Marcel se presenta en el carnaval esta noche
Marcel Bordón: “Hoy me siento realizada, es hora de disfrutar”
Un repaso sobre su historia de vida y su protagonismo indiscutido en el carnaval de Nogoyá • Celebró cincuenta años de una manera muy especial • Entrevista a una persona feliz.
Nogoyá.- Enero es sinónimo de temperaturas agobiantes, se respiran aires de vacaciones en gran parte de la población, pero para quien lleva el carnaval en la sangre, enero refleja largas jornadas de armado de estandartes, carrozas y vestuario para presentarlos en el corso de la ciudad.
Hay una persona que lleva siendo protagonista por 33 años consecutivos de los carnavales de Nogoyá, al punto que no se imagina perderse una edición de la fiesta y en los momentos adversos pensó en desfilar en una silla de ruedas con tal de no estar ausente.
No hay generación de este pueblo que no haya concurrido al corso para esperar la comparsa, la carroza o la murga de “La Marcel”, lo que es reconocido por la propia protagonista de esta historia que en medio de la entrevista confesó entre risas: “yo sé que para bien o para mal, la mayoría de la gente va esperando para ver qué tipos de tacos llevo”.
Marcel Bordón recientemente celebró medio siglo de vida y no fue una celebración más, fue un cumple con un tinte especial. Pensó en cada detalle estético como es su estilo y además en su lista de invitados estaban personas que ella quería tener en su mesa y de las otras también. Estuvo hasta su maestra de primaria en la celebración. Para cada una de ellas ideó un mensaje. Fue un cumple con sabor a revancha a reivindicación y resurgimiento.
Eso fue uno de los motivos para entrevistarla. Ella accedió y recibió a Paralelo 32 en su florería ubicada a escasos metros del cementerio. Allí reside con su pareja, por estos días entre plumas, estandartes y secciones de la escenografía que montará en una de las carrozas que se presentará en el corso. Pide disculpas por el desorden, pero en realidad es un despliegue artístico, es su esencia.
Comenzamos hablando de la celebración de sus cincuenta años, ella sola define el significado de la fiesta remontándose a su niñez y adolescencia, reconociendo que fueron tiempos muy duros, “me planté siendo un niño, la adolescencia fue aún más complicada para la época que se vivía. A los 12 años yo tenía definido que era lo que quería, empecé a encarar el camino para transformarme en “La Marcel” y enseguida aclaró que ella dejó de ser Marcelo para ser La Marcel, nunca usa el término de decir dejé de ser varón para transformarme en mujer, “porque respeto muchísimo a la mujer”.
“Esa historia fue uno de los motivos principales de festejar mis cincuenta años y sobretodo porque el año pasado atravesé un momento muy complicado de salud, sabiendo que si en ese momento tardaba dos o tres días más en recibir atención médica, me moría. La luchamos, la peleamos y aquí estamos, firmes” menciona con orgullo.
Consultamos más detalles sobre sus primeros años, recuerda la protagonista que desde muy chica ella se escapó de su familia. Vivía en una casa de campo, en distrito Sauce, la que era regenteada por su padre, “un militar de la época que desaparecía gente” define Marcel y recuerda que luego, el jefe de la familia una vez jubilado se dedicó al horno de ladrillos.
Ella sabía bien que el horno de ladrillos y el campo no era lo que soñaba para su vida. Se escapó de su casa para comenzar la gira con un circo, era el circo de los hermanos López, el que no tenía grandes pomposidades, “era un circo gaucho, tenía una carpa sin techo y éramos cinco artistas. Yo entré de payaso y vendía los recuerdos del circo” recuerda. Artísticamente fue bautizada como Toni Cucharita, porque en el idioma circense aclara que a los payasos se les dice “Toni”, la gente me decía el payaso Cucharita, pero en realidad era Toni Cucharita.
En sus palabras se ve reflejada la lucha constante. No las cuenta como una carga, al contrario, en cada momento narrado, por más duro que sea, esboza una sonrisa y refleja el orgullo de una batalla ganada en décadas donde el prejuicio estaba a la orden del día y la homosexualidad era considerada una enfermedad.
“En el circo empecé a transformarme en La Marcel, ahí tenías la libertad de disfrazarte, te podías poner plumas y brillos. Yo soñaba con maquillarme como una mujer, por eso fui dejando de lado el payaso y empecé a hacer contorsiones. Era la excusa para usar ropa más ajustada y con brillo, tenía la necesidad de sentirme realizada en primeros pasos de transformación” recuerda.
Pero esa vida de circo tuvo un fin, a Marcel le tocó volver a su ciudad natal y enfrentar a una sociedad que vio partir a Marcelo y recibía a Marcel.
“Eso fue muy complicado, me tuve que volver a disfrazar de varón para poder conseguir un trabajo. Cuando llegué acá estaba transformada, llegué siendo un maricón, pero en la entrada de Nogoyá dejé a La Marcel. Hoy con orgullo digo que anduve recolectando basura, nos mandaban a cortar el pasto con guadañas, hacíamos zanjas a pala de punta. Limpié vidrieras y barrí veredas en La Mosca Blanca y en Blanco y Rojo, jamás me avergoncé por pedir trabajo por un sandwich o una moneda. Todo eso que viví a mi me honra, preferí siempre ir a puntear tierra y no estar parada en el borde de la ruta prostituyéndome” menciona.
