Los pájaros también tienen las suyas
** El aire estaba áspero y quieto, con una temperatura que aplacaba los entusiasmos y nos hacía soñar con frescas playas exóticas con tan solo mirar una Pelopincho. Ese día don Leoncio no se achicó y salió a sobrevolar veredas, pañuelo húmedo en mano y una queja a flor de labios.
** –M. Gusto de saludarlo don Leoncio.
_L. Lo mismo digo Mangrullero. ¿Calor no?
–M. Discúlpeme, no quisiera comenzar esta conversación discutiendo, pero me parece que recaer en lo obvio no es una buena forma de empezar un diálogo. Siempre hizo calor en verano, siempre frío en invierno, siempre mojó cuando llovió… ¿de qué novedad estamos hablando?
_L. Es una costumbre de antes esto de hablar del tiempo como para arrancar con algo. ¿O es más entretenido hablar de los aumentos de la luz?
–M. Usted mismo lo ha dicho; de antes, no de ahora. Y ahora es ahora.
** _L. No me critique a la gente de antes sin lavarse la boca porque primero tendría que haber vivido lo que vivieron ellos. A usted no le preocupa el calor porque puede usar bermudas, musculosa, y sestear con aire acondicionado. Para usted el estado del tiempo es un asunto que ni vale la pena mencionar porque lo combate fácil o lo esquiva, pero quisiera haberlo visto unas cuantas décadas atrás vestido con camisa de gabardina mangas largas prendida hasta el último botón del cuello, puños abotonados, con camiseta abajo…
** –M. …Bueno pero seguramente había otr…
_L. …Momento que no he terminado. Pantalón largo de sarga reforzada; botas de cuero el que tenía y otros alpargatas; cuarenta grados a la sombra y cuarenta y cinco bajo la única sombra de un sombrero de paja o de trapo. En esas condiciones lo único que le salía a uno para empezar a hablar, y salía con rabia, era sobre el clima. Uno se quejaba del calor buscando la complicidad del otro, que dijera que no tiene gollete, que está pesado, y qué se yo cuanto más. ¿Usted ha visto a alguien quejarse solo sin alguien que lo escuche? Siempre hacen falta dos, mínimo.
** –M. Bueno, ahí está, se hubiesen quejado de los aumentos de la energía eléctrica. Usted me dice que ando esquivando el calor y yo le puedo decir que en una de esas gambetas me rompí la jeta contra la factura de Enersa.
_L. No usábamos corriente eléctrica.
–M. Si es así, me da la impresión que por ahí estaban mejor que nosotros, que tenemos acondicionadores para el aire pero los prendemos cada vez menos.
De pájaros oligarcones
** –M. Lo que trataba de decirle es que seguramente había otras opciones para vestir.
_L. Si, si había. La asociación de jejenes y mosquitos hacía mucha presión para que los tenderos le ofrecieran a la gente, sobre todo a los chacareros, pantalones cortos con elástico arriba y camisas de manga corta. Pero la gente no transaba. También se contaba que las ‘yararases’ andaban protestando porque algunos transpiraban las patas con borceguíes de cuero duro que se traían al salir de la colimba.
** –M. Está bien, está bien. Póngale que el calor era tan dramático que se hablaba mucho de él enseguida tras el saludo, pero si no era el calor era la sequía, o que no paraba de llover, o si dio vuelta el viento, si soplará el pampero porque canta la calandria, si la luna cambió con mal tiempo, si el sol entró con no se qué….
** _L. Pasa que la calor, los aguaceros y…
–M. …‘El’ calor don Leoncio, ‘el’ calor. El calor es macho.
_L. …¡Pero claro! Eran unas calores machazas, pero también las sequías de entonces hacían historia. Un año fue tan larga que los horneritos empezaron a hacer sus nidos con paja seca nomás, como los pajaritos pobres.
–M. ¿¡Así que en el mundo de las aves también están mal distribuidas las riquezas?!
_L. ¿Por?
–M. Yyyy, por eso que me dice de los pajaritos pobres.
_L. Si usted vio igualdad en algún reino, aunque sea el mineral, avíseme que me voy para allá.
No todo pájaro es buen cantor
** –M. Entonces, don Leoncio, para usted está mal repartida la cosa en el mundo de los pajaritos.
_L. Y si no, mire las casas que tienen los horneros y compárelas con una palomita, por ejemplo, que empollan a la intemperie sobre tres palitos entretejidos.
–M. Bueno, si lo mira desde otros ángulos la paloma es más humilde y no le gusta la ostentación, ¿o quizás haragana y con poca imaginación?
