Salud en familia
Pantallas y primera infancia. Cómo pueden “apagar” un cerebro en desarrollo
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En los últimos años veo en mi consultorio un fenómeno que se repite: bebés y niños muy pequeños que llegan con ausencia o pérdida de lenguaje, falta de contacto visual, irritabilidad, sueño desorganizado y conductas que se parecen a un trastorno del neurodesarrollo. Muchos padres llegan angustiados pensando en autismo. Pero al revisar la historia clínica aparece un dato central: exposición temprana y prolongada a pantallas.
Quiero explicar qué ocurre en el cerebro del bebé cuando esto pasa, por qué lo llamamos “apagado funcional” y qué encontramos hoy en la evidencia científica.
Cómo una pantalla puede “apagar” un cerebro infantil. No se trata de un apagado literal. El cerebro deja de avanzar, frena procesos que deberían estar en pleno crecimiento y se “desconecta” para protegerse. Esto ocurre por distintos mecanismos:
1. Sobrecarga sensorial
Los videos para bebés tienen demasiada luz, demasiados cambios de escena, demasiada velocidad. El cerebro inmaduro no puede filtrar ese nivel de estímulo y se abruma. Cuando un estímulo es demasiado intenso, el cerebro se desconecta para no saturarse más.
2. Reemplazo de estímulos esenciales
Entre los 0 y los 4 años el cerebro necesita miradas reales, turnos conversacionales, contacto, juego manual y movimiento. Cuando aparece la pantalla, desplaza todo esto. Sin esas experiencias, el cerebro no construye lenguaje, ni socialidad, ni regulación emocional.
3. Falta de interacción humana
La pantalla no mira, no interpreta, no responde. El bebé aprende a hablar porque alguien le devuelve la mirada, le contesta, le imita. Sin ida y vuelta, no se activan las redes del lenguaje.
4. Dopamina instantánea
Los videos generan pequeñas descargas de dopamina constantemente.
El cerebro se acostumbra a estímulos artificiales fuertes y después rechaza lo real: libros, juguetes, caras, juego simple. Sin interés por lo real, el desarrollo se enlentece.
5. Modo pasivo
Frente a una pantalla el niño no toca, no explora, no experimenta.
El aprendizaje se vuelve pasivo y el cerebro deja de crear nuevas conexiones.
Ese es otro tipo de apagado.
Qué dice la evidencia científica. La investigación es clara y consistente:
Estudio JAMA Pediatrics 2023 (7.097 niños): Bebés de 1 año con más de 4 horas diarias de pantallas tenían 5 veces más riesgo de retraso en comunicación a los 2 años. Traducción: A más pantallas, menos lenguaje. Estudio 2024 (600 niños de 6 meses a 3 años): Más de 2 horas por día = peores puntajes de lenguaje. Estudios en preescolares: Más pantallas = menos palabras, menos comprensión, más irritabilidad, menos vínculo con el adulto. Revisión sistemática 2024: Impacto negativo en lenguaje, atención, autocontrol, conducta social y resolución de problemas.
Conclusión científica: el cerebro en desarrollo no madura bien con pantallas tempranas. ¿Es reversible este “apagado”? Sí. Y muchas veces más rápido de lo que se cree. Cuando los padres hacen cambios concretos: 0 a 2 años: cero pantallas, 2 a 4 años: uso mínimo y acompañado, pantallas fuera de comidas, sueño y berrinches, más juego real, interacción, lectura y aire libre, muchos niños vuelven a mirar, a imitar, a jugar y recuperan lenguaje en pocas semanas o meses.
La plasticidad cerebral de la primera infancia es enorme
Cómo diferenciar “efecto pantallas” de un trastorno del neurodesarrollo
Hay dos claves: Si al eliminar pantallas durante 6–8 semanas el niño mejora en mirada, juego e imitación la sobreexposición tenía un rol central. Si no hay cambios, o hay regresiones, es necesaria una evaluación completa.
Mi mensaje a los padres
No se trata de culpas. Se trata de información. Un bebé no necesita tecnología. Necesita caras, voces, contacto y mundo real. Porque ningún video puede reemplazar lo que un cerebro infantil necesita para encenderse, crecer y conectar.
Un niño no aprende mirando una pantalla: aprende mirándote a vos.
