Historias de emigrados: “Es triste que la gente te diga que no vuelvas más al país”
Crespo.- Son cada vez más los jóvenes que, como meta a corto plazo, tienen muchas ganas de irse de la Argentina y los motivos pueden ser variados. Y durante este tiempo hemos hablado con varias personas oriundas de la región y sus historias son diferentes, muchos están de paso cumpliendo un programa laboral o una beca pero con fecha de regreso, otros están asentados en una ciudad europea o de Asia trabajando en un lugar fijo desde hace tiempo, y también están los que optaron como estilo de vida viajar sin rumbo para vivir la experiencia de conocer lugares y culturas diferentes. Es el caso de Damián Zapata, crespense que residió un año en Alemania y algunos meses en Italia, donde tramitó la ciudadanía.
Luego de graduarse como arquitecto en Santa Fe, decidió junto a su pareja emprender la aventura que primero lo llevó a Colonia, una ciudad alemana de un poco más de un millón de habitantes. El segundo destino para Dami fue Milazzo, en Sicilia, (Italia), donde llegó con un objetivo claro: tramitar la ciudadanía, propósito que logró tras unos meses. Pero mientras estuvo residiendo en esos dos países pudo conocer otros, como Luxemburgo, Holanda, Bélgica, España y Francia.
Regresó a Crespo su ciudad natal, de sorpresa, el 31 de diciembre de 2021 y aún está disfrutando de su familia y amigos; recargando pilas para nuevamente armar la valija y partir hacia el Viejo Continente en algunos días.
Durante la semana Zapata visitó la redacción de Paralelo 32 y habló, entre otras cosas, de su experiencia, sobre cómo es tramitar la ciudadanía, qué le dice su familia y sus ideas para este año.
“En 2019 empezamos a averiguar y a juntar plata especialmente. Nos íbamos a ir en marzo del 2020 pero por la pandemia nos atrasó y nos terminamos yendo en septiembre de ese año, en uno de los primeros vuelos que salieron. La idea siempre fue vivir la experiencia, conocer, trabajar en otro país, aprender idiomas”, contó al principio.
— ¿Por qué eligieron Alemania?
_ Porque de las visas que estaban disponibles, las más fáciles de sacar eran para Alemania y Dinamarca. Justo dos países que siempre nos llamaron la atención cuando empezamos a averiguar. Y primero vimos videos de Alemania y nos encantó. Después seleccionamos la ciudad, estábamos entre Berlín y Colonia, y terminamos eligiendo Colonia porque buscábamos un lugar, dentro de lo que es el país, más abierto de cabeza y ese es uno. Berlín no nos convenció porque es muy grande, un mundo aparte, y no queríamos que el cambio fuera más brusco aún. Creo que fue una buena elección.
— ¿Llegaron con algún trabajo en vista?
_ No. Dio la casualidad que una amiga de Crespo vivía ahí en ese momento y nos alojó unos días cuando llegamos. En una semana conseguimos departamento y al toque también trabajo. Allá para conseguir laburo tenés que tener una vivienda donde registrarte y entrar en el sistema alemán. Se consigue más rápido trabajo que una casa. Así que a las dos semanas de haber llegado, ya estábamos trabajando en Amazon (NdeR: la plataforma de compra-venta online más grande del mundo). Ahí estuve unos meses y luego, hasta que me fui a Italia, trabajé en Gorillas, un supermercado que funciona solamente a través de una aplicación, no físicamente digamos. La gente hacía el pedido y nosotros nos encargábamos de repartir o a veces de armarlo.
— ¿Cómo hiciste con el idioma?
_ Me fui con un inglés muy básico y desde que llegué me estoy capacitando. El alemán es muy difícil, ni siquiera intenté aprender. En la vida cotidiana y en el laburo, con el poco inglés me manejaba; y había muchos latinos así que se hablaba el castellano también. Para ir a hacer compras en el súper usamos una aplicación, que es como el traductor de Google, donde con la cámara del celular enfocás en el cartelito del producto y te lo traduce. Una salvación (entre risas).
No obstante el idioma no deja de ser una barrera. Allá son muy nacionalistas, si no hablás su idioma es imposible tener un trabajo calificado como se dice. Tiene lógica. El inmigrante está dedicado a ciertos laburos no calificados. Por ejemplo para que yo pueda ejercer de arquitecto en Alemania, me exigen saber 100% alemán; incluso me dijeron que, aún si tendría un inglés muy bueno se me complicaría.
— ¿Notaron mucha diferencia en lo social?
_ Sí, mucha. En todo. En el año y medio que estuve en Alemania, en Colonia que es una ciudad grande como Rosario, vi sólo dos manifestaciones muy pacíficas y eran de gente anti-cuarentena. Lo más quilombero que viví en Europa fue cuando los italianos festejaron la obtención de la Eurocopa. Y después en seguridad y en orden es un 10 allá comparado con lo que vivimos acá. Obviamente que hay situaciones de inseguridad y desorden, porque es inevitable, pero no tanto como pasa en la Argentina.
También nos dimos cuenta que la fama de que los alemanes son muy fríos no es un mito, es pura verdad. En un año no logré hacerme amigos oriundos de ahí, sí conocidos, y había buena onda hasta ahí nomás. Siempre se muestran distantes y fríos, pero casi todos los europeos son así; no hay como la raza latina. Nosotros nos abrazamos, festejamos, sociabilizamos sin ningún problema, pero allá no es así. Por eso también a cada país que viajás, te haces el entorno enseguida de gente latinoamericana. Se forman grupos de uruguayos, argentinos, chilenos, porque necesitás esa juntada, esa sobremesa, ese festejo que el europeo no lo tiene.
— ¿Y en lo económico?
