El mercado laboral en tiempos donde todo parece ajustarse
Victoria (Por Mario Juárez- Nicolás Rochí).- Hablar de trabajo en tiempos de Pandemia no resulta sencillo, ya pasaron varios meses desde la debatida y cuestionada aprobación de la modalidad remota o teletrabajo y paralelamente a esta actualización, en la legislación laboral nacional, en California, Silicon Valley anunció que para septiembre quiere que sus empleados vuelvan a la presencialidad. Entonces, en la meca de las decisiones a futuro hablan de volver a la presencialidad, y aquí nosotros reglamentamos desde el Estado cómo seguir en la virtualidad con determinadas pautas que, lejos de favorecer el empleo, lo complican aún más.
Vayamos a los números entonces, el último dato de empleo asalariado registrado de la actividad privada muestra que en septiembre pasado los empleadores declararon ante el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) 5.775.712 empleados. Esta es una cifra casi igual a la de octubre de 2010, una década atrás.
En febrero de este 2020, el mes previo a la llegada del coronavirus a la Argentina, los puestos declarados habían sido 6.023.797, es decir, 248.085 más que en septiembre. Si se mira toda la serie de datos publicada por el Ministerio de Trabajo —y que recupera el Diario La Nación— desde enero de 2009, el número nunca se despegó mucho de ese nivel: el más alto fue el de marzo de 2018, con 6.322.588 empleos.
A la par de este dato duro están los empleos no registrados, monotributistas y demás emprendedores que buscan alternativas de ingreso por fuera del sistema, sin crédito, con la poca capacitación que le pueden brindar sus municipios o estados provinciales, y donde la estadística cuida de no meterse. Es más, en Entre Ríos tenemos datos de los conglomerados de Paraná y Concordia, y nada más.
Fuera de la estadística oficial
Un informe difundido por el Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la Universidad Católica Argentina, basado en los resultados de un relevamiento propio hecho en 5.760 hogares entre julio y octubre últimos, muestra que quienes en 2019 tenían empleo pleno (asalariados registrados y cuentapropistas con continuidad en las tareas y con aportes jubilatorios), el 74,1% lo mantuvo en 2020, mientras que el 18,6% pasó a tener un empleo precario (dependientes sin aportes y trabajadores por cuenta propia sin aportes y/o sin continuidad), otro 1,3% está ahora en un subempleo inestable (personas ocupadas en tareas temporarias de bajos ingresos y beneficiarios de planes con contraprestación), y un 6,1% sufre el desempleo. A su vez, entre quienes estaban desocupados el año pasado, el 26,5% sigue en esa situación, mientras que el 65,9% tiene una ocupación precaria o una subocupación inestable. Y solo el 7,6% se insertó en un empleo pleno.
Si se mira la foto de hoy, una vez más se observa que las cifras son indicativas de la persistencia de problemas: según el relevamiento del ODSA, del total de personas laboralmente activas el 43,6% tiene empleo pleno este año (más específicamente, en el período en el que se hizo la encuesta); el 27,4%, empleo precario; el 14,8%, subempleo inestable, y el 14,2% está en el desempleo. Los datos son peores que los de 2019, pero no son sustancialmente diferentes a los de los últimos diez años.
Una particularidad del 2020 pandémico fue la muy fuerte caída del porcentaje de la población que trabaja o busca trabajo. Las restricciones a la actividad no solo económica, sino general, hizo que muchos de quienes no pudieron hacer las tareas que venían haciendo se vieran también imposibilitados de buscar alguna otra ocupación. Eso frenó el aumento del índice de desempleo, que se define como el porcentaje de personas que buscan y no encuentran una ocupación laboral.
