El día que sobrevivimos al apagón
** El bache global en tres de las poderosas redes que nos tienen a casi la totalidad de los humanos enredados, ocurrido el lunes, reflotó aquel viejo chiste (en el mundo digital lo viejo no tiene más de tres años) del tipo que escribió: “Se colgó Face, Insta y Watáp. Para no aburrirme me puse a charlar con mi señora. Parece macanuda la mina”.
Más que humor es un distintivo del siglo XXI, donde los dispositivos móviles ocupan el tiempo que en mejores épocas se dedicaba a la comunicación de pareja e intrafamiliar.
** No por nada, cuando en una oportunidad le preguntaron a un CEO de Facebook qué es lo que tienen en la mira, no dudó en responder que “a la gente todavía le está sobrando tiempo”. Claramente su propósito era en ese momento captar el mayor tiempo posible de todos nosotros, y han tenido éxito en ese intento. Su negocio es mantenernos más tiempo prendidos a la pantallita adictiva. A mayor tiempo, más impactos publicitarios, que los cobran por cantidad.
** No se acaba el mundo por un apagón de algo más de 5 horas de las redes sociales y hasta podría decirse que fue un momento de desintoxicación. Bien lo señalaron algunos medios europeos y norteamericanos; el lado positivo es que durante más de 5 horas no se difundieron falsedades ni mensajes de odio. Esos dos componentes tóxicos circulan por las redes constantemente. Son muy útiles, necesarias, ya no podemos prescindir de ellas, pero el virtual es un mundo parecido al físico, donde ocurren estafas todo el tiempo, circulan medias verdades, noticias falsas, los trolls, pornografía, y es una cloaca por la que fluyen los odios del mundo. Depende de los usuarios filtrar el pus y la sangre y beber solo la leche limpia.
Éramos pocos y…
–M. …Gusto en saludarlo don Leoncio. Supongo que esta caída de Face, Instagram y ‘Guasáp’, a usted no le cambia la dinámica del día para nada, ¿no?
_L. ¿Qué es lo que pasó?
–M. Nos quedamos sin poder comunicarnos por Whatsapp casi 6 horas y ya sabe como son estas cosas, gran parte de nuestra vida laboral y social pasa por ahí, y para algunos por Facebook e Instagram.
_L. Mire, vea, para mí es como si se cayó la Bolsa de Valores en Tokio. Me da igual. Me preocupan otras caídas; cuando se me cae el poder de compra, el ánimo, la masa muscular, el pelo, o cualquier caída que me venga de un tropezón, porque me azoto cada vez más fuerte. La Violeta me dice que esos son problemas del alma.
–M ¿¡Del alma!?
_L. Si, del almanaque.
–M. Vaaamos don Leoncio, no se me achique que el tiempo no ha hecho mella en usted; todavía está para correr la maratón de primavera.
_L. Si, claro, si me dejan correrla en moto.
** –M. Honestamente, se me hace difícil pensar que alguien pueda vivir y mantenerse activo sin un celular. ¿Cómo se las arregla, don Leoncio, por ejemplo, para pedir un turno médico?
_L. ¿Y usted cómo hacía cuando no había celular?
–M. Entiendo, pero las cosas han cambiado, ¿no tiene celular?
_L. Tengo, tengo, lo que no sé es manejar todo eso que usted dice, pero hago llamadas, hasta que me quedo sin crédito y eso me pasa más o menos tres días después de cobrar la jubilación. Eso es peor a que se le caiga todo eso que usted dice ¿vió? No alcanza, me decía el Laucha que ya ni a él le alcanza.
Un falsificador frustrado
** –M. ¿Algún amigo suyo el tal Laucha?
_L. Amigo hasta cuando hace macanas. Un gaucho inteligentísimo, pero no sabe hacer negocios y es tan altanero que encima quiere darles consejos a otros. Muy hábil para la falsificación de billetes…
–M. …Espere, ¿¡sabe falsificar moneda!?
_L. Tal como lo oyó.
–M. ¿Y tiene una imprenta donde hacerlo?
_L. La única vez que se puso a imprimir billetes, unos meses atrás, consiguió la complicidad de su compadre el ‘Chancho azucarao’, que supo tener imprenta por los pagos de Sauce de Luna. Pero les fue mal.
–M. Clavado, terminaron presos.
_L. Nop. Perdieron plata y tuvieron que cerrar.
** –M. Eso sí que me interesa, porque es inexplicable. Primera vez que escucho que alguien fabrica billetes y pierde plata, salvo cuando lo hace el gobierno, que la fabrica hoy y el rebote termina saliéndole más caro a corto plazo.
_L. No tan inexplicable. El Laucha decía que para hacer negocios produciendo algo, siempre hay que producir lo que escasea, y porfiaba con eso, así que se puso a falsificar billetes de 5 pesos, que están en falta, ya no aparecen ni en las limosnas de las iglesias.
–M. ¡Menos mal que me dijo que el sujeto era inteligente! Si lo fuera, se hubiese puesto a fabricar valecitos de 5 mangos, que tendrían buena colocación en supermercados de barrio, donde el caramelo ya no funciona porque hasta un caramelo a medio chupar hay que cobrarlo más de 5 pesos.
_L. Ahí está, tenían que haberlo asociado a usted.
Con platita es otra cosa
** –M. Pensándolo bien, don Leoncio, y más allá de que estamos hablando de un delito, hoy por hoy su amigo Laucha debería ser premiado por su servicio patriótico, porque el plan nacional y popular es poner urgentemente plata en los bolsillos del gran pueblo argentino salud. Plata de hoy que pagaremos mañana y para eso recalientan las impresoras de billetes durante las 24 horas, para el operativo noviembre. Su amigo debería dedicarse a imprimir billetes de mil pesos y contribuir con esa cruzada patriótica pre electoral.
_L. Es contra la ley, usted mismo lo acaba de decir.
–M. Cualquier impresión de billetes sin respaldo alguno es una falsificación punible por ley, y nadie cree que el ministro de Economía vaya en cana por eso. Si hay ley, que sea pareja.
** –L. ¿Nos tocará algo?
_M. A unos sí, a otros no, en mi caso generalmente cuando llueve sopa me sorprende con un tenedor en mano, si va a caer plata del cielo, clavado que habrá tormenta. Pero a usted sí, como jubilado de mínima le caerán un par de refuercitos como para que le falte menos y el crédito del celu le aguante más. –L. Bueno, al fin va a caer algo que valga la pena, usted que me comentaba que se cayeron todas esas cuestiones que no conozco y que después de esta noticia ya no me parecen tan malas. Con platita es otra cosa ¿vió?