_L. No sabría decirle porque la paloma nunca hizo declaraciones, pero en el reino animal hay de todo, igual que en el humano. Hay pájaros laboriosos, usurpadores (okupas), haraganes, pendencieros, egoístas; de lo que busque, menos borrachos, faloperos o ambiciosos.
** –M. Puede ser. Yo nunca los miré de ese modo.
_L Fíjese en esto. Ponga un pájaro en una jaula tan grande como quiera, no le deje faltar el agua y dele de comer en el pico. Cuando lo pone en libertad se muere.
–M. Desconoce el nuevo hábitat.
_L. No señor, está mal enseñado. Pierde la iniciativa de salir a rebuscarse por las suyas, y de competir por la supervivencia.
–M. Y si, lo vemos también en los gatos, el día que les resolvemos el problema de la comida no caza más una laucha aunque ésta venga a mojarle la oreja.
**_L. Mesmo. Al hornerito nadie lo encierra porque su plumaje no es gran cosa y ni siquiera sabe cantar. Lo que tiene de feo lo tiene de bueno y amistoso. Pero pruebe enjaular a uno y cuando lo largue ya no tendrá ganas de armar una ranchada; seguirá pensando que se la tiene que hacer el gobierno…
–M. Me parece que otra vez nos estamos yendo al carajo.
Hay de todo en la pajarera
** _L. Ese caserito no ha visto a sus padres amasando adobe, ni a algún pariente o cualquiera de su especie, y encima le dieron lo básico. De dónde cree usted que va a sacar un estímulo.
–M. ¿Podría decirse que con el ser humano pasa lo mismo?
_L. Mire, vea, Mangrullero, yo me metí con la asociación defensores de los derechos de pájaros y cotorras, y hasta ahí nomás llego. Si usted quiere meterse con la otra defensoría… permiso.
** –M. Bueno, ambas son respetables.
_L. ¿Cuál es la que ahora estuvo peleando para que el feriado del 2 de abril no pase al lunes sino que quede en viernes?
–M. La segunda obviamente, la de los humanos.
_L. ¡Buhéh! La defensoría de los derechos de los pájaros se ocupa, por ejemplo, de condenar a los que andan matándolos a hondazos. Así es como militan a favor de las aves buenas. Si estas organizaciones defendieran a los humanos, estarían condenando a los chorros criminales.
** –M. Son puntos de vista don Leoncio. Esa siempre será una discusión sin final. De sordos. Porque en esas discusiones nadie habla para intercambiar pareceres sino para imponerles su idea a los otros.
_L. ¿Está mal tener quietos a los peligrosos?
–M. La doctrina Zaffaroni dice que a esos pobres muchachos ni siquiera habría que ponerlos presos, porque los culpables de haberlos hecho malos somos todos, también usted y yo, que formamos parte de la sociedad. Los pecadores somos nosotros, los que las noticias del día llaman equivocadamente víctimas.
_L. ¡A mí que me revisen!
**_M. Tengo una idea al respecto; asumo la responsabilidad que me cabe como parte de la sociedad corruptora, pero mientras veamos cómo podemos hacer para no seguir pecando ténganlos bien guardados tras las rejas a esos muchachos que cometen delitos graves por culpa nuestra.
Un té de Oviedo, por favor
** _L. ¿A mí me parece o usted se ha vuelto bastante colagogo, mangrullero?
–M. ¿¡Colagogo!? ¿A qué se refiere?
_L. Esos que dicen lo que a la mayoría le gusta oir pero que no se puede cumplir.
–M. ¡Ah! Eso es un demagogo. ¿De dónde sacó lo de colagogo?
_L. Algo así era. Supe tomar durante años un té colagogo; no me hizo falta saber el significado de esa palabra porque el yuyo me caía bien después de enyantar como Pantagruel.
** _M. Colagogo puede ser un té para limpiar la bilis de la vesícula, un boldo por ejemplo. Y demagogo nunca fui, le aclaro.
_L. Nómbreme a algún político en carrera que no lo sea.
–M. Tampoco soy un político en carrera.
_L. Y esos demagogos hacen escuela, de ahí que nos parecemos tanto a la gata Flora, que cuando se….
–M. Yaaa, yaaa, yá. No sea tan explícito que a esa la sabemos todos. Y si quiere un modelo de demagogo, préstele atención a un salteño llamado Oviedo, que es diputado nacional y quiere ser presidente para construir un muro entre nuestro país y Bolivia, crear la pena de muerte, hacer reparar las cárceles por los propios presos, etcétera.
_L. Lo de las cárceles no estaría tan mal ¿no?
–M. Imagínese preso y lo ponen a tirar abajo un revoque. ¿Usted no se haría algún huequito hacia la calle?