A las consecuencias sobre las decisiones de las familias, se suman los efectos de la incertidumbre sobre la inversión privada, en tiempos en que «la inversión pública está condicionada por las limitaciones del espacio fiscal», según analiza Christoph Ernst, director de la Oficina de Buenos Aires de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Desde 2012, el empleo asalariado registrado en empresas no crece y lo que más aumentó fue el cuentapropismo no profesional. Y analistas privados ya advierten que 2021 seguirá la tendencia a una expansión de los trabajos no registrados; y no son pocos los que relacionan esta precariedad laboral con el teletrabajo; además de constituir un desincentivo para las contrataciones de personal que haga trabajo a distancia.
Además del teletrabajo, la mayor digitalización y el creciente uso de servicios de comercio electrónico y de delivery serán, según evalúan las consultoras, las tendencias que seguirán en pie una vez superada la pandemia y que, en alguna medida, definirán por dónde se moverá el mercado de trabajo en el futuro cercano.
«Los sectores que en los próximos meses estarán más activos con búsquedas de trabajadores son los mismos que mejor resistieron la pandemia», describe por su parte Matías Ghidini, general manager de la consultora de recursos humanos homónima.
Datos del INDEC
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) reveló a mediados de diciembre (la última disponible para cotejar —N. de R.) que la desocupación en Argentina alcanzó los 11 puntos porcentuales durante el último trimestre de 2020. En lo que respecta al Gran Paraná el índice de desempleo registró una baja del 0,5% puntos respecto de igual período de 2019, al igual que en Concordia, ya que la tasa se ubicó en el 8,6%.
Según reflejó APF, los ocupados demandantes de trabajo bajaron de 26,1 en los últimos tres meses de 2019 a 18,1 en el último trimestre de 2020. La subocupación también bajó al 15,1 por ciento. Lo que debe aclararse aquí es que, como anticipa el informe nacional, menos personas salieron a buscar trabajo formal durante el pasado año, precisamente por el aislamiento social impuesto desde el Estado.
Por estas latitudes
Amén del empleo público, caracterizado por el millar de asalariados municipales, sumados a una cifra similar o mayor de docentes, salud, fuerzas de seguridad y judiciales, entre otros organismos del Estado (Podríamos sumar Copnaf, por ejemplo), el resto de los empleos privados se vio amenazado en su continuidad. Y sus empleadores afrontaron serios inconvenientes inflacionarios frente a la constante escalada de la canasta familiar.
Pudimos verificar estas variables en algunos de los rubros más característicos de nuestro medio. Un caso extraordinario dentro de este relevamiento es la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), que por estar dentro de los empleos esenciales mantuvo ese promedio de 3.500 afiliados en el Departamento Victoria.
En el caso de gastronómicos y hoteleros (englobados en UTHGRA) hablaron de “Situación muy compleja. Por decreto se cierra a las 00:00 horas, y con esos horarios, en Victoria se pierde un turno (el 1° turno es de 20 a 22/22:30; y el 2° Turno de 22:30 a 1/1:30)”.
Asimismo, el 70 % de la actividad que genera rentabilidad en el sector gastronómico es nocturna. “En épocas normales desde las 19 hasta las 2/3 de la madrugada”.
Para hacer frente a este escenario, “los más de 9 mil afiliados que tiene UTHGRA en toda la provincia, recibirían un subsidio de 18 mil pesos, que muchas empresas no lo cobran porque han dado de baja los negocios o no están al día con aportes y tributos”, mencionó Hugo Permayú desde la entidad, quien además alertó que antes de la pandemia el trabajo ‘en negro’ era del 30 por ciento promedio, y que durante 2020 y lo que se trabajó del 2021, “ese porcentual aumentó bastante”.
Así las cosas, el sector hotelero trabaja a un 40 % de la capacidad “y entre 650 y 700 personas quedaron sin su fuente laboral o lo vieron precarizada. Ha sido importante el impacto en Victoria, Paraná y la Costa del Uruguay”.
El sector gastronómico, que a priori es más dinámico, atraviesa por una instancia donde un gran número de negocios y locales se dieron de baja. “Se estima que, de los que cerraron el año pasado, entre un 15 y un 20 % no tiene posibilidades de reabrir”, amplió el entrevistado.
