta esa fecha no había un día para mandarle flores o bombones al rudo arquero, apto también para que todos los periodistas pusieran en su agenda al guardametas más conocido para entrevistarlo.
Se cuentan goles, no atajadas
** El arquero, como la arquera en el fútbol femenino, puede convertirse de repente en el tipo que no atajó ese último bombazo al arco que significó la derrota de nuestro equipo, y ya se sabe que en la Argentina nadie te cuenta las atajadas, todos te cuentan las perdidas. Si Messi anda en siete puntos (que de ahí no baja) durante un partido de la Selección, es un perro al que le hicieron fama al cuete. En una cultura así, al arquero solo le vamos a contar las que no atajó, y si atajó como Tarzán pero perdimos por un gol… el día del arquero se lo vamos a reconocer. ¿Vos no sos así, no?
** Ni siquiera se nos ocurrió instituir el día del arquero cuando el Goico (Sergio Goicoechea) se recibió de héroe en el Mundial del 90 (Italia) al poco rato de entrar al arco como suplente de Pumpido, el día que Italia entristeció por el “siamo fora” y el penal atajado para definir el partido nos dio el pase para las semifinales. Goico atajó un penal sobre 5 que patearon los tanos, pero alcanzó para ganar.
** Pero en 1999 la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS), eligió a Amadeo Carrizo como el Mejor Guardameta Sudamericano del siglo XX, por sobre el paraguayo Chilavert y el argentino Ubaldo Matildo Fillol. Y tuvimos además a Angel Labruna, el “Loco” Gatti, el “Mono” Burgos. Amadeo, que cuidó durante 24 años el arco de River (1945/68) ya tenía 73 años. Doce años después, el Senado Argentino se tomó un tiempo en el 2011 para declarar como “Día del Arquero” la fecha del 12 de junio, en la que el gran Amadeo había nacido en 1926. Nadie pensó que un día habría arqueras, por lo que ahora tenemos una complicación, un nuevo decreto debería llamarlo El día de les arqueres, porque así como está quedó machirulamente excluyente.
Imitando a los grandes
** Ahora bien, ¿qué haremos de aquí en más con el Dibu Martínez que nos salvó de volver a casa el martes a la noche atajando 3 de 5 penales mientras el Goico lo miraba desde la sala del CTP donde integraba el equipo de trasmisión a distancia? ¿Cambiaremos la fecha del 12 de junio por el 2 de setiembre de su nacimiento (1992)? Y la duda: ¿Es para aplaudir la actitud de su boconeo y el gesto obsceno a los colombianos, visto además por miles de chicos que se inician en el deporte?
** No nos apresuremos. Que Dibu demuestre algo más hoy sábado frente a los brasileños y se comporte más como Amadeo y menos como Chilavert, después veremos. Los chicos idolatran e imitan a sus ídolos deportivos; se identifican con ellos, por eso importan también sus actitudes.
** Cuando tenistas como el australiano Kigros, Djokovic, o el argentino Pella durante un Roland Garrós, azotaron sus raquetas contra el suelo, miles y miles de chicos por el mundo comenzaron a hacer lo propio para expresar enojo cuando perdían en el tenis, ignorando esta brutal diferencia: Djokovic o Pella la azotaban de rabia por la bolsada de dólares que perdían en la derrota, mientras que los padres del chico imitador recién iban por la quinta cuota de la raqueta destruida.
Día de les arqueres
** Por esa razón muchos padres de chicos aficionados al fútbol no le perdonaron a Diego los desórdenes de su vida, sobre todo su adicción a las drogas. Para ellos El Diez era un ‘contramodelo’ fuera del campo de juego, donde hacía muchos años ya no se lucía. Sin embargo en el último filo de sus días quizás lo fue. Ahora sabemos que murió en una habitación donde apenas cabía su cama y un par de muebles, sin vista hacia el exterior, con un baño apartado en el que no cabía más de una persona, sin ducha ni bañera, donde lo duchaban cada dos semanas con una manguera. Que hacía sus necesidades en ese dormitorio sin puerta, pegado a la cocina, en una silla inodoro por la que sus “cuidadores” habían pagado 3.500 pesos.
** Sus ‘cuidadores’ lo estafaron y abusaron de él porque perdió el control de si mismo y de los delincuentes que lo rodeaban. La enseñanza que deja este epílogo es que errar el camino de la vida, por más éxitos y fortuna que se consiga, solo puede conducir a un final errado. Y Diego tuvo un final sin luz ni amor familiar, que nos lastima a quienes hemos admirado su jugadas inolvidables.
** En la lata de las viejas expresiones perdidas podremos hallar otra más, vinculada con el ‘arquerismo’. Cuando queríamos descalificar a alguien, no en el campo de fútbol sino en el de la vida, solíamos reaccionar: “¡pero si ese no ataja nada!”. Era una forma por todos entendida de tratar a alguien como inútil, o como mínimo inservible para la función que se requería. La descalificación fácil es un defecto de los argentinos, si, pero compensado con muchas virtudes que nos adornan, porque también somos sensibles, capaces de desgañitarnos con un gol o llorar con una atajada a once pasos, solidarios, capaces de indignarnos frente a la injusticia, y amigues de les amigues (al final aflojé).