"La monumental impresión de dinero que está generando el Banco Central de Bolivia es la causa principal para la elevada inflación y la pérdida de reservas internacionales que vive actualmente el país y afecta a los hogares bolivianos".

¿Quién lo dijo? No, no fue Javier Milei. Fue Evo Morales. El mismo exmandatario boliviano que durante años lideró un modelo económico basado en la intervención estatal y la nacionalización de recursos. Sin embargo, en un giro inesperado (pero sin duda planificado), Morales ha adoptado una postura crítica hacia la emisión monetaria, señalándola como la principal causa de la inflación en Bolivia. Parece una broma leer esto sabiendo de quien proviene, pero es real.

Durante su presidencia, Morales implementó políticas económicas que priorizaban la inversión pública y el control estatal de sectores estratégicos. Estas medidas le valieron un cierto reconocimiento por reducir la pobreza y mantener la estabilidad económica (aunque las consecuencias, claro, se ven años después).

Recientemente, Morales ha criticado al gobierno de Luis Arce (actual presidente) por recurrir a la emisión monetaria para financiar el gasto público. Según Morales, en los últimos cuatro años, la emisión creció un 55%, lo que ha provocado un aumento desmedido de los precios de productos básicos como el pan, la carne y el aceite. La crítica de Morales a la emisión monetaria ha generado comparaciones con Milei, conocido en todo el mundo por su postura libertaria y su rechazo a la impresión de dinero como solución económica. Milei ha sostenido que "la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario", cuestión que ya hemos mencionado muchas veces en esta columna.

Me parece que esta coincidencia con Milei no es azarosa, donde incluso Morales ha adoptado una visión monetarista de la inflación y -principalmente- si tenemos en cuenta el uso que hizo del Banco Central de Bolivia al momento de financiar al tesoro (aunque hay que reconocer que lo hizo más bien ya avanzado su mandato y que con el gobierno actual se profundizó).

En realidad, el cambio en el discurso de Morales podría interpretarse como una estrategia política en un contexto de tensiones internas dentro del Movimiento al Socialismo (MAS) y de cara a las elecciones presidenciales de agosto de 2025, más que un verdadero convencimiento de su parte.

Milei ha tenido tal impacto en muchos países, que los políticos ahora prometen y dicen cosas que nunca hubiéramos imaginado que podrían hacer. Ahora bien, ¿realmente alguien puede pensar que esto no es más que una estrategia para hacer creer a sus electores que ahora Morales ha cambiado y ve las cosas como realmente son y reconoce sus propios errores? Más bien parece que Morales -como solemos decir- se quiere subir al “caballo del comisario”. ¿Le suena parecido a lo que ocurre en Argentina? Déjenme dudar de las intenciones de un político en campaña, ya que –según el dicho popular- el zorro pierde el pelo, pero no las mañas.