La Tablada, el último capítulo escrito con sangre de nuestra historia
El Regimiento de Infantería 3, tiene una vida cargada de hechos que forman parte de nuestra historia desde su nacimiento. Creado por la Primera Junta el 29 de mayo de 1810, participó de las expediciones auxiliadoras a las provincias del interior, Juramento de la Bandera, guerra de la Independencia, guerra con Brasil, de la Triple Alianza, Conquista del Desierto y Malvinas. Pero su momento más traumático ocurrió tan solo 30 años atrás, en el suceso recordado por todos los argentinos como “La Tablada”.
«Con honor y valor defendieron la Patria». Así reza la inscripción pintada sobre una de las paredes que rodea el predio que alguna vez albergó al Regimiento en La Tablada, partido de La Matanza, en la zona oeste del Gran Buenos Aires, escenario del intento de copamiento por parte del Movimiento Todos por la Patria (MTP).
Fue 1989, durante la Presidencia del Dr. Alfonsín y transcurridos 6 años de vida democrática, se pensaba que el terrorismo estaba vencido. Un ataque a una unidad militar, que había sido moneda corriente en la década del 70, se consideraba superado ya nadie creía que eso se podía volver a repetir, pero, cinco minutos antes de las seis de la mañana del lunes 23 de enero, comenzaba el último ataque guerrillero en la Argentina por parte de manifestantes del MTP, liderados por Enrique Gorriarán Merlo. Duró dos días y hubo un total de 43 muertos y más de 60 heridos, que en algunos casos sufrieron mutilaciones severas. Entre los fallecidos, nueve eran militares (entre ellos, cuatro conscriptos), dos agentes de la policía de la provincia de Buenos Aires y 32 guerrilleros del MTP.
Las causas no pueden dejar de ser confusas y el paso del tiempo no ha tendido certidumbre, solo nos quedan razonamientos y algún que otro texto. Según el MTP fue para detener un alzamiento carapintada contra el gobierno. Por otra parte, la conclusión políticamente más lógica en función de su accionar histórico, es que la cúpula del MTP pretendía provocar mediante un fingido ataque carapintada al cuartel una insurrección popular manipulando los sentimientos antigolpistas, un ensayo que intentaba replicar la Revolución Sandinista de Nicaragua en 1979.
Sin lugar a dudas la figura más destacada fue la de Enrique Gorriarán Merlo, nacido en la localidad bonaerense de San Nicolás de los Arroyos en el seno de una familia de clase media alta. En 1970, fue uno de los dirigentes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y de su brazo armado el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). El 15 de agosto de 1972 protagonizó junto a otros jefes guerrilleros de diversas agrupaciones políticas, una fuga de la cárcel de máxima seguridad de Rawson, sucesos que luego derivaron en lo que se conoció como la Masacre de Trelew. El 19 de enero de 1974 comandó el ataque contra la Guarnición Militar Azul, Provincia de Buenos Aires. Hacia comienzos de 1976 el ERP estaba virtualmente derrotado y había tenido muchas pérdidas en el fallido ataque al Batallón de Monte Chingolo. Ese mismo año Gorriarán Merlo dejó el país y combatió en Nicaragua junto al sandinismo. En 1980 comandó una célula que mató en Asunción al ex dictador Anastasio Somoza, después de meses de seguimiento en la capital paraguaya. Al regreso de la democracia en Argentina retorna al país y funda el Movimiento Todos por la Patria (MTP), Gorriarán Merlo comanda el ataque al cuartel de la Tablada, no obstante logra escapar y se refugia nuevamente en el exterior. Finalmente fue detenido en 1995 en México y extraditado. Tras ser condenado a prisión perpetua en 1996, fue liberado en 2003 por un indulto del entonces presidente Eduardo Duhalde. Falleció el 23 de septiembre de 2006 en el hospital Argerich de Buenos Aires, víctima de un paro cardíaco.
Parece sorprendente que un grupo creyera que tendrían un apoyo popular masivo para materializar una insurrección, y no el repudio altamente generalizado ante la reaparición de la violencia política como forma de intervenir en la vida en común. La única explicación que encuentra es su incapacidad por comprender la sociedad sobre la que habían pretendido operar, su encierro autista en un microclima revolucionario que nada ni nadie, fuera de ellos, parecía avalar. Como en aquellos casos en que regímenes totalitarios pretendieron alterar la memoria del pasado fabricando una historia ficticia, ese reducido grupo de personas urdió la construcción del escenario ficticio más propicio a sus proyectos en el que cifraban sus esperanzas de triunfo. Esa manipulación intencional de la verdad fáctica unida a un nivel de enajenación respecto de la realidad probablemente sin precedentes en la tradición de la izquierda, da un rasgo específico a este resurgimiento de la violencia revolucionaria en los ochenta. (1)
El Presidente Alfonsín, inmediatamente finalizado el conflicto, da un mensaje al país donde expresa: …“Ellos, los que atacan las instituciones de la República, han vuelto a elegir el camino de la selva, han herido a nuestro Ejército, lastimando a la Nación” …
Por Guillermo H. Espinoza
(1) Claudia Hilb – Historiadora e investigadora.