La máquina de impedir se mete ahora con las máquinas de cosechar
Algunos cráneos de la burocracia estatal no logran ponerse de acuerdo sobre la forma en que se deben trasladar las máquinas agrícolas por las rutas del país. Ni siquiera pueden acordar quién tiene la facultad de reglamentarlo o controlarlo, mientras tanto quienes deben trasladarse para levantar la tan esperada cosecha que se supone mejorará la economía nacional, no tienen en claro a qué deben atenerse, sufriendo multas, demoras e impedimentos.
Es primordial saber que el 70% de la producción cerealera nacional está en manos de contratistas, obligados a trasladar de un lugar a otro sus máquinas, con personal propio. No tiene relación con el transporte liderado por los Moyano. Es otra cosa. Días pasados una de estas empresas cargó como siempre sus equipos agrícolas en acoplados tipo carretones utilizando camiones graneleros como tractor, pero se topó esta vez con la ineptitud estructural de un país donde se superponen leyes y jurisdicciones y no hay acuerdo en su interpretación.
La sede Casilda de Vialidad Nacional autorizó este traslado en carretones remolcados por camiones, pero otra jurisdicción no lo aceptó, impidiendo el tránsito a la empresa. Tres vehículos de estas características quedaron estacionados durante varios días en inmediaciones de un control de Vialidad Nacional en General Acha, mientras abogados, funcionarios y empresarios seguían enredados en una pelea de interpretaciones y pareceres.
Casilda otorga desde hace años estos permisos, pero esta vez sus iguales de otra provincia optaron por cuestionarlo.
El primer problema consiste en que delegaciones del mismo organismo interpretan en forma distinta a la hora de aplicar las normas.
Según fuentes de primera mano a las que accedió Paralelo 32, se enredaron en una discusión y para zanjarla elevaron el problema a las oficinas centrales de VN, donde el burócrata a cargo de permisos, Sergio Cobo, y posteriormente un tal Ariel Arias, hicieron causa común y se sacudieron el tema de encima pasándolo al Ministerio de Transporte.
Mientras tanto pasaban los días y los choferes de los camiones seguían junto a los vehículos, la producción seguía parada y se habla de multas de 100 mil pesos. Según las fuentes de Paralelo 32, cuando ya no hubo quien dijera que el permiso estaba mal concedido, buscaron otros pretextos para no quedar tan desairados. Que un chasis cerrado no puede enganchar un acoplado carretón; que un camión cerealero (cerrado con barandas) no puede transportar una máquina agrícola (¿no es mejor? ¿no está mejor contenida la carga?); y a medida que estos argumentos fueron rebatidos pasaban a otro, hasta detenerse en los neumáticos, que al parecer no son apropiados para este tipo de cargas. Nada de esto habían dicho al principio.
Mientras discuten quién debe establecer las normas del transporte, si la Agencia Nacional de Seguridad Vial, si el Ministerio de Transporte, si Vialidad Nacional… este último organismo envió comunicaciones a sus delegaciones del interior indicándoles que se abstengan de extender permisos de este tipo. Es más fácil que resolver el problema del traslado de máquinas agrícolas.
Si no se puede esperar una solución razonable a esta realidad incontrastable de nuestra economía agrícola, mucho menos se puede esperar alguna medida de excepción en esta emergencia cuando los caminos alternativos están intransitables y se hace imprescindible utilizar las rutas.
Si el país se ha de aliviar con una cosecha record que está en dudas porque el exceso de agua está estropeando gran parte, no necesita de la colaboración de ineptos que no pueden resolver con premura las situaciones, ni necesita de interpretaciones confusas que se parecen a cabinas de peaje antes que a bien intencionados ordenamientos.
El problema no se resuelve diciendo que no se puede realizar por las rutas ese tipo de traslado; hay que consensuar con los contratistas –que levantan el 70% de la cosecha nacional, recalcamos– un modo de llegar al punto para que el cereal salga del campo en tiempo y forma. Si eso no sucede, el Estado no podrá pagarles los salarios a sus burócratas. Que alguien les avise.
(Luis Jacobi)