¡Fumá, Hacete hombre!
** No me disculparé por escribir ‘hacete’ donde en buen castizo debería escribirse ‘hazte’ o ‘hácete’. Después de todo no he escuchado en años a un argentino que lo pronuncie así, tampoco lo decían de ese modo nuestros amigos o hermanos más grandes cuando nos alcanzaban el pucho para que le diéramos una ‘seca’, una ‘pitada’, prometiéndonos que eso nos convertiría en hombres. Era inevitable después de la escuela primaria, que algún adelantado de nuestra misma edad, o alguien con un par de años más, nos alcanzara el pucho encendido invitando a la voz de: “pegale una seca, hacete hombre”.
** Pero el tema no es el lenguaje y sus reglas gramaticales sino el tabaco, que debía llevarse entre los dedos para mejorar el porte y mientras tanto iba generando adicción. Cuando crecías un poco y tenías unos mangos propios, que no robabas sino que te los ganabas, podías jugarte a más comprando un Parliament, marca que traía su propio glamour (el de los modelos Claudia Sánchez y Nono Pugliese) y el chico o chica que arribaba al mundo juvenil buscando orientación en los consejos del marketing, creía en determinadas marcas de cigarrillos como garantía de pertenecer a las formas sociales predeterminadas.
** En la adolescencia el cigarrillo nos daba chapa y nos hacía parte de un grupete social al que no teníamos pertenencia si lo rechazábamos. Los más grandes fumaban en la calle, el taller, la cocina, el dormitorio, la oficina, sobre el andamio, en el ómnibus, en legislaturas y tribunales, en fiestas y velatorios. Fumaba el médico y el paciente, el cura y la tarotista, y ni hablar de los periodistas que trasnochaban hasta la hora del cierre con el humo como secreto aliado de sus ideas, hasta que la cruzada que con tanta crueldad predican los vendedores de salud, ganó la pulseada y el criminal está hoy en franca retirada de los lugares que solía frecuentar.
Por la ruta del “placer genial”
** Pasaron las décadas y cambiaron algunos usos y hábitos desde aquel tragar nicotina y alquitrán, hasta las actuales sustancias que queman el cerebro. Cambió la música que incita al consumo de estos venenos… desde Sarita Montiel calentando a los giles con su: “Fumar es un placer, genial, sensual. / Fumando espero al hombre que yo quiero / Y mientras fumo / mi vida no consumo / (…) / Tendida en la chaisse longue / Fumar y amar… Ver a mi amante solícito y galante, sentir sus labios besar con besos sabios”… (¿cómo será eso de besar con sabiduría, no?). En todos los tiempos el canto incluyó sus homenajes al vicio e incluso abusa de ello por estos días, con el rap y el trap.
** Desde los Beattles que le llamaban Lucy al LSD, pasando por los Rolling, Calamaro, en un largo camino hasta llegar al rapero Duki elogiando la codeina: “Y bueno mami estábamos en el estudio con los tigers, trajeron code / Se fue todo a la mierda, lo único que te digo es que / Si trae’, si trae’, si trae’, si trae’ / Y si trae’ la codeína-ina-ina-ina / (…) / ‘Tam’s todos de Lean yeah, con la garganta seca / Ready para codeína, viendo todo violeta”…
** Donde el cigarrillo fue la droga de inicio, la puerta, apareció la señora marihuana con su apariencia glamorosa y promesas de furtivos momentos de evasión comprada, y le siguieron mil sustancias más. El escenario es parecido y los daños más graves. El fumador, si bien está rifando su salud, no pierde su habilidad para trabajar, estudiar, mantener una familia, amar y proteger a su prole, y hasta puede escaparle al humo con un tratamiento corto.
** El falopero consuetudinario, en cambio, rifa todas esas habilidades, más su honradez, su honor, su autoestima, sus neuronas, su higiene personal. Solo una cosa sigue inalterable; las drogas de uso más común están presentes en los mismos espacios: en la calle, el taller, la cocina, el dormitorio, la oficina, sobre el andamio, en el ómnibus, en legislaturas y tribunales, en fiestas y velatorios. Ha penetrado de tal suerte a la sociedad que ya no se sabe cuántos tipos de drogas y combinaciones posibles hay, y se pueden hallar tutoriales en Internet para aprender a preparar brebajes.
El jarabe que nos daba mamá
** Nos sorprende cuando en una farmacia pedimos un simple jarabe para la tos, que antes fue de venta libre, y nos exigen receta duplicada; una para archivar. Es que algunos medicamentos, como la tradicional codeína (del Duki) que los pediatras han venido prescribiendo desde hace décadas para la tos convulsa, ahora es usada para drogarse. “El uso de este jarabe, cuando se lo toma en dosis debidamente prescritas, es bastante seguro; pero la cantidad de codeína que algunas personas ingieren con el jarabe es enorme, logrando efectos similares a los de la heroína”, dice el pediatra cordobés José Paisani.
** El cannabis puede alterar la química cerebral de una persona de forma permanente, advirtió la neurocientífica de Harvard Yasmin Hurd, quien sostuvo además que aumenta el riesgo de trastornos psiquiátricos. Y son cada vez más los expertos e integrantes del cuerpo científico mundial que salen a alertarlo. Hurd lo dijo en el marco del Día de la Hierba, que se celebra cada año en Yanquilandia. “El cannabis contiene más de 500 sustancias químicas, incluidos más de 140 cannabinoides que tienen un mayor o menor grado de actividad psicofarmacológica”, explicó Hurd en una conferencia de neurociencia de Harvard.
Zorros cuidando el gallinero
** Por supuesto que el “Estado presente” encuentra también en esto la forma de crear cargos en organismos de lucha contra la droga, donde los funcionarios nombrados no son sometidos previamente a pruebas para conocer si están libres de esa adicción. Hacerlo sería violar su derecho laboral, y no hacerlo puede tener graves consecuencias. ¿Con qué convicción combate la droga alguien que depende psicológica o incluso fisiológicamente de ella?
** Sin ir más lejos para no pagar pasaje al cuete, esta semana levantó polémica la campaña antidrogas “Tomá poquito”, que realizó la municipalidad de Morón (Baires) y parecía más una invitación a consumir que a ayudar a los faloperos. Distribuyeron material con estas recomendaciones: “Andá de a poco y despacio”. “Tomá poquito para ver cómo reacciona tu cuerpo”. “Si te detienen, tenés derecho a un abogado”… Me recordó tristemente a los muchachos de mi barrio: “Pitá, hacete hombre”, “Tirá a pecho despacio”, “De a poco, boludo, si no querés toser”…