Los Códigos QR que rescatan historias de la ciudad
Nogoyá.- En junio de 2021, Victoria Calivari, con apenas 16 años de edad, creó una iniciativa mediante redes sociales que denominó “The Nogo Republic”. A poco más de un año, Victoria incorporó otra iniciativa que rescata hechos históricos de nuestra ciudad.
En su momento, The Nogo Republic comenzó con el rescate de rincones inhóspitos o poco cotidianos del pueblo. “Es un lugar que muestra fotos accidentales sin editar, de pedacitos de Nogoyá, con una temática distinta por semana, definiéndose como colaborativa, ya que todos los usuarios pueden sumarse con su foto a las propuestas” definió Victoria en declaraciones a Paralelo 32.
Allí Victoria tenía el objetivo claro de no terminar la página y seguir sumando propuestas. Ahora, si caminamos las calles de Nogoyá podremos ver la nueva modalidad de rescate cultural e histórico.
La tecnología ha sido bien utilizada como un conector entre la Nogoyá de antaño y la del siglo XXI, incorporando placas graficas con códigos QR que direccionan a hechos históricos, cuentos populares y biografías de personas célebres de la ciudad.
Los primeros códigos QR están ubicados en la esquina de Mantegazza y Fray Reginaldo de la Cruz Saldaña Retamar; 9 de Julio y Quiroga y Taboada; Sociedad Italiana en Caseros entre 9 de Julio y San Martín; en el edificio municipal en Caseros 965; en Plaza Libertad; 25 de Mayo y Caseros; en la Sede Parroquial ubicada en 25 de Mayo y Quiroga y Taboada, y en Tribunales ubicado en Quiroga y Taboada entre San Martín y 9 de Julio.
Paralelo 32 fue recorriendo cada uno de los puntos de la propuesta y se pueden rescatar definiciones e historias basadas en bibliografía de autores locales.
“Después de tantos años de palabras mezcladas y nombres diferentes, logramos hacer de Nogoyá un concepto. Ya no es solamente la denominación de un conjunto de tierras, Nogoyá es ahora una forma de pueblo, un estilo de vida, un olor específico y una relación familiar. El tiempo logró que el nombre englobe tradiciones, lugares, familias y colores. Es cotidiano decir que algo te recuerda a Nogoyá. Todas las personas que han vivido en estas calles llevan a su pueblo en el bolsillo. Nogoyá es ahora un tipo de vida, una vida tranquila, con colores cálidos y muchos árboles. Nada en Nogoyá es filoso, todo está resguardado con una capa gruesa de calles conocidas y personas habituales. Hoy, para los nogoyaenses, Nogoyá es una palabra sin sinónimos”, conceptúa la autora en uno de los parajes de la propuesta.
También nuestra Plaza Libertad es definida como “la manzana verde que más escuchó y que más soportó. Todos los nogoyaenses han estado sentados por lo menos una tarde de un domingo en esta plaza. La plaza es, para Nogoyá, una zona atemporal en donde todos compartimos el mismo banco con todos. Quizás en este mismo momento hay alguien sentado en el mismo lugar que estuvo sentado su abuelo setenta años antes. Porque el lugar no tiene fecha de vencimiento y el aire sigue siendo el mismo. En la Plaza Libertad compartimos un rato con toda persona que haya vivido en Nogoyá. Es el centro de nuestra historia, el frasco de aire compartido que tenemos que cuidar. Ahora todo Nogoyá tiene luz pero la plaza sigue siendo nuestro sol local”.
Aquellos visitantes ilustres
Llamativo para el lector es encontrarse con un recurso literario que anhela embotellar un ruido para valorar la figura de José Hernández en su paso por Nogoyá.
Lo asombroso, es que el autor del Martin Fierro cuando estuvo en la ciudad aún no se lo conocía por su obra cumbre, sino que lo hizo en 1864 mientras era taquígrafo, en una reunión de paranaenses que trató como tema principal la continuidad de Paraná como capital de la Confederación.
“Si embotellamos este ruido nos hacemos millonarios”, comienza la reseña, fabulando que ese sonido del deslizamiento de la mano de Hernández sobre la hoja podría conservarse en un envase. “Ese ruido constante que taquigrafiaba todo lo que los entrerrianos poderosos iban diciendo, con una rapidez única, casi inhumana. Solamente un taquígrafo distinguido podía ser capaz de algo así: José Rafael Hernández. El ruido que se escuchó en la casa de José Hernández durante el tiempo en el que escribió su obra famosa tuvo un preludio en una casa de Nogoyá. Se puede decir, entonces, que por un tiempo indefinido, compartimos el ruido de fondo con Martín Fierro. Estas paredes encierran una versión única del ruido que José Hernández generaba al escribir. Capaz, si hacemos mucho silencio, todavía podemos escuchar restos de su talento por algún rincón. Existen un par de paredes en Nogoyá que conocen cómo suena la escritura de verdad”, se puede leer en The Nogo Republic.
Así también se rescata al Doctor Mantegazza, a las fiestas patronales y a comercios destacados de otra época, como el Café Trigatti que funcionaba en el ingreso de la sala del teatro de la Sociedad Italiana.
Contra todo pronóstico pueblerino, The Nogo Republic destaca una siesta revoltosa cuando aún la ciudad era un pequeño grupo de casas alrededor de la capilla.
“Es raro pensar que en un pueblo de dos mil habitantes pueda pasar algo durante la siesta. En esas horas de entretiempo en donde todo ruido se neutraliza y los colores se vuelven cálidos, Cipriano Urquiza fue asesinado en esta misma vereda (calle 25 de Mayo y Caseros), hace más de ciento cincuenta años atrás
La historia dice que, antes de que lo asesinaran, el gobernador tuvo tiempo de caminar dos o tres pasos hacia la iglesia para protegerse. Cipriano no murió mirándole los ojos a su asesino, dejó al pueblo de Nogoyá con un destino a medio concretar en su cabeza. El gobernador de Entre Ríos tuvo un último acto pueblerino en las veredas de Nogoyá: durmió la siesta, se despertó y se dirigió a la Iglesia”. Si bien podríamos citar cada uno de los cuentos, dejamos varios para que el lector salga al rescate de los primeros códigos QR que Victoria Calivari ha distribuido en la ciudad. Valoramos eso sí, que desde la juventud se impulsen estas iniciativas, poniendo en valor el Nogoyá de antaño mediante el uso de las nuevas tecnologías.