Julio ha sido propicio para las presentaciones de libros en Nogoyá
Nogoyá.- El martes 20, la artista plástica Anahí Villarruel, que ahora exploró el campo de las letras, presentó “Nogoyá, ciudad de las artes”, que viene a representar las veces de guía turística de las obras que la ciudad posee y de las cuales muchos ignoramos su origen.
Al momento de presentar la publicación, Anahí Villarruel recordó cuando se fue de Entre Ríos a Buenos Aires a estudiar arte, “porque no había casi facultades de arte y gracias a Dios no las había porque el artista debe crecer en un taller. Tuve ahí dos compañeros que eran de pueblos originarios, ellos como otros integrantes de la clase se mostraban sorprendidos por mis trabajos y yo en ese momento no lograba entender de qué se trataba todo ese asombro”, expresó ante los presentes la artista nogoyaense.
Recordó que por eso decidió volver a Entre Ríos “a hacer algo por la educación artística, porque ahí me di cuenta donde estábamos parados. En Buenos Aires es otra cosa, hay accesos a museos, a muestras y demás”.
“Hoy soy una agradecida de poder cumplir mi primer proyecto, siempre me han cuestionado de porque me quedé en Nogoyá, pero yo no me quedé, sino que elegí vivir en Nogoyá. Di mi última materia sin saber que si me recibía o no, pero yo tenía mi bolso preparado y mi pasaje reservado hacia Nogoyá. Jamás volví ni siquiera a buscar mi diploma” recuerda.
Anahí se siente muy feliz de estar en Nogoyá, “porque estoy cumpliendo eso que me propuse. Tal vez en Buenos Aires no sé si hubiera logrado algo así o hubiera encontrado a alguien interesado en lo mío. Hoy tengo el afecto de amigos y ex alumnos, es algo que no tiene precio y en eso estamos los artistas, en las cosas que no tienen precio, dejamos en cada manifestación parte de nuestras vidas” fundamenta, al tiempo que agrega: “quienes estamos en la plástica sorteamos dificultades para comunicar, porque no tenemos la misma cultura que se tiene por ejemplo de forma auditiva. Se conocen distintos tipos de música, pero no todos reconocen los distintos tipos de arte plástico”.
Sobre su obra literaria, la artista la define como “una gran satisfacción, estoy en una altura de mi vida donde quiero dejar las cosas hechas en la medida que pueda, hoy dejo algo que posiblemente mis colegas lo hagan mejor que yo, pero ninguno se le ha ocurrido escribir y dejar constancia de eso” dice entre risas.
El libro “Nogoyá, ciudad de las artes” tiene una anécdota especial que fue narrada por la autora al momento de la presentación: “aquí aparece por primera vez el autor de los vitrales de la Basílica, que surge en la historia a través de un contacto por redes sociales con un artista que se presenta como tal, como el que hizo los vitrales de nuestra iglesia. Apareció justo en el momento que estaba haciendo las correcciones del libro y me cuenta que había participado en un curso que dí para docentes, donde contó su experiencia de los vitrales de la basílica de Nogoyá. Me lo encontré en el momento justo, son de esas cosas que te gratifican” valoró la artista.
A la querencia, siempre se vuelve
En tanto, el sábado 24 de julio, en el centro de Plaza Libertad, un nogoyaense que está radicado en la ciudad de Santa Fe, presentó un libro que no solo es un homenaje a la ciudad, sino que es una reseña de recuerdos y nostalgias de su niñez y juventud, las que bien podrían verse identificadas en cualquier otro copoblano que le tocó vivir y emigrar a otras tierras.
Se trata de Daniel Salas, que aporta al patrimonio literario de la ciudad “La Bicicleta Embarrada” una recopilación de cuentos e historias de Nogoyá en la década del 80.
Daniel Salas se fue de Nogoyá a los 19 años y a pesar de que siempre regresa a reencontrarse con sus amigos y familiares, decidió dejar plasmado en un libro sus recuerdos de infancia y juventud de la ciudad que lo vio nacer.
En “La Bicicleta Embarrada” el autor cuenta experiencias de vida, en doce cuentos narra sus días en familia, con amigos y aquellas postales del Nogoyá de los 80 como el mismo define.
El libro es símbolo de agradecimiento para Salas, “a la tierra que me vio nacer y crecer” dice al referirse a Nogoyá, mientras recuerda como sus amigos de la ciudad fueron pilares y sostén en las épocas de estudiante en la ciudad de Santa Fe.
Salas rescata la amistad de su Nogoyá, valora que la peña de amigos sigue estando vigente a pesar de los años y la distancia y rescata aún mucho mas la mística de pueblo que a pesar del progreso y desarrollo aún se mantiene en la ciudad. “Voy a Nogoyá casi todos los meses, ya no es más un pueblo, ya no nos conocemos todos como antes, pero aún está ese espíritu latente de aquellos que crecimos juntos, de esos vecinos que nacieron se criaron y hoy están transitando su vida en el mismo barrio” señala el autor de “La Bicicleta Embarrada”.