Construir futuro
La Generación Z redefine el concepto de hogar: flexibilidad, servicios compartidos y experiencias por encima de la propiedad
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La Generación Z está impulsando un cambio profundo en la manera de entender la vivienda. Frente a las fórmulas tradicionales de hogar, esta generación —marcada por la movilidad, la creatividad y la conectividad permanente— apuesta por espacios flexibles, servicios compartidos y un diseño centrado en la experiencia. Sorprendentemente, muchas de estas ideas ya habían sido anticipadas hace más de siete décadas por Le Corbusier, uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX.
De la Unitè d’Habitation al coliving del siglo XXI
Entre 1946 y 1952, en plena reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial, Le Corbusier desarrolló la Unitè d’Habitation en Marsella, un proyecto emblemático que proponía viviendas modulares con servicios colectivos. Aquella propuesta —que hoy podría considerarse un antecedente conceptual del coliving— respondía a la urgencia de realojar familias y repensar la vida doméstica desde la eficiencia, la convivencia y la comunidad.
Mientras la crítica arquitectónica se ha centrado históricamente en los aspectos formales del edificio, como sus célebres apartamentos entrelazados y sus dobles alturas, es su visión sobre los espacios de socialización y los servicios compartidos lo que resuena con fuerza en 2025. Estos elementos se han convertido en inspiración directa para la Generación Z, que se distancia del ideal de “tres dormitorios, dos baños, cocina y salón” y busca modelos de vida donde la interacción y la flexibilidad son claves.
Una generación que no mira hacia atrás
El contraste con generaciones previas es marcado. Donde antes se aspiraba al combo vivienda–coche–familia como símbolo de estabilidad, la Gen Z parte de un escenario diferente: cambios económicos acelerados, transformaciones tecnológicas y un futuro incierto que no se vive como crisis, sino como punto de partida.
A diferencia de los millennials —que vivieron el duelo por la pérdida del ideal clásico de bienestar—, la Generación Z asume que el mundo funciona con nuevas reglas. Desde esa perspectiva, la desposesión no es una falta, sino una oportunidad para imaginar vidas adultas más libres, dinámicas y orientadas a la experiencia.
El deZign: un nuevo modelo doméstico para 2030
En este contexto, surge el deZign, un diseño impulsado por la Generación Z que reinterpreta la vivienda desde la multifuncionalidad. Su eje es un núcleo unipersonal, un espacio íntimo cuyo corazón es la cama, convertida en plataforma central de descanso, trabajo, socialización digital y entretenimiento gracias a la omnipresencia de los dispositivos electrónicos.
Este ámbito básico se complementa con un área de higiene valorada y bien definida, que puede ampliarse hacia el llamado espacio de la identidad: una zona que se contrata como servicio adicional y que se adapta a las pasiones del usuario. Puede ser un gastrobar, un estudio musical, un taller artístico, un rocódromo, un cine personal o un espacio de gaming. Allí la persona se expresa, recibe invitados y construye su universo simbólico.
A partir del módulo individual, la unidad habitacional del futuro se completa con un catálogo de servicios comunitarios —tanto físicos como digitales— que incluye desde recepción de paquetería y lavandería hasta cocina abierta, coworking, áreas verdes, gimnasios y espacios de socialización. Todo, coordinado mediante aplicaciones que conectan a los habitantes de un mismo edificio y, potencialmente, de múltiples puntos de la ciudad, creando redes urbanas hiperconectadas.
Un nuevo interiorismo para una nueva vida
El interiorismo acompaña esta filosofía: líneas orgánicas, paletas cromáticas sólidas, mobiliario ligero y adaptable, y una convivencia natural entre tecnología, objetos de ocio y elementos multifuncionales. La vivienda deja de ser un contenedor rígido y pasa a ser una estructura viva, que crece o se contrae según las necesidades del usuario.
Un paradigma en evolución
El cambio no es menor. La Generación Z no solo transforma lo que entendemos por “hogar”, sino que plantea un modelo que prioriza la experiencia por encima de la propiedad, la comunidad por encima del aislamiento y la flexibilidad por encima de la permanencia. Un enfoque que, de algún modo, completa el ciclo iniciado por Le Corbusier hace casi 80 años: la casa como unidad funcional dentro de un ecosistema colectivo capaz de evolucionar con las personas.