Estas opciones dependen en gran medida del turismo, y ese apartado también sufrió serios inconvenientes durante el pasado año. Así lo indican las altas y bajas que se solicitan ante el organismo municipal, tal es el caso de los hoteles: Manantiales – Como era Antes; y las Cabañas: Aguaribay, y Cabaña El Castillo; también Los Altos apart hotel, de los cuales en diciembre último, solicitaron nuevamente el alta: Como era antes y Los Altos.
Obviamente durante ese tiempo que estuvieron cerrados indemnizaron y despidieron personal. Se agrega por estos días, la baja que pedirá Cabaña Los Troncos, pudo saber este Semanario.
Empleados de Comercio
En general no se han producido despidos que impacten en el sector comercial, pudo ahondar este periódico ante sus referentes locales. Sí hay reacomodamientos de empleados que pasaron a trabajar en otros negocios.
Notan, además, una progresiva precarización y se ha incrementado la cantidad de negocios que tienen operarios y los inscriben como monotributistas.
“En la mayoría de los casos se acuerda en la Delegación de Trabajo y no pasa por el sindicato
Actualmente hay entre 600 y 700 empleados afiliados al Centro”, nos anticipó esta fuente; pero consideran que hay un 30 % de empleados en negro, porcentaje que bajo un escenario similar a 2020 se puede incrementar.
No escapa a la realidad de lo que ocurre con la baja de la actividad económica del país.
Delegación del Trabajo
Para abrir más el panorama de datos oficiales cerramos esta indagación preliminar con la delegada local del Trabajo, Ana Valencia, a quien consultamos respecto de las altas, bajas y suspensiones en lo que va de la pandemia. Mencionó que ante el corrimiento de los plazos por parte de la Secretaría de Trabajo para la presentación anual de la documentación laboral, no tienen información precisa del período, y añadió que no es obligatorio que las empresas registren las bajas—sí ante la AFIP.
Con este panorama, Valencia dijo que no cuentan con esos datos actualizados, pero a la brevedad nos facilitará un listado con lo que disponen en sistema y lo que cargan manualmente, cuestión que publicaremos una vez que el organismo nos lo facilite. “Somos muy pocos compañeros trabajando, hemos iniciado las guardias pasivas, y tratamos de cumplir con lo esencial: tomar las audiencias, recibir las denuncias, diligenciar las cedulas, recibir las consignaciones laborales, certificados médicos de empleados, entre otros. Pero la información solicitada hay que hacerla empresa por empresa”.
A modo de cierre
Relevar el trabajo registrado en la ciudad muestra que cada sector consultado tiene particularidades que se agudizaron con las restricciones a la circulación, o medidas más extremas, como ahora puede llegar a ser el cierre de los casinos hasta el 3 de mayo. No es simple lograr porcentajes, pero cuando tengamos datos de empresas y demás emprendimientos que sostienen la fuerza laboral, podremos avanzar algo más en detalle. A nivel provincial solamente se lleva el conteo de las dos ciudades más grandes de la Costa del Paraná y el Uruguay, y poco o nada se parecen a nuestra demografía o actividad principal, primero porque una tiene la mayor cantidad de empleados públicos por centralizar allí la mayoría de las dependencias estatales; y la otra, está dentro de las ciudades más pobres del país, lamentablemente, de allí provienen los últimos gobernadores que han administrado Entre Ríos.
La sinergia entre público y privado parece ser el gran discurso de quienes intentan motorizar el desarrollo, pero la inversión no sobra y este tiempo de pandemia trastocó la lógica de muchas ciudades que apuestan al turismo como principal ingreso y efecto multiplicador.
Y sobre el final, están ellos, los jóvenes que estudian y esperan ampliar su ingreso cuando tengan esa ventana de tiempo ocioso, tal vez antes de recibirse, ellos hoy no están considerados, más allá de algún programa municipal o provincial, son la gran incógnita de futuro.