Homenaje a Eugenio Hepp
Eugenio Hepp: “El que va a trabajar tiene que hacer las cosas bien, aunque pierda plata”
Falleció este 24 de septiembre uno de los primeros metalúrgicos que produjo jaulas para aves que expandieron la producción avícola masiva. Autodidacta en diversos oficios y reconocido constructor de autos de carrera y casas rodantes. Repasamos su historia en esta nota que le realizáramos en Paralelo 32 en diciembre del 2015.
Crespo.- Eugenio Hepp es un emprendedor de muchos años en nuestra ciudad. Autodidacta en diversos oficios, desarrolló su capacidad de trabajo y su inteligencia en el saber hacer. Fue metalúrgico, mecánico, hizo planos de casas cuando no había maestros mayores de obra. Tuvo un gran auge con la construcción de jaulas avícolas y con los años fue reconocido por la construcción de casas rodantes y módulos para vehículos. También construyó autos de carrera que tuvieron éxito en la antigua Fórmula 6 Entrerriana.
Sus estudios terminaron en 6º grado del nivel primario, que era lo máximo que se podía acceder en Crespo entre las décadas de 1930 y 1940. En una amena charla con Paralelo 32, don Eugenio, “Pubi” para sus amigos, describió parte de su vida. Estuvo acompañado durante la entrevista por su hija Cristina.
– ¿Después de estudiar dónde empezó a trabajar?
-- Yo era muy amigo de Otto Schira, que tenía mi misma edad. Él empezó a trabajar en la estación de servicio Shell de don Federico Wagner (que continúa actualmente su nieto, Germán Wagner, N. de R.). Y yo era ‘cucharero’ porque siempre me gustaron los fierros y la mecánica. Me iba a la tarde a trabajar aunque no me paguen. Después estuve con Enrique Hess, Otto estaba ahí también. Después fui al arsenal, entré en el año 1950 y estuve siete años, hasta el 57. Luego me fui porque mi cuñado había puesto un comercio de artículos de hogar en Ramírez y yo hacía el service de heladeras. Me fui a Rosario, a la fábrica, y me enseñaron. En ese tiempo venían los equipos abiertos, no eran blindados como ahora. Siempre tenían algún problema.
– ¿Cómo siguió su vida?
-- Cuando me casé, me fui a trabajar con don Luis Kaehler en su planta de incubación, donde hacía todo el mantenimiento de las máquinas. Incluso, el compró una incubadora en el comercio de Seimandi. La desarmamos con los muchachos y la volvimos a armar en la planta. Todo eso lo hacía yo.
– ¿Cuándo comenzó a trabajar con la metalúrgica?
-- Empecé a trabajar en mayo de 1969.
– ¿Qué empezó haciendo?
-- Al tema de las gallinas no le daba bolilla. Pero Kaehler viajaba a Alemania y a Estados Unidos y traía folletos de jaulas y esas cosas. Empezó a hacer jaulas para él. Uno de los muchachos, el flaco Stremel, se fue de la planta de Kaehler. Para darle trabajo conseguí una maquinita para hacer conejeras. En la galería de mi casa (sigue viviendo en la misma casa de calle San Martín frente a la Plaza Sarmiento, N. de R.) le puse la maquinita, le di los moldes y él empezó a hacer jaulas. Los primeros clientes eran de Seguí, empezó a gustar el trabajo, venía un cliente tras el otro. Le digo la verdad que los primeros años tenía tres turnos, trabajábamos día y noche.
La casa
– ¿Siempre en su casa frente a la Plaza Sarmiento?
-- Trabajábamos siempre ahí. Cuando compré la propiedad, era una tapera, de don Stieben, que hacía baterías. No la quería comprar nadie. Por el lugar pagué 170 pesos en 1965 o 1966. Yo hice la casa a la par de los albañiles, rellené el patio buscando tierra donde hacían pozos. Era un terreno muy bajo. Laburé a ‘lo bicho’ por las ganas de tener algo propio.
– ¿Y don Stieben qué le dijo?
