Lo que Qatar nos dejó
** Dijo alguna vez Jorge Valdano que el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes. Genial definición para entender por qué somos capaces de estar contentos y eufóricos gracias al fútbol, aun cuando en lo importante nos va para la mona. Fue un buen aporte para apaciguar a los que sienten que el mundo se acaba o que hay que romper algo por la frustración de haber perdido una copa de campeones, estropeando para sí mismos la posibilidad de festejar un subcampeonato.
** Claro que después salió el “influencer” Bilardo a cambiarnos la cabeza. Carlos Salvador sentenció: “Ganar no es lo más importante, es lo único. Ser segundo no vale. ¿Vos sabes quién pisó América después de Colón? Yo no”.
Aun así, cuando el equipo retornó al país tras salir segundo en el Mundial de Italia 1990, una multitud los recibió en Buenos Aires, desoyendo a Bilardo cuando le bajó el precio a salir segundos. En definitiva, hace muchos años que los argentinos tenemos necesidad de festejar algo más que los cumpleaños de familia, puesto que muchos goles no se ven en otros ámbitos y últimamente solo pelotazos en contra de nuestros bolsillos.
** El mismo Bilardo se ocupó de explicar el fenómeno cuando dijo: ″En otros espectáculos la gente grita ‘otra, otra’. En el fútbol la gente está sufriendo porque quiere la hora. Es un espectáculo para el imparcial, pero para el hincha es un espectáculo en el que prevalece el resultado”. En realidad, el DT que nos sacó campeones en México ’86 y subcampeones en Italia ’90, con aquellas palabras justificando que ganar es más importante que jugar lindo, nos pone más cerca de la piedra que de la escultura, pero tiene toda la razón. Si el martes perdíamos, seguro que nadie iba a salir a festejar esos dibujos maravillosos que hizo Messi pintándoles la cara a los adversarios.
Soy argento, traeme resultados
** Los argentinos queremos goles antes que figuritas, tenemos sed de ellos en medio del inacabable desierto, pero el Cielo nos ha premiado este año con jugadores que además de hacer goles nos deleitan con su juego magistral y nos ilusionan con nuevas figuras nacientes como Juliancito Alvarez y otros. Esto, independientemente de las alambradas que pegamos cortando clavos con los dientes, como nos pasó contra Holanda y el árbitro español a quien luego la FIFA sancionó impidiéndole continuar arbitrando en el torneo.
** ¿Cuántas veces los relatores mismos, en su ansiedad por ver a su equipo uno o dos goles abajo, cuando la toca Messi claman: “invente genio; haga magia maestro, saque algo de la galera”… Y el fútbol no es solo magia. También lo aprendimos del narigón. En el primer tiempo de Argentina – Brasil por los octavos de final en el mundial Italia 90′, la albiceleste sufrió un baile padre. En el entretiempo, tras un silencio de quince minutos, solo les dijo a sus muchachos: “Paren de dársela a los de amarillo”. Salieron y ganaron.
**No alcanza con la magia ni con todas las brujas que se quedan en el país pinchando camisetas rivales, ni secuestrar al mufa para que no vaya a la cancha, o cuidarse de no dejar ningún detalle suelto con las cábalas. También hay que adueñarse del fóbal, saber gambetear, ser precisos con los pases y, sobre todo, hacerle pases al fondo de la red del rival. Ya lo dijo el barcelonés que habla con acento rosarino: “para ganar hace falta rigor y precisión”.
Si el mago no trae un conejo o una paloma de su casa no tiene cómo sacarlos de la galera. Lo que el fútbol necesita es traer de casa mucho entrenamiento y habilidad, y es lo que estamos viendo en este Mundial 22.
** Siguiendo la estética lingüística del “¿Qué mirá bobo?”, vos podrás decirme “si no sabé de fulbo no hablé”. Y te respondo “si no leé bien, no hablé”, porque no estoy boconeando sobre cómo se juega sino hurgando en el entresijo del misterio futbolero.
Todos rezan, ¿y qué?
** Los argentinos somos un poco imprevisibles y sujetos a estados de ánimo extremos cada vez que la albiceleste se mundializa. Salimos eufóricos a festejar por calles y plazas cada partido ganado, pero en una final de campeonato perdida, que nos deja un glorisoso subcampeonato, nos quedamos mascando el bajoneo sin festejar semejante conquista con la que otros 30 seleccionados del mundo soñaron y no lo lograron.
** El mundo de las hinchadas es así; la emoción supera a la razón, por eso se habla de la magia del fútbol, porque nuestras actitudes de hinchas son imprevisibles y están sujetas a las sorpresas de la galera, cuyos trucos ya conocemos. Desde las cabinas de trasmisión se le grita a ‘la leyenda’… ¡invente maestro, haga magia, saque algo de la galera!, y ‘la leyenda’ solo hace lo que aprendió practicando por horas y horas sobre el césped.
** Mañana será otro día de esos en que, tanto los jugadores como las hinchadas y simpatizantes de Argentina y Francia, rezarán fervorosamente para que su equipo gane, y los jugadores de ambos, creyentes y no creyentes, se persignarán antes de ingresar al campo de juego rogando que el arco rival les sea propicio o que a los otros se les manque un delantero. Como siempre, unos se lo pedirán a un Dios omnipresente, otros a un ser querido que ha fallecido y no tiene posibilidad de escucharlos, otros besarán una medallita carente de todo poder. El caso es que ambas parcialidades lo hacen con el mismo fervor. Si eso resultara, todos los partidos de fútbol terminarían en empate.
Definitivamente nuestro
** Cualquiera sea el resultado de mañana domingo, lo único seguro que hoy podemos afirmar es que este fue el Mundial en que Leo Messi se ganó definitivamente el corazón de los argentinos, porque se mostró tal como es, como siempre fue y no queríamos verlo.
Dos Palabras Tremendas
(Federico García Hamilton)
Hay dos palabras tremendas/
Que se han echado a volar/
Y han dado la vuelta al mundo/
En segundos, nada más.
Tal vez sean guaraníes/
Por la forma de acentuar,/
Por sonar como un flechazo/
Por su olor a litoral.
Más ruidosas que una bomba,/
Más bravas que yarará,/
Veloces como una bala,/
Filosas como un puñal.
Le recuerdo, por las dudas/
-Y no lo olvide jamás-/
Son como balas de plata,/
¡Solo una vez se han de usar!
Por si un día las precisa/
Le sugiero, anotelás,/
Estas son las dos palabras:/Quemirá y Andapayá.