La escuela puede provocar que algo de la realidad cambie
Crespo.- En el marco de los festejos por el 30° aniversario de la Escuela N°70 San José, el sábado 30 de julio se realizó una capacitación a cargo de la licenciada María Reneé Candia, maestra jardinera y licenciada en Educación. Dirigió el taller “La organización de la enseñanza en Educación Inicial. Diseño de propuestas didácticas creativas”. Participaron docentes de nivel inicial de establecimientos de nuestra ciudad junto a maestras de primer grado de la escuela anfitriona.
Propuestas didácticas creativas
“Estuvimos trabajando en torno a promover el diseño de propuestas didácticas creativas, que sean convocantes para los niños y donde el docente se involucre en ese diseño porque disfruta y crea la propuesta”, señaló Candia a Paralelo 32, al finalizar el taller.
“La idea es generar un ‘bosquejo creativo’, una idea interesante fuertemente atravesada por lo lúdico, como práctica subjetivante y emancipatoria, como posibilidad de que el niño se ponga en existencia a través del jugar y desde el lugar en que el docente debe promover la experiencia de jugar, en un contexto actual de tantas pantallas y virtualidad”, agregó. Destacó que este modelo de propuestas creativas “lo trabajamos mucho en el nivel inicial y es muy pertinente en la escuela primaria”. Sobre estas formas pedagógicas, Candia dijo que “es importante que las familias puedan comprender y acompañar a las escuelas en el proceso de enseñanza de prácticas creativas”.
Evaluar si o no
– Hoy Santa Fe está discutiendo nuevos enfoques con un plan de ‘avance continuo’ en el secundario, sin repitencia. Para muchos padres parece que no se va a evaluar al alumno.
— Es un tema álgido. La evaluación debe ser mirada en forma integral en un sistema vinculado a la enseñanza. Hasta qué punto hoy es importante realizar una prueba desde una lógica del rendimiento y la evidencia. A veces el aprendizaje no puede mostrarse con la prueba como evidencia. Hay toda una discusión atrás, que es compleja. Esto tiene sus pro y sus contras. Sabemos que los jóvenes y los adolescentes están en una etapa donde no les interesa nada, la ‘ley del menor esfuerzo’, y la idea de no evaluar parece abonar que esto se remarque más. Pero no podemos hablar de evaluación si no miramos la enseñanza. Porque uno evalúa lo que enseña y cómo lo enseña. Si hacemos foco en la enseñanza y que lo que se enseña sea de interés, no tendríamos el problema de la evaluación.
– En qué medida ese interés está supeditado a la situación general de la sociedad, atravesada por múltiples crisis a las que no es ajeno el aula.
— La educación es posibilitar que los estudiantes vean que hay otros mundos posibles y existen. La escuela debería ser generadora de que algo cambie, generadora de transformaciones.
– ¿Lo logra hoy la escuela argentina?
— Y… es complejo. Se logra un poquito y otro poquito no. También la escuela logra que se tuerzan algunos destinos negativos que parecen prefijados. Allí es importante la tarea que hace. La educación es un campo de disputas, de luchas, de conflicto de intereses. Tiene que haber una línea política, tener presupuestos para que suceda, es muy complejo. Hay que lograr que trabajen quienes tienen a su cargo las políticas educativas junto con los docentes. La escuela puede provocar que algo de la realidad cambie. De hecho, algunas cosas hace. Además está toda la disputa salarial en un contexto inflacionario. Creo que si se reconoce al docente toda la tarea que hace, eso lo posiciona en otro lugar.
– Está el caso de un docente en San Juan que dio a sus alumnos un texto de ficción, adaptado al aula. La versión completa contenía ‘malas palabras’ y fue suspendido por la queja de una madre, escandalizada con el texto original, que no se leyó en clase.
— En Rosario, en su momento, Fontanarrosa escribió sobre las ‘malas palabras’. Hay veces que miramos cosas muy pequeñas que no son esenciales. En vez de mirar si hay o no una mala palabra, deberíamos mirar qué cosas se transmiten en ese acto que lleva a cabo el docente que trae al aula un texto que puede ser disruptivo, que puede generar diferentes puntos de vista, diferentes posiciones. A veces, hay cuestiones mucho más complejas que una mala palabra, que obligan a poner las cosas en contexto y analizarlas desde otro lugar. Me parece una visión muy superficial: hay una mala palabra, entonces al docente lo castigo, lo sanciono.
– Hay dos cuestiones. El padre o la madre que se quejan, y por otro lado, el directivo, el sistema que sanciona al docente para sacarse el problema de encima con el ‘cliente’-padre, ‘que siempre tiene razón’.
— Hay que ver desde qué posición nos paramos. Desde una visión mercantilista, que el ‘cliente siempre tiene razón’. La educación se mercantiliza o es un bien público, es un derecho o es un servicio. Esa es una discusión, por un lado. Por otro lado, me parece que tenemos una sociedad de naturaleza sancionatoria. ‘¡Hay que sancionar!’ y la escuela parece que también debe sancionar. La evaluación, de alguna manera, es una sanción con una baja nota al que no estudia. La escuela no debe sancionar, sino comprender por qué suceden las cosas que suceden. Muchas veces a un chico no le va bien, no porque no quiera estudiar, sino porque tiene un contexto de vida muy complejo y problemático. Hay que correr el chip, no sancionar sino comprender. En caso contrario, parece ‘vigilar y castigar’, como analizó el filósofo francés Michel Foucault. Si tenemos una mirada más comprensiva, nuestra intervención va a ser desde otro lugar.