-- Un día, después que me vendió el terreno y yo ya estaba reformando, pasó don Stieben delante de la casa y me dijo ‘la pucha, si hubiera sabido que podía reformarla, no te la vendía’.
– ¿Ud. se hizo los planos de la casa?
-- Sí, desde que estaba en el arsenal hacía planos de casas de gente de la ciudad que pedía créditos. Yo les hacía el plano de construcción y el banco se los aprobaba. Me gustó el dibujo siempre
– Repasemos. Hizo metalurgia, electricidad, mecánica, planos de casas ¿Todo lo aprendió en forma autodidacta?
-- Yo fui muy curioso siempre. La mecánica un poco con Schira, después él puso un taller y yo me lo pasaba ahí, o con don Enrique Hess lo mismo. Con la pintura también.
– ¿Ud. fue de los primeros en hacer jaulas para aves?
-- Había empezado un poco antes Welizko, después yo. Luego, aparecieron más cuando vieron que era un buen negocio. Llegó a haber como siete u ocho metalúrgicas que hacían jaulas. Todavía hago un poco. Hubo un tiempo que trabajábamos día y noche, cargábamos camiones que venía de Tres Arroyo, de Bahía Blanca, del sur. Íbamos a Córdoba.
Circular 1050
– ¿Le tocó alguna época mala?
-- La peor época para mí fue con Martínez de Hoz (ministro de Economía desde 1976 hasta 1981, durante el Proceso de Reorganización Nacional, la última dictadura militar, N. de R.), con la Circular 1050. Casi pierdo mi casa y mis hijos eran chiquitos, todavía.
– Quedó enganchado con la 1050.
-- Le digo la verdad, lloraba. Pero zafé. Con la 1050 uno quería achicar, vendía un vehículo, entregaba el dinero al banco y al mes siguiente estaba peor. La deuda se agrandaba sola, vendía todo lo que tenía y no podía achicar la deuda.
– Si no saldaba la deuda, seguía incrementándose.
-- Con mi contador quisimos arreglar una forma de saldar la deuda. En Paraná, los directivos del banco estaban de acuerdo, pero el gerente de Crespo no quería aceptar la propuesta que hicimos. Ese gerente, dio la casualidad que a las pocas semanas murió. Y luego pudimos arreglar con el banco. Con unos clientes que por ese entonces me pagaron un trabajo por adelantado, saldé la deuda y zafé.
– ¿El local de avenida Belgrano es suyo de esa época?
-- Eso lo hice después. Ahora pertenece a mi hijo y hace su propia actividad.
– ¿Está jubilado?
-- Sí, me jubilé diez años más tarde de la edad permitida. Unos gestores me sacaron plata y no me podía jubilar. Finalmente fui a Paraná a hacer las gestiones con uno de mis yernos y al cabo de cuatro viajes, arreglé todo. Pero estoy cobrando la jubilación mínima.
Automóvil de carrera y casas rodantes
– En una época preparó un automóvil de carrera que tuvo mucho éxito.
-- Hice un auto de carreras en los años setenta que en aquel tiempo revolucionó la Fórmula 6 Entrerriana (ahora es la Fórmula Entrerriana, N. de R.). Era algo distinto a todo lo demás. Todos los conductores en los autos de esa época se sentaban sobre el diferencial. Yo hice una reforma para poner el diferencial y la cañonera a un costado. Lograba más agarre y mayor velocidad porque tenía 12 centímetros de altura sobre el suelo. Revolucionó todo.
– ¿Quiénes corrieron ese auto?
-- El primero fue Jorge Halliburton; luego lo terminó corriendo ‘Dany’ María. Ese auto tenía buenos premios. En las clasificaciones andaba muy bien, pero en muchas carreras después se quedaba. Hice otro auto para ‘pajarito’ Brauer, el último que tuvo.
– ¿Y las casas rodantes?
-- Hice muchísimas casas rodantes. A un circo le hice un semirremolque de diez metros.
– ¿Hizo las casas rodantes mirando folletos para aprender cómo fabricarlas?
