El Padre Jorge Fontana peregrinó desde Paraná hasta Nogoyá
Nogoyá.- Como desde hace 13 años, el Padre Jorge Fontana realizó una vez más el desafío de unir Paraná con Nogoyá con un especial peregrinar que tiene aristas particulares y que él mismo explicó a Paralelo 32.
Nos recibió a pocas horas de haber culminado los 120 kilómetros de caminata junto a tres personas más, y lejos de entrevistar a alguien que debería verse muy cansado, nos recibió un hombre predispuesto, de buen ánimo y con el entusiasmo como si fuera la primera entrevista que brindaría.
Previo a conocer los detalles de la peregrinación de este 2021, decidimos ir por el origen de esta peregrinación que desde afuera la vemos como un gran desafío personal, pero el sacerdote se empecina en tratar de explicar lo místico que lo llevó a tomar la iniciativa de peregrinar hacía Nogoyá cada mes de julio.
“Llegué en marzo de 2007 a Nogoyá como vicario, viví la primera fiesta patronal en julio y ahí comenzó a nacer esto de peregrinar, conociendo la historia de la Virgen y de Nogoyá. Esto de la devoción se puede explicar hasta cierto punto, jamás me imaginé organizando peregrinaciones, participé algunas veces de la peregrinación de los pueblos, pero ahí no me surgió la cuestión. Acá sentí que la Virgen me fue pidiendo, como que me decía que estaba ahí de una manera especial, todo eso avalado a su historia” comienza explicando Fontana a Paralelo 32.
Fundamenta además que la basílica es un santuario, “sería como el punto de encuentro para una peregrinación, entonces no puede existir uno sin el otro. Un poco me nació la iniciativa por eso, pero después algo dentro de mí me decía “animate”.
También reflexiona el sacerdote sobre la devoción de la ciudad hacia su patrona, “uno con el paso del tiempo se da cuenta como la Virgen del Carmen marca al nogoyaense desde la cuna, hay un fuerte sentido de identificación. Es la esencia de la ciudad, como cada una tendrá la suya, pero acá está este fenómeno que nos lleva a preguntarnos “¿y por qué?”, son cosas que escapan a explicaciones, es como que Dios vino y dijo es acá”.
Ingresando en el dialogo especifico sobre la decimo tercera edición de la peregrinación, el cura organizador y precursor recuerda que ya la del año pasado había sido muy especial “fue totalmente virtual, si bien teníamos la idea de caminar era imposible ingresar a las ciudades por los controles que había, pero este año al estar más permisivos los ingresos, decidimos caminar tres personas en representación de un centenar de peregrinos que lo hicieron de manera virtual. Fue como volver a hacerla por primera vez, porque fuimos el mismo número de peregrinos de aquella vez, caminamos en representación de 120 peregrinos virtuales en una experiencia linda. Esto de la virtualidad nos permitió estar en contacto permanente y en tiempo real con todos y sentir que caminábamos juntos”.
Pero esta edición, más allá de todas las connotaciones especiales que Fontana relata, tuvo el clima como punto adverso, fue la primera vez que llovió durante toda una jornada. “Siempre teníamos alguna lluvia en tramos cortos, pero el 14 amaneció lloviendo y así siguió todo el día, sumando la niebla al atardecer” cuenta Fontana y a pesar de que lo vio como un obstáculo, hoy lo recuerda hasta con cierta gracia por haberlo superado gracias a su fe.
“La peregrinación tiene dos aristas, lo que se ve y lo que no, desde afuera muchos ven personas caminando una cierta distancia, pero lo que motiva al peregrino es algo vivencial, es un ayuda memoria de lo que es la vida, esto es un camino como la vida, uno nace, comienza a caminar, va sintiendo el cansancio y los achaques. En ese caminar van surgiendo dificultados y en eso no nos podemos detener, hay toda una cuestión espiritual detrás de la peregrinación, es un ejercicio físico, pero en ese ejercicio uno se va interiorizando de lo que le pasa cada uno en su vida” explica.
“Amanecimos el segundo día y llovía, estaba oscuro aún y ahí nos tocó discernir, entre los riesgos y nuestro deseo de seguir. Esperamos un tiempo y decidimos seguir cuando las condiciones de seguridad estaban dadas. Sabíamos que nos íbamos a mojar, que la podíamos pasar mal, pero ahí entregamos nuestro sacrificio a la Virgen, sabíamos que estábamos ofreciendo nuestro peregrinar con muchas intenciones a cuestas. El esfuerzo es un valor que esta venido a menos, pero decidimos salir con toda la lluvia, asimilamos la lluvia con la pureza, con ser purificados. Por la tarde nos invadió la neblina, no se veía a más de un metro, y otra vez lo asimilo con la vida, muchas veces no podemos ver, nos visita el miedo, pero a pesar de eso caminamos confiados a pesar de no ver a más de un metro”.
Entre tanto obstáculo sorteado, preguntamos al padre Jorge Fontana si en algún momento pensó en tirar la toalla, en no realizar la peregrinación o llegar a decir que esa fue la última vez que caminó los 120 kilómetros.
La respuesta fue un “No” rotundo y acompañado de una carcajada como si se tratase de una locura lo preguntado y dando a entender que hay peregrinaciones para rato. Reconoció que “costó mucho el año pasado, ahí buscamos muchas alternativas, pensé en irme con un auto y dormir en el auto al costado de la ruta, pero cada vez que llega el mes de julio a uno le entra un entusiasmo especial, enfocamos la mirada en algo esencial”.
Pese a las modificaciones que debió realizar por el contexto sanitario, Fontana se queda con las imágenes de cuando eran cientos de peregrinos en la ruta, “éramos testigos de que había que esperar a otros que caminaban más lento, eso llevaba a que unos caminen más despacio para que los de atrás vayan junto a ellos, era un ejercicio que nos igualaba a todos, vivíamos en profundidad cada momento, aunque para afuera sean insignificantes”.
Por último, Fontana agradece a todos los que hicieron posible la peregrinación, “es una idea que necesita de un gran equipo, que se compromete con la logística, son más de cincuenta personas, hay gente de Crespo y Hernández que nos recibe y nos aloja”. A modo de mensaje, el sacerdote invita a la comunidad a que “pidan la gracia de poder sentir una experiencia fuerte de cercanía y protección de la Virgen, caminé por la niebla con un cuadro de la Virgen en mis manos, no veía más allá de mi, por eso les digo que le pidan a ella que en medio de esta neblina que tenemos, política, social, económica y condimentada por la pandemia, debe haber una salida, que será paso a paso sin ansiedad, con la clave de que tenemos que ir con ella en nuestras manos. Prendámosnos fuerte de su manto, sin cansarnos de hacer el bien, ante tanta tentación de tirar la toalla, que ella sea quien nos agarre de la mano y nos saque adelante”.