El relato de una travesía a caballo entre Hernández y Urdinarrain
Jorge Martinez Arias y su hijo Facundo, iniciaron esta travesía con varios objetivos. El primero de ellos y el primordial es rescatar la relación entre el caballo y el hombre, más allá de que el animal se vea representado como una herramienta de trabajo y un protagonista de eventos tradicionales.
“Lo cierto es que proponemos que el caballo sea visto como un compañero de aventura que recorra caminos junto a nosotros, por eso nos propusimos este recorrido que sale desde Hernández, pasa por Betbeder, Nogoyá, llega hasta el puesto caminero y continua camino al paraje La Ilusión dentro del departamento Nogoyá” fundamenta Martinez Arias.
El aventurero, relata que la hoja de ruta establece la posibilidad de poder parar cada dos o tres kilómetros teniendo distintos puntos de referencia, ya sea una tapera, un molino o un cruce de caminos. “En esos 150 kilómetros, dispusimos estas referencias por cualquier inconveniente que pudiera surgir, pero realizando la hoja de ruta nos encontramos con gente que estaba dispuesta a recibirnos a alojarnos o a asistirnos en alguna parada”.
Al comenzar el desarrollo de la cabalgata de aproximadamente 150 kilómetros, realizaron la primera parada en la casa de Beto Gardella en La Ilusión, “un reconocido vecino del lugar que nos ofreció todo en la estadía, luego continuamos hasta el Bar de Julián donde ya de noche, nos recibieron unas veinte personas con quien compartimos charlas y anécdotas. A diferencia de otros lugares, el bolicho de Beto Gardella se caracteriza por su ambiente familiar, uno se encuentra con adultos, jóvenes, mujeres y niños” recuerda.
Continuando con su relato, Jorge explicó a Paralelo 32 que desde el Bar de Julián partieron hacia la Ruta Provincial 6, hacia un paraje entre General Galarza y Gobernador Mansilla, realizando una parada en el comedor “El Paso”, propiedad del señor Verig, para luego continuar al bar de Fiorotto: “en ese tramo debimos atravesar varios impedimentos para llegar hasta el lugar, el estado de los caminos y la situación climática nos jugaron una mala pasada, seis kilómetros antes de llegar nuestro vehículo de apoyo se quedó empantanado y nos retrasamos una hora en nuestro itinerario”.
Pese a ello, el periodista no lamenta lo ocurrido sino que lo cita como una experiencia mas que forma parte de la aventura, agregando que “esa misma madrugada comenzó a llover y debimos desplegar medidas especiales para poder continuar, la camioneta salió antes hasta el ripio y con los caballos nos quedamos en lo Fiorotto aguardando que el clima apaciguara para poder continuar. Llovieron 50 milímetros, salimos después de las 10 de la mañana cuando cesó la lluvia con rumbo al Bar El Viejo Almacén y en ese trayecto el rio Gualeguay nos regaló una postal increíble. Al estar crecido, el agua estaba al borde del puente y durante varios kilómetros fuimos acompañados de un paisaje majestuoso entre verdes y río”.
Martinez destaca que el Bar El Viejo Almacén, propiedad Manuel Perovich, es lugar que data de más de 100 años y ha sido acondicionado para atraer turistas debido a la proximidad del balneario de Arenas Blancas sobre el Rio Gualeguay, declarado de interés provincial.
“Seguimos nuestro camino, llegando en la noche del jueves a Urdinarrain en donde nos recibieron las autoridades de la ciudad, integrantes de la comisión de la Fiesta Provinicial del Caballo y medios de comunicación” expresa el jinete.
Al ser consultado por Paralelo 32 sobre la experiencia personal de la travesía, el protagonista la define como “una experiencia riquísima, porque primero como experiencia uno aprende los detalles del camino, sabes donde está el molino, donde cruzaste un ciervo, donde hay un puente, donde viven los vecinos y un sinfín de recuerdos que van surgiendo a medida que vas haciendo un repaso mental”.
A modo emocional, expresó que la aventura “requiere de mucha templanza, de armonía personal para poder estar bien con los compañeros de viaje y con las personas con la que nos vamos encontrando. Desde lo espiritual es una cuestión muy especial, uno tiene tiempos de largos silencios en donde el único dialogo es entre uno y la naturaleza” reflexiona.