Los desafíos de la vida y de la educación no son tan diferentes
Victoria.- Las historias de vida son complejas, arbitrarias de nuestra parte, pero hay que tomar una decisión ante esa persona que confía y suelta amarras dejándose llevar por el río de los recuerdos y las vivencias.
Lo bueno en este caso es que Gustavo Broin aprendió desde muy chico “a navegar en las tormentas más fuertes”, así lo expresa y reconoce que su padre fue quien le enseñó a “no confrontar, a mirar lo que hay sin importar lo que falta” y que esas verdades que un pescador como Abelito Broin aprendió de la vida y nuestro riacho, marcaron un norte que él usó para trasladarlo a la enseñanza desde la institución escolar.
Hace pocos días, cuando se anunciaba públicamente que dejaba de ser el rector de la Escuela Normal para acogerse a su jubilación, muchos de sus compañeros y amigos, incluso aquellos con los que mantuvo un marcado distanciamiento, le acercaron su respeto.
Y en cada presente que fue agradeciendo, hubo un momento por demás especial, fue cuando le proyectaron un video que empezó con imágenes, pero que sobre el final hablaron su pareja de tormentas, Angélica, con quien fue abriendo nuevos caminos junto a sus hijas; sus hermano/as, y demás familiares, valorando su fraternal compañerismo. Llegó entonces el momento en que sus padres Abel y Ana María, tocaban esa fibra íntima: “valió la pena hasta ese último sábalo que saqué…”, le dijo Abel a la cámara, con la mirada perdida en el recuerdo pero hecha presente al decirla. Y sonó tan contundente que seguramente pujó por salir una lágrima más, pero no se lo permitió de nuevo, ya lo había visto, e igualmente lo movilizaba.
Un comienzo
Gustavo fue pescador junto a su padre hasta los 24 años, como parte de su medio de vida: A los 5 años ya cazaba ranas como rutina de pescador, y aunque recuerda lo duro de ese trajín, las enseñanzas de todo ese proceso en las islas lo ponen en la balanza como una gran enseñanza para lo que vino después. “Por ejemplo sobre el cuidado y la valoración de la naturaleza, ser respetuoso de ella, buscar siempre sumar y no confrontar, estar tranquilo a pesar de que podía oler la tormenta que se avecinaba; mirar un poco más allá y no quedarme en la angustia”.
Nuestro interlocutor habla de contención familiar y la importancia de esa presencia en los chicos, “que se expresaba en cosas mínimas, pero de gran sentido, como ese recipiente de agua tibia para nuestras manos y pies que mamá tenía listo cuando volvíamos de largas y frías jornadas”; sin embargo: “y ahora hablando de la escuela, entiendo que como institución por sí sola no puede, y que tiene que trabajar en potenciar ese vínculo con la familia, desde el acompañamiento y la contención, más allá del formato o recursos que se tengan”.
Broin también destacó ese momento de estrecha participación en la iglesia, “desde los movimientos de jóvenes, acompañando vigilias en Abadía, o las peregrinaciones a Chile, La Rioja, Catamarca, donde con Elías (Musse) íbamos a los lugares más postergados con un mensaje de esperanza y nada en la mano; hasta las acciones de campamento que durante 15 años, y con el Padre Reynaldo (Tentor) como guía espiritual, posibilitaron el arribo de delegaciones de distintos puntos de la provincia”.
Involucrarse socialmente
Este apartado también tiene que ver con la realidad familiar como construcción de la mirada, “el involucrarse socialmente fue parte de esos valores impartidos desde el hogar, no quedarse mirándose uno, sino mirar a ese otro que puede necesitar aún más. Y que siempre hay cosas que podemos aportar”, amplió Broin, y dijo que aquellas afirmaciones su padre las trasladaba a acciones en la cooperativa de pescadores, o de colectivos (Coproset), o las gestiones que hizo para la sala de velatorio municipal, y su amado club Sarmiento. “Así fue que empecé a trabajar en el sindicado docente, haciéndome cargo en un momento muy crítico donde imperaba el pago en federales, y muchos de ellos estaban endeudados porque no tenía como solventar su situación”.
