“Es muy interesante vaciarse de todo lo que uno ha escuchado para crear”
Victoria.- Este domingo 16 a partir de las 20:30 en la Agrupación Cultural Victoria (Italia 474) el gran pianista Horacio Lavandera brindará un recital en el marco del ciclo Victoria al Piano. Se trata de un recital único que, de seguro, quedará en la memoria de todos los que asistan. En este contexto, Lavandera dialogó con Paralelo 32. Habló sobre la programación en la música, la relación de ésta con la matemática, su venida a la ciudad y sobre qué hay que tener en cuenta si se quiere desarrollar una carrera musical.
—Permítame un juego literario. En el poema de Borges El Gólem el rabí le explica a su criatura: “Esto es mi pie; esto, el tuyo; esto, la soga”, ¿qué le mostrarías a ese gólem si le tuvieras que decir: “Esto es la música”?
—Más que tener un diálogo con alguien de las características de ese gólem, me quedaría viéndolo y escuchándolo, para ver qué me puede brindar en lugar de darle explicaciones. Creo que es lo mismo que me pasa cuando aplico algún programa informático a música que esté componiendo. Muchas veces, trabajo con programación, con movimientos borwnianos y, si bien es cierto que le paso una data, estoy pasando una data que se amolde a lo que pueda llegar a recibir yo como algo positivo, pero no obligando a la máquina a que pueda entender algo mucho más allá de lo que yo estaría necesitando de ella. Por lo tanto, creo que el final del poema esclarece la imposibilidad de querer esperar algo más. Creo que habla de la frustración y de que, finalmente, de alguna manera no tiene mucho sentido forzar esa frustración en nuestra relación con las máquinas. Considero que se trata de entender los límites de cada uno y, de acuerdo a eso, optimizar tal o cual resultado.
—En tu canal de YouTube tenés un video donde hablás de los números Fibonacci junto al científico Adrián Paenza. ¿Qué relación existe entre la música y la matemática? ¿La música es caos, es orden o no se puede definir a través de estos conceptos?
—La relación entre la música y la matemática depende de lo que uno le quiera dar. Puede haber personas para las que no existe ninguna relación o puede haber una corriente de pensamiento que quiera ir construyendo la música a través de un lenguaje matemático. Yo no soy quién para decir si existe o no una relación, simplemente es uno de los aspectos de la música que más me interesa. Por otro lado, creo que la música se puede definir a través de todos los conceptos, y entre el caos y el orden también es muy subjetivo qué es cada cosa. Por ejemplo, para un investigador crecido en Europa en el siglo XX, escuchar música de los mapuches podría ser caos, pero para los mapuches nunca fue caos su manera de manifestarse frente a la naturaleza; o viceversa, un mapuche puede escuchar una obra de Stockhausen y sentir que todo es caos, y, sin embargo, a través de cantidad de análisis uno puede llegar a la conclusión de que hay una cantidad de parámetros que están muy ordenados. Pienso que la música se puede definir en tantos conceptos como cada uno tenga y, de acuerdo a la intuición de cada uno, es cómo se va a ir desarrollando esa parte filológica de la música.
—Para una correcta interpretación de las obras musicales, ¿es necesario que el intérprete estudie otras artes y ciencias?
—En línea con lo que vengo comentando, no se tiene por qué estudiar otras artes y ciencias. De hecho, se puede especializar únicamente en un solo sonido. Hay monjes budistas que sólo se dedican a cantar determinadas notas en su vida y quizá no tienen por qué saber de más artes o ciencias que especializarse en ese sonido. Por ejemplo, hay un compositor llamado Giacinto Scelsi que se interesa por descubrir qué hay detrás de un sonido y a mí me apasiona, es como crear una suerte de amnesia total en el ser humano a través del sonido. Por lo tanto, creo que hay mucho estudio que puede ser muy positivo, pero también es muy interesante poder vaciarse de todo lo que uno ha escuchado jamás para crear.
—Sos un pianista que ha tocado en los mejores escenarios del mundo, ¿por qué decidiste venir a Victoria?
—Encuentro apasionante que se esté gestando un ciclo de conciertos de la mano del maestro Laureano Bruno y estoy siguiendo todo el desarrollo y el esfuerzo de lo que está haciendo. Cómo no ser partícipe de esto, son de estas acciones que hacen que el mundo parezca un lugar muy distinto. Será un reto enorme. Esperemos que se pueda llenar y que el público de Victoria se lleve una enorme satisfacción con mi concierto, lo espero con toda humildad.
