Día de la Madre: Un amor que late profundo en el corazón
Este es un domingo especial, de abrazos, besos, mucho cariño y regalos. Es el día de mamá, esa mujer fuerte que con entereza y dedicación da todo y un poco más. Es el día de quien con amor, paciencia, comprensión y sobre todo con entrega acompaña a sus hijos a transitar la vida. Es el día de la mujer que han dado a luz a sus hijos y se ha ocupado de ellos, pero también de aquellas cuyo vientre no pudo llenarse de sol y cumplen ese rol de amar, las mamás de corazón. A través de ellas, las que estuvieron embarazadas de ilusión y debieron saber esperar hasta tener a sus hijos en brazos; las que llenaron un formulario después de arrodillarse pidiéndole a Dios, implorando al cielo; el homenaje a todas las mamás que ofrecen su vida entera y acuñan ensueños.
“Quiero dejar felicidad en ellos y que sean de buena madera”
Silvina es una de esas mamás, una madre del corazón por partida doble. Hace cuatro años y medio pudo lograr lo que la vida le negaba, cumplir con el deseo de poder brindar amor incondicional a un hijo. Hoy, en el Día de todas las Madres, contamos su historia de amor y felicidad.
“Después de muchos años de espera, de búsqueda, ya había desistido un poco, pero siempre digo que Dios sabe cuándo y cómo hace las cosas y la adopción de Iván y Ailén ha sido una bendición para nosotros, la pareja, y para toda la familia: la abuela, tíos, primos. Es una linda experiencia, un lindo desafío”- cuenta a Paralelo 32 mientras los chicos la acompañan, atienden lo que dice y por momentos juegan con su celular.
Ella y su esposo recorrieron un largo camino hasta lograr la familia que hoy tiene. “Tuvimos distintos procesos, primero años en los juzgados y nunca nos llamaron, y después en el Registro Unico de Adoptantes que es una cosa muy buena que ha transparentado mucho el sistema”- cuenta sobre la espera de sus hijos del corazón. “Tal vez esperamos menos que otras parejas, porque nos habíamos abierto a muchas posibilidades, más de un niño, hasta 7 años, chicos con enfermedades leves y tratables. Dentro de todo fue rápido, se dio en un lapso de 6 a 8 meses”.
“Un embarazo puede ser buscado o no –reflexiona- pero a ellos nosotros los fuimos a buscar, les generamos la situación de que nosotros seríamos familia. Nos dimos la posibilidad mutua. Siempre le digo a Ailén: nosotros queríamos hijos y ustedes querían papás, bueno acá nos tenemos y acá estamos”.
“No es fácil salir a buscar el hijo después de tantos años. Ya tenía 44 años cuando vino mi abogada y me dijo llená los papeles del Registro Único de Adoptantes, dije está loca, pero las cosas se fueron dando. Ahí estamos, en las manos de Dios; toda la familia colabora y apoya, los amigos, la iglesia y eso es importante, porque se necesita tiempo. Hasta último momento uno no se siente seguro, cada vez que vienen los psicólogos, los asistentes sociales, uno tiene temor de que algo no esté bien, y cuando Ailén tuvo que ir a declarar a los Juzgados, son momentos de mucha ansiedad”- relata sobre su maternidad.
Silvina habla de la felicidad que representan en las vidas de la familia Iván y Ailén. “Si volviera a vivir mi vida, lo volvería hacer, no lo dudaría”- afirma. Sólo pide “sabiduría para poder educarlos de la mejor forma. Quiero dejar felicidad en ellos y que sean de buena madera”.
Con mucha naturalidad, esta mamá de hijos nacidos y anhelados completamente por el corazón, opina “es una elección de vida, de formar una familia de una forma diferente. Aprendo con ellos todos los días, cometiendo errores, modificando. Pensé que estaba completa con lo que tenía y cómo vivía, pero la verdad que ellos me dieron una felicidad que no puedo explicar en palabras, fue bastante rápido, de golpe. Cuando creí que no tendría posibilidades, se abrió una puerta rápida, en una etapa más tranquila de la vida, más madura y realizada en un montón de cosas”.
Mamás de la dulce espera por hijos del corazón
Para ellas esperar un hijo es como estar embarazada, se sienten felices, ilusionadas de terminar los trámites, pasar las evaluaciones y que un día suene el teléfono y las convoquen para unir su cordón umbilical de amor para siempre al alma del niño que nació para vivir en su corazón.
Georgina y Lala están en la dulce espera de ser mamás adoptivas. “Las mamás del corazón podemos llegar a estar embarazadas, un año, dos, tres, seis hasta doce años”- dice Georgina. “Nos inscribimos en diciembre, ya nos evaluaron y ahora sí estamos en la dulce espera. Me dicen que el trámite fue rápido por la edad que pretendemos que tenga nuestro hijo, de 0 a 7 años”- cuenta tras haber superado el riguroso proceso evaluativo del RUAER.
“Todos los procesos son diferentes, todos los niños son diferentes, no sabemos qué nos puede llegar a tocar, si va a ser fácil, difícil, nos estamos preparando por distintas situaciones”- agrega.
El caso de Lala, con 13 años en pareja, es diferente. “No quedo embarazada –cuenta- pero nunca hicimos un tratamiento. Planteé a mi pareja la idea de la adopción, armar una familia de esta forma y fuimos derecho a adoptar un hijo, que fue mi sueño desde chica. Siempre decía que mi primer hijo sería adoptado” -afirma. Ahora concurren a terapia, leen, asisten a conferencias, se informan todo el tiempo, preparándose para recibir un hijo.
“Perdí embarazos, los estudios salen bien, soy muy creyente y mi teoría es, fertilización nunca aunque respeto plenamente a quienes eligen hacerlo, si Dios no me manda un hijo naturalmente es otra misión que me asigna en la vida y con mi marido decidimos adoptar”- dice Georgina, con casi diez años de matrimonio. El entusiasmo crece por lo desconocido, aunque a esta altura, mientras agregan una habitación a la casa y planifican la llegada del hijo, varón o mujer, es indistinto, aprendieron a controlar la ansiedad. “Con esto estoy aprendiendo a bajar los decibeles y que todo llega en su momento. Animo a las parejas que están buscando ser padres y les falta un empujón que se animen, nada es fácil en la vida, a algunos les cuesta más a otros menos”.
“No es que quiera una familia para mí- dice despojada de egoísmo- sino para esa criatura que está en algún lugar esperando por nosotros, esperando por su familia. Rezo siempre a la Virgen de la Dulce Espera, no sé cuánto tiempo estaremos esperando, pero le pido por esa personita que está esperándonos”. Ella cuenta la discreción con que fueron manejando la decisión de adoptar y la fundamenta: “lo hago de corazón y estoy muy feliz de esperar a ese hijo, no quiero que me miren como la pobre que no pudo concebir un hijo biológico, no lo vivo así”.
“Tenemos que justificar esto de ir derecho a una adopción – explica Lala- por eso hacemos terapia para prepararnos. En el camino no sabemos lo que vamos a encontrar, es un paso a paso”- dice con seguridad.
“Ya es como que voy a rendir un examen de la facultad. Nosotros lo enfrentamos con mucha alegría más allá que sabemos que ese niño va a producir un duelo, que traerá una historia que hay que respetar y poder construir desde ese entretejido la familia con un lindo vínculo”- añora mientras crea sus propios plazos, a varios años, para aplacar la ansiedad.
“Esto va a ser fuerte para toda la vida, el mismo instinto de una mamá biológica, pero con un tesoro súper cuidado que uno tiene que tener”- concluye sobre ese lazo mágico de felicidad que aspira lograr.