Recuerda que por ese entonces, para subsistir, él debió salir a vender empanadas con su familia, “y esto llevaba implícito cuestionamientos del tipo: soy profesor, tengo 36 horas, todas de nivel superior, pero no alcanza. Entonces no quedaba otra que aprovechar los ratos libres para volver a pescar, sacar algunas taruchas u otros peces, hacer empanadas y vender”.
Ese paso por el sindicato docente, y el vínculo con otros espacios como CTERA, dijo que le ampliaron su perspectiva sobre la problemática de organizaciones, y los abordajes
socio-políticos.
De igual modo, Broin advirtió que “no te podés quedar solamente con aquello de afuera, con lo que hacés como tarea diaria. Siempre es necesario volver y tener una familia con quien compartir tus momentos de aciertos y debilidades, donde sentirse valorado para emprender cada día un nuevo desafío”, y añadió: “cuando uno ve todas las personas que han sumado para que uno lograra un sinnúmero de cuestiones, no puede menos que agradecer. Hay que ser honesto y reconocer que no ha sido un logro personal, sino de construir junto a los demás”.
Otras decisiones
“Nunca había participado en un cargo directivo en mi carrera docente, y recuerdo que también había un conflicto vigente en Normal, así que dijimos entre varios: ¡Nos anotamos!”. Estuvo aproximadamente un año al frente de la institución para luego asumir como Director Departamental de Escuelas, “fue un momento en el que seguí perfeccionándome y actualizándome a partir de la Licenciatura en Administración y Políticas Públicas, ya que pensaba que era necesaria una articulación desde el Estado para un verdadero cambio”.
En este rol, nuestro protagonista resaltó el contexto edilicio y cómo se pudo avanzar en varios frentes sobre establecimientos de la ciudad, islas y la zona rural. “Seguramente quedaron cuestiones inconclusas, o donde se debió hacer más, y sin entrar en posturas personalistas, se trabajó a conciencia y con un horizonte superador. Lo puedo reafirmar cuando veo las intervenciones que se realizaron en escuelas como la Nº 7 de la Abadía, la finalización de Comercio (Elsa Capatto de Trucco), la construcción del jardín en la Nº 25, o La escuela Nº 13 de la zona rural, cuya infraestructura nueva marcó un cambio significativo, entre otros proyectos que involucraron la incursión de la educación vial; problematización del tema adicciones; o el protagonismo nacional que se logró con feria de ciencias, todo gracias al involucramiento de voluntades”, insistió.
Finalizado ese período de gestión, Broin retornaría a la Normal Osvaldo Magnasco, en la antesala de la pandemia, “Quizás no pude disfrutar de todos los aspectos que marcaba aquella normalidad anterior, pero también me dejó una enseñanza desde el punto de vista de otra forma de vincularse, así como la impronta de las nuevas tecnologías en este proceso de virtualidad, que lamentablemente tuvo una diversidad que afectó a ambos lados de la educación, tanto a los estudiantes como a los docentes, y donde unos estuvieron mejor posicionados que otros para sobrellevar este momento”.
— ¿Qué debe brindar un buen docente en nuestros días?
— “La tarea docente implica una opción, no tener un tiempo específico y estricto—como ocurrió en la virtualidad—además, de representar un recorrido abierto que va de la mano de la elaboración de una propuesta, que es cambiante y hablo del aquellos/as que asumen el compromiso, porque también están quienes con ocho horas, se limitan a cumplirlas; existe esa otra opción, donde hay una mínima problematización del rol, y un saber estandarizado que simplemente se vuelca en un aula.
Pienso que la tarea docente implica reconocer al alumno, cómo ese conocimiento va a impactar en su vida, qué cuestiones puedo despertar en el otro para que piense en su porvenir, y cómo también hacerlo sentirse parte de la construcción de ese aprendizaje que termina por ser mutuo. Por más que a veces nos salga con un planteo esquivo, o un ‘domingo siete’… estamos construyendo comunidad, humanidad, se ponen en juego valores, y ¿cuánto doy de mí para lograrlo? depende de cada uno, esa producción didáctica que no se la puede dar una máquina o aplicación, por más actualizada que sea”.