_ También mucha diferencia. Allá la inflación no existe y diciendo eso ya te imaginás un poco. Por ejemplo en Alemania no ves gente en el supermercado buscando precios. Cuando ves a alguien en esos lugares comparando precios, te das cuenta que son latinos. Tampoco ves que se lleven las grandes compras porque como nada sube nunca, cargan lo justo y necesario para lo cotidiano. De hecho recuerdo que hace unos meses hubo una inflación mínima, pero mínima, menos del 1%, y la gente hizo un escándalo terrible que a nosotros nos daba risa.
En cambio en Italia sí vi eso, lo que noté de ese país es que es muy parecido a la Argentina, pero con la suerte de estar en la Unión Europea digamos.
— ¿Cómo tomas esa experiencia de vida?
_ Súper buena. Lo que valoro es haber podido recorrer tantos lugares y hacerme de nuevos amigos. El estar lejos de tus raíces te cambia un poco la personalidad, empezás a mirar la vida de otra manera y a valorar mucho más las cosas. Nos gustó tanto esa forma de vida que por eso en unas semanas partimos hacia otro rumbo.
— Tramitaste la ciudadanía italiana, ¿es difícil?
_ Hacerlo en Italia es mucho más fácil que hacerlo acá, por cuestiones de tiempo más que nada. Lo difícil es juntar todas las actas que tienen que ser enviadas desde tu lugar de nacimiento, que estén bien, traducidas, apostilladas y legalizadas. A mí me armó todo mi hermana desde acá y me lo envió. También tuve la ventaja de que los primos de mi mamá habían hecho la ciudadanía así que estaba todo recopilado. Sólo tuve que volver a pedir las cosas pero ya sabía dónde y cómo.
— ¿Te facilita muchas cosas tenerla?
_ Sí, totalmente. Ahora no dependo de tener una visa para trabajar, como sí tuve que hacer en Alemania. Con la ciudadanía podes trabajar en cualquier país de la Unión Europea o del espacio Schengen, sin tener que depender de un permiso. Y otra cosa muy importante de tener la ciudadanía europea es que a partir de ahora puedo manejar mis tiempos y quedarme todo lo que quiera en el país que quiera.
— ¿Qué es lo que primero te dice la gente cuando le decís que sos argentino?
_ Lo relacionan automáticamente con el fútbol. Maradona o Messi. Recuerdo que al otro día de la muerte de Maradona, cuando llegué a trabajar todos me miraban conmovidos con una cara como diciendo “qué hacés acá que no te tomaste el día”, o me daban el pésame. Hacen de una figura como el Diego o Lionel, una parte tuya, lo relacionan directamente. También me tocó conocer Nápoles y cuando les decía de dónde era, se volvían locos.
— ¿Cómo se ve nuestro el país desde allá?
_ Mal, lo que llega es puro negativismo y quilombo. Es triste que cada vez que hablás con tu gente de acá te diga que no vuelvas más al país. Incluso hasta mis viejos, a quienes le costó muchísimo aceptar mi decisión de irme, hoy me dicen que es lo mejor que hice. No escuché de ninguna persona que me diga “che volvé que acá está mejor la cosa”. Y eso que es gente cercana, con quienes nos extrañamos. Desde el otro lado del mundo veo que acá de a poco se está perdiendo la esperanza en todo.
— Te vas de nuevo, y Cuál es tu plan para este año?
_ Sí, en algunas semanas ya nos vamos. Seguramente el destino sea Dinamarca, un país que me llama la atención y que quiero conocer. Todos nuestros amigos que hicimos allá, que estuvieron por Copenhague (capital de Dinamarca) nos dijeron que es un sueño, que es la ciudad ideal. Así que queremos ir a vivir esa experiencia.
— ¿Te ves volviendo a vivir a la Argentina?
_ Sinceramente no sé si voy a volver algún día a vivir acá. Por ahora la idea es seguir viajando y conociendo lugares, manteniendo el estilo de vida que adopté hace casi dos años, pero tengo claro que no lo voy a hacer siempre. El día de mañana veré si me vuela la cabeza alguna ciudad de Europa como para asentarme y quedarme a vivir, pero por el momento no sé qué me deparará el destino. Argentina siempre va a ser mi casa, porque tengo todo acá.
— ¿Qué es lo que más extrañas?
_ Mi familia, amigos y el asado (entre risas). Especialmente con los que más noto el paso del tiempo es con mis sobrinos, que después de más de un año sin verlos vine a visitarlos. Ahí me di cuenta que están re grandes, los que no hablaban ahora hablan y los no caminaban ahora lo hacen. Ahí caés en que el tiempo pasa rápido.
— ¿Te escribe mucha gente de acá?
_ Sí, recibo muchos mensajes preguntando y mostrando intención de irse del país. Me consultan más que nada por el tema laboral y económico, y si se extraña mucho. Y cuando obtuve la ciudadanía me pasó lo mismo, me mandaron muchos preguntándome cómo se puede hacer.
— ¿Aconsejás vivir esa experiencia de viajar?
_ Sí, totalmente. No quiero ser un abanderado ni convencer que se vayan del país, porque tampoco creo que sea la solución. Pero sé que hay mucha gente que está en duda, y a esas personas les digo que se animen a vivir la experiencia porque les cambia la vida. El miedo y las dudas siempre van a estar, sólo hay que tomar coraje y animarse. Los argentinos tenemos un instinto animal que todo lo podemos solucionar estando lejos de nuestra gente. Con idioma o sin, con plata o sin; nos arreglamos. Además siempre está la opción de volver, si no te gustó o no te fue como esperabas, volvés. Ahora, si te quedás con esas ganas de vivir esa experiencia, para mí es un error y te vas a arrepentir.