-- Todavía tengo revistas y folletos de cuando tenía 15 años, ya los iba guardando con esa idea. Era para hacerlas para mí, pero mi señora no quiso. La última que hice fue para el doctor Wensell, director del Sanatorio Adventista del Plata. La primera que hice fue para un yerno de Bártoli, se fue a Córdoba. En Crespo hice casas rodantes para el dentista Roncoli, el relojero Jacob. En Paraná y María Grande hice varias. Las hacía aparte de las jaulas. Los domingos me encerraba en el taller para hacer los detalles de los pisos, las terminaciones. Lo que me pasaba a mí, le pasa a mi hijo Carlitos. Lo que él hace, no lo hace otro. Entonces termina haciéndolo él solo. A mí me pasaba lo mismo. Porque vos no encontrás gente que trabaje como vos querés hacerlo, hasta los detalles. En mis casas rodantes no se veían remaches ni tornillos.
– ¿Cómo empezó a construir casas rodantes?
-- Hubo un remate de una fábrica de balde de don Diel. Y compré la propiedad de calle Belgrano. Así me hice de ese lote. Ahí comencé a hacer furgones y cúpulas. Tenía las revistas guardadas con ejemplos. A Bártoli le hice un chasis de camión para transportar personal. Llegó el yerno y me pidió una rodante, semirremolque. Después seguí haciéndola.
Crítica a los rusoalemanes
– ¿Cambió mucho la sociedad y la economía en sus sesenta años de trabajo?
-- En estos días, justamente, mandé a afilar una cierra de una máquina que tengo para cortar. La máquina entera la pagué 170 pesos aquella vez. Era plata. Ahora, afilar la hoja me costó 360. Para que se vea la diferencia que hay. La peor época para mí fue la 1050. Todos los avicultores a los que les hice jaulas están bien parados. Con mis jaulas, me peleaban a veces el precio en mil pesos. La plata que hicieron, la hicieron con mis jaulas. Ahora, traen importados 3 o 4 millones de pesos y no es un problema. Yo no los envidio porque tampoco tengo la energía de antes para trabajar. Pero, soy sincero. La peor gente, son los paisanos nuestros, los rusoalemanes. Yo se los digo en la cara. Se aprovechan. Se juntan, se pasan el dato uno al otro y te vienen con la misma propuesta. Así me ‘trabajaban’ a veces por unos pesos. Y los ‘clavos’ que tuve, que doy por perdidos, son de nuestros paisanos. Yo le he hecho trabajos a gente de afuera, de Córdoba, de otros lados, abogados. Me mandaban el presupuesto, la seña y después que les enviaba las jaulas, me mandaban el resto del pago. Y no nos veíamos la cara. Acá nos vemos todos los días, me deben y… no importa, yo no lo quiero (sonríe).
– Ud. es más una persona de hacer que una persona de hacer negocios.
-- ¡Claro! Ese fue mi error. Hay tipos que no saben hacer lo que yo hago, pero trabajan con esto (se lleva la mano a la cabeza) y han hecho más plata. Le digo la verdad. Un paisano se vino un día en carro, porque había barro ese día. Se llevó jaulas para 500 gallinas o algo así. Decía ‘cómo voy a hacer para pagar esas jaulas’. Ahora, andá a mirar lo que tienen los hijos. El me pagó.
– ¿Cómo se lleva con la gente?
-- No tengo problemas con nadie. Me adapto a todas las edades. Carlitos tiene dos o tres ayudantes y bromeamos todo el día.
– ¿Qué consejo le daría a los más jóvenes?
-- A veces digo que uno debería llegar a cierta edad, irse y volver a nacer para no hacer las mismas macanas de antes. Al que va a trabajar, hacer las cosas bien. Me tocó perder muchas veces, pero el trabajo lo hice siempre igual y con calidad. Porque haya perdido plata, no puede ser malo el trabajo terminado. Siempre, ser honesto. No le debo a nadie, pero a mí me han quedado debiendo. No interesa, ya está.
– ¿Se arrepiente de algo?
-- No, ya está todo hecho. Mi familia, gracias a Dios, estamos todos juntos. Los yernos no me puedo quejar, son buenos. Cuando festejamos los 50 años de matrimonio con mi señora, estuvimos todos juntos.