Clima
El valor del agua de lluvia: aliada natural para huertas y jardines
/https://paralelo32cdn.eleco.com.ar/media/2025/08/plantas_bajo_la_lluvia.jpeg)
Desde tiempos antiguos, el agua de lluvia ha sido utilizada para regar huertas, jardines y cultivos. Hoy, la ciencia confirma que no se trata solo de una costumbre heredada, sino de un beneficio real para las plantas.
A diferencia del agua de red —que en la mayoría de las ciudades entrerrianas es “agua dura”—, la de lluvia resulta más pura: no contiene cloro ni sales añadidas, componentes necesarios para la potabilización pero que pueden ser agresivos para raíces sensibles de ciertas especies.
Una fórmula natural que potencia el crecimiento
El agua que cae del cielo posee características que la vuelven única:
Tiene un pH ligeramente ácido, lo que ayuda a disolver los nutrientes del suelo y facilita su absorción por las raíces.
Aporta partículas de nitrógeno presentes en la atmósfera, un fertilizante natural clave para el desarrollo de hojas verdes y tallos firmes.
Suele tener una temperatura más adecuada que la que llega por cañerías, evitando el “shock térmico” que puede dañar raíces y hojas.
Los jardineros también destacan un detalle visible: las plantas se ven más brillantes y con colores más intensos tras una buena lluvia. Esto se debe a la combinación de oxigenación, humedad y nutrientes, pero también al efecto de “lavado” que deja las hojas limpias de polvo y contaminantes, mejorando así la fotosíntesis.
Cuidar el ambiente y ahorrar en casa
Recolectar agua de lluvia no solo beneficia a las plantas: también es una práctica ecológica y económica, ya que reduce el consumo de agua potable, un recurso cada vez más valioso en las ciudades.
Cada vez más hogares y huertas urbanas incorporan sistemas para captar y almacenar agua pluvial, una estrategia simple y sustentable que devuelve a las plantas lo que la naturaleza ofrece de manera gratuita.
Consejos prácticos para recolectar y usar agua de lluvia
Colocar recipientes amplios en patios, balcones o terrazas.
Usar tanques o barriles con tapa para evitar la proliferación de mosquitos.
Instalar canaletas en los techos para dirigir el agua hacia contenedores grandes.
Filtrar hojas o impurezas con una tela o malla antes de utilizarla.
No almacenar por demasiado tiempo: lo ideal es usarla dentro de la semana.
Regar en horas frescas (mañana o atardecer) para evitar evaporación.
Aprovecharla también para limpiar pisos o herramientas de jardinería, reduciendo así el gasto de agua potable.