Los incendios en islas son inevitables e incontrolables
Victoria.- Los incendios en islas siguen siendo un tema de debate y hay distintos puntos de vista en relación a un fenómeno que genera problemas y causa preocupación en nuestra zona.
Para el Ing. Agr. Miguel Curmona, cuando se producen determinados fenómenos naturales, con niveles hidrométricos extremadamente bajos en los ríos y consecuentemente una sequía persistente, los incendios en los humedales son inevitables e incontrolables.
Como un metal expuesto a la intemperie sufre una progresiva oxidación lenta, en opinión de Curmona los incendios en islas se producen porque la materia orgánica ingresa primero en una oxidación lenta y después se transforma en violenta, provocando la acumulación de cantidades importantes de materia seca. “Es un recurso que tiene la naturaleza para desprenderse de un compuesto orgánico que está en proceso de descomposición y no lo puede hacer por distintos motivos”.
En los humedales la acumulación de material orgánico es una constante, pero cuando transcurre un período prolongado entre una bajante y otra, como fue en el 2008 y la última 2020/21, que generó en los humedales mucho material combustible, suceden estas cosas. Cuando una laguna se seca (como ocurre ahora) queda abundante materia orgánica, con todo lo que ello representa. “Hay que tener en cuenta que este compuesto no solamente se incendia con un fosforo, también por la refracción de los rayos solares a través de un vidrio, un rayo, y no descarto que también por la gente en forma irresponsable, que deja brasas sin apagar”. Las fogatas que se prenden habitualmente en la isla para asar o cocinar, durante el proceso de combustión y en días de mucho viento, pueden trasladar a lugares aledaños partículas prendidas. “En todos estos casos es casi imposible de controlar el incendio que generan”.
Al respecto Curmona, que además es empresario agropecuario y desarrolla actividad en campos inundables, consideró que el gasto enorme que realiza el Estado para el control de incendios en islas es prácticamente inútil.
En diálogo con Paralelo 32 y para dimensionar su hipotesis, explicó que nuestra provincia tiene un 15 % de humedales (campos inundables) alrededor de 1,7 millones de hectáreas de las cuales Victoria tiene más de 330 mil. Ante tamaña superficie, la acción del hombre no puede controlar estos fenómenos con los medios que se disponen actualmente (brigadas y aviones).
Hay una práctica ancestral que se hacía previo al inicio de la primavera cuando había mucho pasto seco (paja brava especialmente) en las islas, se provocaba incendios para que los nuevos brotes poblaran de verde los campos bajos. Al respecto Curmona aseguró que el que conoce las islas en tiempos de seca no realiza quemas con este objetivo, porque si no hay barreras naturales (ríos, arroyos o lagunas) que limitan el foco ígneo, no lo hacen. “El hombre de la isla sabe que si lo llevan a la práctica, se vuelve incontrolable”. No descartó que alguien en forma irresponsable lo haya realizado, pero no es lo normal en épocas donde está prácticamente seco todo el humedal.
Cuando se hacían quemas controladas, el peón que cuidaba hacienda en esos campos, esperaba el día que el viento se orientaba a un río o arroyo y en esas circunstancias -prendía fuego- aprovechando este fenómeno climático para que las ráfagas “murieran” en el agua.
Recordó algunos pasajes del libro “El país de los chajás”, de Martín del Pospos (*), una pieza literaria excelente de tipo testimonial donde se explica lo que sucede en estos lugares durante la bajantes en coincidencia con la presencia de abundante pasto seco, se observaban “lenguas” de fuego que trepaban decenas de metros en esos lugares y duraban semanas, como lo describe el autor. “Los incendio en islas se produjeron siempre”.
Explica el régimen del río cambió a partir de 1970 y se presentaron frecuentes crecientes que limitaron los incendios que se producían en otras épocas.
En resumen, sostuvo que el gasto que realiza el Estado montando una infraestructura para intentar controlar incendios en campos atestados de materia orgánica, es escasamente efectivo. Además reiteró que es imposible hacerlo en cientos de miles de hectáreas, donde no se puede precisar –muchas veces– en qué lugares se inicia el foco ígneo. Por otra parte se trata de tierras de muy difícil acceso.
(*) Martín del Pospos es el seudónimo con que el cura benedictino Gregorio Spiazzi firmó su obra “El país de los chajás”, cuando estuvo a cargo de la capilla ubicada en la “Isla del Pillo”. Un libro testimonial que detalla los aconteceres en las islas que marcan la vida de los habitantes de los humedales.