La problemática de la vejez con sus componentes familiares y económicos
Victoria.– La fecha del 15 de junio fue establecida como Día Internacional de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, declarado por las Naciones Unidas (2006). Al respecto, María del Carmen Ludi (*) abordó con Paralelo 32 distintos aspectos de esta problemática
— ¿Es muy frecuente o es alta la incidencia del mal trato a los adultos mayores?
– Habitualmente en el trato a personas mayores identificamos relaciones dominantes de sobreprotección (infantilización) y relaciones de desprotección (abandono, exclusión, ignorancia, no trato). Hay estudios que indican que hay mayores situaciones de violencia en zonas altamente urbanizadas que en zona más rurales, y lo que más se advierte son los problemas psico-emocionales y abusos económicos. Es uno de los grupos más vulnerables y a la vez el que menos denuncia, dada la relación víctima/victimarios, casi siempre padres/hijos; abuelos/nietos; en la que juegan cuestiones de poder-sumisión-temor.
— Específicamente en qué forma se presentan este tipo de tratos.
– Sufren violencia física; discriminaciones; violencia social; violencia institucional en centros de salud, bancos y espacios públicos. Esto también lo ejerce el Estado si no asume su responsabilidad política de generar programas acordes y efectivos, que incluyan prioritariamente a viejos y viejas de sectores de pobreza, que viven en condiciones de suma precariedad en cuanto a confort y habitabilidad. Por otra parte, no cuentan con atención adecuada de la salud, acceso a alimentación saludable, y sobre todo a cuidados, en comunidades o en residencias colectivas. Todo ello constituye una violación de los DDHH.
— ¿Es producto de la falta de compromiso de los hijos o tienen otras causas?. ¿Se trata de familias poco o mal consolidadas, o tienen que ver con la educación?
– Las situaciones de violencia se generan mayormente en el “mundo privado” de la familia; en el espacio y tiempo de la vida cotidiana, y muchas veces nos resulta muy difícil creer y entender. El espacio familiar es un espacio paradójico: es el lugar del afecto, de la intimidad y a la vez es también el lugar “privilegiado” de la violencia.
Sin dudas influye la historia personal/familiar de cada uno de nosotros, pero además en estos casos cuentan los vínculos y lazos construidos, el deterioro de relaciones familiares, el sufrimiento previo por maltrato de los propios cuidadores, y no se descarta alguna psicopatología del presunto agresor. Se establece un desequilibrio de poder entre víctima y victimario, que en todos estos casos sobre determinan el buen o el mal trato.
— ¿Se observan con frecuencia estas situaciones?
-No podemos generalizar, culpar, justificar, acusar… hay innumerables situaciones de vejez, de vejeces, relaciones familiares rotas; de allí que tenemos que conocer, comprender para intervenir mejor. Hoy la familia, a pesar de sus cambios, sigue siendo el principal apoyo de viejos y viejas, y el trato dependerá en parte de sus historias de vida, la crianza, el afecto o el desamor que prime en dichas relaciones. Los nietos ocupan un lugar muy importante en sus vidas. Los cuidados, el buen trato, el afecto, la paciencia y la escucha, se vuelven imprescindibles para trabajar o estar y compartir, con ellos.
— Pero quedan las cuestiones de dependencia, generalmente porque una jubilación no alcanza para independizarse.
– Para los viejos y su familia, la cuestión de la dependencia constituye un aspecto muy importante a considerar como problemática, sobre todo lo relacionado a la subsistencia económica y a la salud. El riesgo de enfermar y morir forman parte también de su vida cotidiana, la invalidez por ejemplo, constituye la amenaza más seria a cualquier estrategia de vida independiente y autónoma. La atención de un enfermo crónico demanda un monto considerable de recursos de diferentes características y aquí aparece uno de los principales obstáculos para los sectores excluidos social y económicamente, ya que a algunas “desventajas” propias de la vejez se les suman las de la pobreza.
— Cuál es la situación emocional más común en el adulto mayor cuando deja su hogar e ingresa a un geriátrico.
– La “institucionalización de ancianos” también tiene que ver con la historia y trayectoria personal y familiar de muchos viejos. A veces es una decisión propia ante situaciones de salud física o sufrimiento psico-emocional y en esos casos se debe reconocer la necesidad de mayor y mejor atención. También cuando se siente “una carga” para la familia, sobre todo en situaciones de pobreza que ya no se soportan.
También se debe evaluar la forma de ser del viejo, condicionada por visiones y experiencias de convivencia familiar. Sucede que el adulto mayor se siente como un peso, una carga, pero más allá del dolor, de la pena que esto genere, se lo deriva a un centro de atención.
— ¿Qué cambios experimenta el adulto mayor en esos casos?
– La mayoría de estas personas institucionalizadas, generan modificaciones en su identidad, en su vida cotidiana, que de un momento a otro cambia rotundamente. Se modifican sus costumbres, extraña lugares, olores y sabores… muchos se “adaptan activamente” a la situación, otros no. Algunos lo viven con mucho sufrimiento, en otros con cierta aceptación y alegría. Hay diversas situaciones en relación a dichas vejeces. Tiene que ver también con la característica de la residencia gerontológica; del confort, trato y cuidado que realicen.
— ¿Qué puede generar el mal trato o violencia en estas personas?
– Sin dudas los malos tratos pueden tener serias consecuencias en las personas mayores. Tanto por parte de los cuidadores familiares o de cuidadores externos. Tiene como consecuencias lesiones, enfermedades, pérdida de productividad, aislamiento, desesperación, temor, dolor, pérdida de confianza y autoestima, desmejoramiento de la calidad de vida, discapacidades y en algunos casos muerte prematura. Cada una de éstas genera un sufrimiento psico-emocional, para el que viejos y viejas tienen ya menos herramientas para afrontarlo. Es mayor cuando proviene de algún miembro de la familia, sobre todo de hijos/hijas.
— Desde el punto de vista de la evolución cultural y social de nuestro tiempo, ¿qué les espera a los viejos en el futuro?
– La concepción de vejez que prima en la sociedad, en la familia, representa una carga social altamente negativa acerca del envejecer, se produce una discriminación por edad. Estas cuestiones han quedado visibilizadas recientemente con motivo de la pandemia de covid-19, ya que la población añosa es la más afectada no sólo por el virus, sino principalmente por los sistemas de salud, al extremo de requerir (en algunos países) la toma de decisiones en cuanto a qué grupo etario es prioritario “salvar”.
Digamos que la problemática del envejecimiento y la vejez va a complejizarse y agravarse cada vez más en cuanto a la relación necesidades-recursos-servicios. De allí que centralmente el Estado tiene que estar más atento y presente que nunca, para diseñar respuestas acordes.
Ludi concluyó en que “la aceptación del envejecimiento de nuestras propias y otras vejeces, hará más placentero este momento del curso vital y nos permitirá seguir recreando nuestra vida cotidiana, aún a través de pequeños proyectos que podamos concretar y que podamos disfrutar”.
(*) María del Carmen Ludi – Trabajadora Social y Especialista en Gerontología