La vida es un carnaval
Pensar en Marcel sin carnaval es como imaginar la Navidad sin el tradicional árbol o la figura de Papá Noel. Es inevitable asociarla al corso, por sus venas corre sangre de batucadas, plumas y brillo. A pesar que tiene más oficios, es comerciante, decoradora, diseñadora; el corso es su arte. Le pedimos que lo defina en una palabra y respondió: “El carnaval es mi vida” y automáticamente se siente conmovida, respira y narra uno de los momentos que jamás imagino vivir, como quedarse sin poder salir a disfrutar del carnaval.
“Estuve a punto de usar sillas de ruedas, faltaba una semana para que comience el carnaval y el doctor no me daba el alta. Tomé con mucha actitud mi enfermedad y me di el lugar para las bromas, por eso digo que me casé con un novio joven, cosa que si nos tocaba decorar la silla de ruedas, la decorábamos y a él le iba a tocar empujar la silla, pero yo salía al corso”.
Sabía que si no salía, me moría de tristeza. Por eso salí, caminando algo tembleque, poco estable, no era La Marcel con la alegría de siempre pero le puse todo. Por eso este año voy a dar el alma. Anticipa un número artístico con mucho brillo, plumas y amor por el carnaval, “siempre trato que se note que llevamos el carnaval en la sangre, ya sea con un trabajo ínfimo o con algo bien arriba, yo le pongo el alma y la vida” asegura y a modo de anécdota agrega: “la gente espera a Marcel Bordón en el corso, mis tacos se han vuelto un clásico. Creo que si un año salgo de chatitas, dejo de ser yo. Porque la gente espera ver que tacos se puso La Marcel”.
Claro está que al decir carnaval, Marcel se olvida de su dura historia, deja de lado las infinitas luchas y comienza a contar historias que surgen espontáneamente, una tras otra.
Recuerda que la economía nunca fue un impedimento para estar presente en el carnaval, Marcel sorteó todas las crisis económicas de este país y dijo presente en cada edición. Si no cuenta con recursos, recorre el basural y rescata chatarras que transforma en arte para sus carrozas, sino como en los primeros años, hacía las dos vueltas del circuito de boulevard España haciendo contorsiones. “Nos pagaban monedas, así salíamos del corso con una bolsa de monedas, eso ganábamos, pero siempre nos las rebuscamos para estar participando”.
Una persona feliz
“Con cincuenta años, he logrado hacer lo que siempre quise hacer. Siempre me cruzo con gente que tiene todo, tienen plata, autos, propiedades y si les pregunto si son felices, dudan, porque no saben lo que es ser feliz” respondió cuando se le preguntó si se sentía una persona realizada y reflexiona: “digo que hoy soy una persona feliz, porque vivo como quiero y hago lo que quiero. Logré que a mi cumple fueran las personas que quería que estén. Cada persona tenía una partecita de mi vida, con cada uno compartí algo. Hubo personas muy buenas, pero también estuvo presente la hipocresía” y en ese momento aclara que fue algo intencional de su parte para que esa gente la vea entrar triunfante a su fiesta. Volví a mi casa y me acosté feliz y realizada”.
El respeto y los consejos
En medio del diálogo preguntamos a la entrevistada que le diría a La Marcel de la adolescencia. Entre lágrimas expresó: “Le diría que lo vuelva a hacer, que vuelva a luchar para estar donde estamos. Le diría que sea fuerte, para llegar a esto. Hoy me siento realizada, soy feliz con todo lo que he logrado con la satisfacción que todo lo que tengo me lo he ganado poniendo el lomo. Nadie puede decir que tengo lo que tengo porque me lo dieron, todo me lo gané. Y si hoy me tocaría volver a trabajar en un horno de ladrillos, lo volvería a hacer”.
Es consciente que todo lo que ha logrado se basa en el trabajo y sobre todo en el respeto, “creo que por eso hoy tengo el respeto de mi pueblo siendo Marcel Bordón. Hoy camino por la calle y a mí no me señalan, a mi me dicen La Marcel, me reconocen por el corso, la florería, la decoración o los vestidos. No me conocen por estar parada en el borde de una ruta”.
Lo que queda por delante
Con tantas aristas en su vida, apostamos a que Marcel estaría ideando otro comercio o alguna expresión nueva dentro del arte, pero sin embargo hoy está decidida a poner un freno y disfrutar lo cosechado. “Luché, amontoné y armé. Ahora es momento de disfrutar, hice andar una zaranda en la que quedaron prendidas las personas realmente valiosas. Hoy busco ser feliz, no quiero pasar necesidad, bronca o angustia. Nada de lo que me lastimó quiero volver a vivir. Quiero estar tranquila, sin tener que estar escondiéndome de nadie y sin deberle nada a nadie.
Por último, pedimos un mensaje a las generaciones actuales y asevera que “hoy está fallando el respeto a sí mismas, todo parte desde quererte. Si vos te querés podes lograr lo que deseas, pero si no te aceptas es difícil. Una vez me echaron de un lugar porque lo que yo soñaba ser era una enfermedad y en esa casa había niños. No me considero un puto, para mi eso encuadra para el hombre que no tiene el coraje suficiente para decir “yo soy gay” y continúa su vida lastimando a toda una familia. Tienen mujer, hijos, pero cae el sol y salen buscando otro hombre para que complete lo que a él le falta”.