La pacificación del país o remover la grieta entre verdes y celestes
Por Luis Jacobi
En lo que va de noviembre algunas voces oficiales de segunda y tercera línea se aventuraron a hablar de la necesaria pacificación del país, tarea difícil una vez que el odio se ha instalado como un óxido hasta en los intersticios sociales y se halla permanentemente bajo fuertes estímulos. Son odios cruzados, porque se odia mientras se acusa al otro de odiar. Aquel que odia ni siquiera sabe o no lo quiere saber; aún odiando piensa que con sus acciones y pensamientos persigue el bien.
Más allá de alguna ilusión pasajera como la de creer que se acabaron las broncas entre barras en los clubes porteños porque Maradona acaba de unirlos en el dolor, hay odio y grieta crónica en nuestra sociedad. En este escenario cabe preguntarse si era prudente o urgente volver a agitar los choques entre pañuelos verdes y celestes, enviando al Congreso el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. ¿No podríamos haber tenido la fiesta de Navidad en paz?
¿Era acaso una prioridad en un momento de crisis sanitaria, económica y social? cuando hay personas, incluidas madres embarazadas o en el parto, que mueren por falta de atención adecuada en hospitales colapsados.
A raíz de todo lo que se va conociendo sobre el “poder profundo”, interesado en controlar el crecimiento demorgáfico global, se sabe que la idea de facilitar los abortos no es progresista sino originada en los altos foros planetarios, como el Grupo Bilderberg y personajes como Georges Soros, tan influyente en la Argentina y en toda América, expertos en promover todo tipo de iniciativas funcionales a su único fin de control universal.
Es cierto que distintas organizaciones que reclaman la legalización del aborto llevan años de lucha manifestándose activamente en las calles y en las redes sociales durante los últimos meses, pero también lo hacen, en contraposición, mujeres que defienden la vida por nacer y la de quien la está gestando, que se han alistado en innumerables organizaciones “provida”. De hecho, ante el inminente tratamiento legislativo de esta ley, para hoy sábado se espera una colosal movilización en todos los pueblos y ciudades del país.
La marcha de hoy contará con el apoyo explícito de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA), que nuclea a las comunidades evangélicas.
Otra vez se repetirán los mismos argumentos que en 2018, cuando este proyecto fue derrotado en el Congreso. Una de las diferencias es que en la actualidad el Presidente de la Nación se declara a favor de la legalización del aborto y su definición a favor podría fortalecer esta postura, aunque nos hallamos frente a un escenario complejo donde el peronismo podría no responder al liderazgo partidario que intenta ejercer el Presidente, pero podría ser la oposición la que le otorgue el voto aprobatorio, porque tampoco votará en unanimidad.
Para mal de los bebés con derecho a nacer, esta Ley se impondrá tarde o temprano. Es una ecuación simple, cada vez que un proyecto es rechazado, al año siguiente puede ser tratado de nuevo, pero la vez que se aprueba queda para siempre.