El beso ya no es lo que fue
** “El más bello instante del amor, el único que verdaderamente nos embriaga, es este preludio: el beso”, escribió alguna vez Nicanor Parra, un laureado escritor chileno llamado ‘el antipoeta’, hermano mayor de Violeta Parra y rival poético de Pablo Neruda. A la luz del tiempo presente nos preguntamos si quedó algo de aquel beso tembloroso que se daba por primera vez, y que, aunque se repitiera con otras personas en nuevas primeras veces, siempre disparaba una sinfonía distinta de sensaciones. El valor simbólico del beso en los labios era casi mítico. Erotizante. Que lo desmientan los mayores de treinta y cinco.
** No sabemos en qué año hizo Parra aquella afirmación que hemos ofrecido entre comillas, porque el hombre cumplió 103 años de edad el pasado 5 de setiembre. Nacido en 1914, la vida le dio tiempo a saber que para la Generación Z (nacidos entre 1995 y 2015), 22 años de edad o menos, el beso es algo desvalorizado que no provoca los cosquilleos que supo causar. Ya no desata un malón de hormonas atropellando por las venas, ya no es el sueño supremo de los chicos adolescentes. Una mayoría de esos jóvenes lo ve como una moneda de cambio para conseguir unos tragos en un boliche.
** Una encuesta realizada recientemente por Fundación UADE (Universidad Argentina de la Empresa) sobre la cuestión del beso, revela que para el 89% de los chicos y 86% de las chicas, el beso no significa el comienzo de una relación. En los lugares donde van para divertirse, el 68% de los chicos dice haber besado a cambio de una bebida. El 53% de las chicas también lo admite.
También revela que los gurises compiten a quién besa más chicas en una noche y ellas participan de ese juego de apariencia inofensiva.
Chau beso azucena
** Al comentar la encuesta de UADE (en realidad de su Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales), la periodista Emilia Vexler dice que no se trata de ingenuos ‘piquitos’ sino que más bien está de moda el lip lock; una suerte de bloqueo de bocas en un beso apasionado, popularizado en 2003 por Madonna y Britney Spears durante los premios MTV, en una demostración lésbica desafiante.
** Dice la investigación, que los adolescentes compiten a ver quién besa más gente en la noche. Hombres y mujeres están a la par… aclarando que un primer beso no determina que nazca una relación. “Actualmente un beso no es tan importante. La verdad es que está visto más como una cosa común en las salidas”, dice un joven de 21 años ante una compulsa periodística.
Algunos, por cultura o edad, podrán inquietarse por esto, pero tranquilos que todo lo naturalizamos con el tiempo y esta práctica del remate de besos no será la excepción. De todos modos, el beso genuino nunca morirá.
** Parece ser que el beso ya no tiene, para una mayoría de jóvenes, el valor erótico que le atribuyó Parra. Tampoco los múltiples significados –desde el primero hasta el último que se da- que le atribuyó Gabriela Mistral:
** “Hay besos que pronuncian por sí solos / la sentencia de amor condenatoria, / hay besos que se dan con la mirada / hay besos que se dan con la memoria. … Hay besos que parecen azucenas / por sublimes, ingenuos y por puros, / hay besos traicioneros y cobardes, / hay besos maldecidos y perjuros”.
Los más bien abstractos
** Aquellos besos que describe Mistral no han muerto, solo que se ha inventado uno nuevo, el que se da por diversión. Más del 75% de los milenials (Generación Z) cree que besar a extraños no es una conducta promiscua, para ellos es solo un juego o una moda.
** En otras palabras, el beso, de ser la confirmación de algo, pasó a ser hoy una moneda de cambio. Pero a no engañarnos que los besos de antaño tampoco fueron como solemos idealizarlos. Había de todo (menos canjes) y ya se sabe que los había para olvidar y otros para recordar de por vida. Hay quienes se van a dormir y en sueños siguen besando el beso que dieron horas antes. Y eso no se terminará por más que la cultura social cambie.
** Por su lado la ciencia ve allí algo más que un juego; sabe que es un contacto que estimula la secreción de oxitocina y libera endorfinas. Algo te está pasando químicamente cuando besas, a menos que se convierta en rutina promiscua, porque entonces se torna abstracto. Ya se sabe que todo lo que sobreabunda pierde su valor original.
Fuera de esto, y de toda discusión, está el choque de mejillas con pico estirado, con el que nos saludamos los argentinos. Ese es de cortesía, es social, y debería multiplicarse infinitamente. Podría decirse que es bíblico: “Saludaos los hermanos. Saludaos unos a otros con ósculo santo” (1ª Corintios 16:20)
El social y conciliador
** Tardíamente, las nuevas generaciones cumplen con el insistente clamor de un respetable dinosaurio Generación J (Jurasik), Roberto Galán, cuyo eslogan como conductor de un programa muy bizarro en televisión, repetía “hay que besarse más”. Y no puede ser malo. La promiscuidad lo es, pero no puede serlo el beso, signo conciliador en un mundo que ha perdido la fe, donde la verdad se compra en la feria a gusto y elección del cliente y decencia es un señor de saco apolillado que pasea un escarbadientes entre los labios, fuma toscanos, causa gracia y pena.
** Decencia se llama a la observación de las normas morales socialmente establecidas y las buenas costumbres, en especial en el aspecto sexual. El concepto se tornó inútil cuando esas normas se volvieron móviles, dinámicas. Como que estás jugando básquet y te corren el aro constantemente. Sucede que los transgresores ya no son la excepción, son mayoría y en bloque. Y el avance de muchos a la vez nunca es una transgresión sino que marca “tendencias” que son rápidamente imitadas por los que todavía faltan.
Los que están y los que faltan
** Está el beso de amistad que se dieron Balbín y Perón para reconciliar al pueblo, y falta el de Cristina y Macri, tan lejos, que nos conformaríamos con que acepten realizar un nuevo acto de traspaso, donde ella le entregara el bastón de mando como corresponde en todas las democracias con dirigentes civilizados.
** Desde el beso que se compra hasta el beso que se da, representan mucho más que el escupitajo de la agresión. Más que la guerra por el poder, que solo existe desde que el poder es impunidad y dinero, más allá de tantos enfrentamientos legítimos y necesarios para esclarecer ideas, más allá de las broncas necesarias para que la sociedad madure, faltan más besos; por lo que el beso representa.
** Chau, un beso (social)