—¿Ya tenés definido el repertorio para el domingo 16 de abril?
—Sí. Va a ser un programa compuesto por las obras de compositores alemanes que yo considero más importantes: Ludwig van Beethoven, Johann Sebastian Bach, Clara Schumann, Johannes Brahms, Richard Wagner y, también, una obra que trabajé personalmente con el compositor alemán Karlheinz Stockhausen. Va a ser un concierto dedicado a Alemania. Hay muchos descendientes de alemanes en Entre Ríos, eso lo sé. Ojalá que se acerquen porque, entre otras obras, voy a tocar la versión de Clara Schumann del himno de Alemania, que es muy interesante. En octubre viajaré a Alemania y es uno de los lugares en estos últimos años en los que más estuve haciendo conciertos.
—En Victoria hay muchos jóvenes que quieren hacer una carrera musical, ¿qué les dirías a ellos? ¿Qué tan importante es la disciplina para una carrera como pianista?
—Lo que diría a las familias de los jóvenes que quieran dedicarse al arte en general es que los apoyen, desde todo punto de vista. Esto para que el joven artista pueda seguir su intuición y tener buenos maestros e ir desarrollando un camino lo más saludable posible. Hablar de carrera musical es muy complicado, y más aún en el siglo XXI con todos los avances tecnológicos, sobre todo si nos estamos refiriendo a algo tan específico como el piano y la música clásica. Es fundamental el apoyo de la familia. Yo fui muy privilegiado al tener una familia que me apoyó: mi padre, que lamentablemente falleció hace poco; mi madre; mi hermana; mis dos abuelos; mi tío; y, actualmente, mi novia. He tenido un entorno que me ha cuidado mucho y en eso me siento muy privilegiado.
En cuanto a las complicaciones de llevar adelante una carrera en la música clásica y el interés de los grandes públicos, Horacio dijo: “No todo el mundo está hablando en el día a día de sonatas de Beethoven. Entonces, cuando llega un joven pianista a tocar una sonata de Beethoven, la pregunta es: ¿Qué significa esto? Por eso es muy importante el apoyo de la familia, para que el joven pueda desarrollar sus inquietudes de obras que llevan mucho tiempo; lleva toda la vida llegar a las profundidades que requieren las grandes obras”.
Sobre esta misma línea, añadió: “Hay una frase de Piazzolla que yo repito: «Si sos músico serás pobre, pero serás feliz», y ésa es la verdad. Que nadie espere poder hacer carrera musical como quien hace una carrera con finalidad económica. La vida del músico es dedica al estudio, la introspección y la reflexión”.
—¿Cómo estudiás y cuánto tiempo por día le dedicás a la música? ¿Cómo lidiás con el error?
—Le dedico toda mi vida a la música. A los siete años empecé a estudiar el piano y a los 12 ya me dediqué por completo. Con el error lidio mal. No me gusta para nada equivocarme. Soy de una familia de músicos muy neuróticos, muy exigentes. También, te podría contestar que lidio con el error con terapia [risas]. Ésa podría ser una buena respuesta. Somos privilegiados los que podemos hacer terapia y es una muy buena manera de analizar. Nos equivocamos desde que comenzamos a caminar y tropezamos. Todos los días uno se está corrigiendo y viendo cosas que puede hacer mejor (aunque es obvio que hay personas que no lo hacen). Trato de llevar una vida saludable, y en lo saludable está el saber lidiar con el error. Hay una anécdota que me viene a la mente del gran concierto del compositor y pianista superestrella del siglo XIX Franz Liszt: estaba terminando de tocar una pieza y la última nota fue un error total. Él, en lugar de quedarse con ese error siguió improvisando para que nadie se dé cuenta. La gente lo ovacionó totalmente. Esta anécdota es muy importante porque Franz Liszt hizo de un error una virtud. Finalmente, lo más importante es el mensaje que deja la música. En lo personal trato de vincularme con la fuerza iniciática que pudo tener el compositor al decidir llenar de notas un pentagrama que estaba en blanco: qué lo motivo, qué lo llevó a ese primer impulso que es dado por la propia intuición para empezar a anotar ideas y llevar a cabo una obra maestra como la sonata Appassionata que voy a tocar el 16 en Victoria.