En este pasaje surge la complejidad de situaciones que acontecen e interpelan a la escuela, pero Broin sostiene que “más que un problema es una oportunidad, tenemos un tiempo para brindarles algo que quizás afuera no reciben, habilitar otros recorridos”
Otro ítem del trabajo docente en pandemia lo situó en cómo a partir de las nuevas tecnologías se visibilizó más ese contenido que llegaba a los alumnos, pero ahora era permanentemente visto por padres o hermanos, que se compartía al teléfono de mamá o papá, en la compu de la tía, etc. “Y surgieron cuestionamientos e interpelaciones, que tal vez antes por falta de atención, o tiempo, no se daban. La virtualidad hizo más públicas las clases, más allá de las desigualdades en el acceso y apropiación que también evidenció, expuso a los educadores y jugó en repensar el rol, y cada nivel lo vivió distinto en cuanto al seguimiento”.
Jubilación
“En estos días, caí en la cuenta que tenía que ser agradecido de la vida y de Dios por tener esa suerte de haber transitado todo un recorrido en lo laboral, social, y proyectado una vocación y profesión con la mayor libertad y pasión”, dijo el entrevistado y añadió que de igual modo: “Me sentí con el vació de no tener ese trabajo por hacer, y también tomé otra dimensión de lo que implica como realización humana y de dignidad que provoca, y como aquello que da sentido a lo que vos hacés sirve, y sirve a otro, más allá de cuánto se nos reconozca económicamente”.
— Pensemos en un caso hipotético: Como estás jubilado, te permitís sentarte a una sobremesa de asado (o pastas, etc.) con más margen de tiempo, y alguien desliza la frase: Claro, los docentes tienen tres meses de vacaciones… ¿Qué valoración hacés hoy de esa afirmación?
— “Hay cierto imaginario sobre cada una de las profesiones, que es más una cuestión socio-cultural. Y la respuesta tiene que venir de otro lugar, como construcción. Sí nos tiene que llamar la atención los mensajes que circulan y que llegan a la sociedad como tal. Y qué versiones le llegan a esa persona, y desde dónde, respecto de lo que acontece en el ámbito educativo; y si no ha logrado visualizar lo otro, es porque algo también hemos dejado de hacer. Otro aspecto que hay que poner en tensión es esa educación perfecta, que no es tal. Porque la hacemos los seres humanos, y en un sinfín de momentos no estamos en condiciones de brindar lo mejor de nosotros”.
—Algunos lineamientos desde el Consejo General de Educación, muestran cierto rumbo de formación en ‘competencias’ (un saber hacer), y esto recibe críticas de aquellos que entienden que la escuela no debe formar para el mundo del trabajo, ¿Cuál es tu opinión al respecto?
— “Entiendo que no puede desconocerlo, porque la escuela no puede seguir formando sobre una centralidad en el contenido, sino en sumar capacidades, generar esas competencias. Y esto también porque el conocimiento ya no está centralizado en la escuela, circula y está en distintas fuentes, y debemos preparar a ese estudiante para que tenga los elementos de juicio crítico, y en este sentido pienso que la escuela pasa a ser un espacio de construcción de conocimiento”.
— En ese contexto, ¿qué no tiene lugar hoy en la educación?
— La repetición, el hacer rutina sin sentido. La escuela tiene que proponer un intercambio dinámico, que si bien en muchos textos se promueve, no siempre se refleja en algunas prácticas áulicas.
Lo que viene
La charla se ha extendido por varios temas, pero sin lugar a dudas el futuro de Gustavo Broin lo encontrará emprendiendo otros desafíos, dice que piensa avanzar en el proyecto de conformar una asociación civil, que aporte contenidos a lo social en general. Pero también estará involucrado en una comisión Pro Edificio de la Escuela Normal, mientras reparte su tiempo con sus padres y familiares: “estoy empezando a devolver ese tiempo de abrazos y caricias que ellos me dieron, de escuchar a mis viejos, que tantos años han sido un pilar en mi vida, aunque las palabras no tengan mayor sentido, estar y sentirlos cerca, también es un regalo que me permite este momento que empiezo a transitar”.