Decidió aislarse para ayudar a sus abuelos a transcurrir la covid -19
Crespo– “En estos tiempos de incertidumbre y pruebas permanentes, ellos, los adolescentes «Millennials 2020», son los que tratan de sobrellevar y reaprender cómo seguir sus vidas frente a desafíos permanentes que los hacen recalcular. Pero hoy no quiero escribir sobre los adolescentes en general, sino uno en particular, que me tiene loca de Amor… Quiero compartir mi orgullo de tía y así incentivar e invitar a otros a imitarlo y así ser mejores cada día. Este muchachito nos ha movilizado gratamente teniendo un gesto majestuoso de autoaislarse con sus abuelos (mis papás) para asistirlos y ayudarlos en tiempos de COVID positivo para ellos. Tomó la decisión de acompañarlos y así, con ese simple gesto, sellar para siempre ese vínculo maravilloso de abuelos-nieto”.
Lo entrecomillado es un texto que posteó la tía de Francisco, un joven estudiante, próximo a terminar séptimo año en la Escuela Técnica y obtener el título de Técnico en Administración de Empresas. No hace falta explicar lo que le ha tocado vivir en su último año del secundario, atravesado por el cursado virtual, sin la cercanía de sus compañeros, amigos y profesores que facilita el aula, para entender su reacción para convertirse en el protagonista de una tierna historia familiar que merece ser conocida.
Sus abuelos Luis y Miriam, jóvenes aún, contrajeron covid 19. La sorpresa llegó el 21 de octubre cuando Luis debió ser internado porque su salud se había deteriorado. Francisco es el nieto mayor y al saber que su abuela quedaría sola cursando la enfermedad, instantáneamente se ofreció a transitar esos días a su lado, acompañarla y ayudarla. Confiaba en sus fuerzas y en saber que los jóvenes tienen menos complicaciones si se contagian. “Sabía que el virus a mí no me afectaría como a ellos, si me contagiaba” – cuenta a Paralelo 32. “Además –agrega- me sentía un poco inmune al virus porque había estado con personas infectadas y no tuve ningún síntoma”.
Dejó de hacer su trabajo y decidió mudarse unos días de su casa. Este año tan particular del secundario le permitió iniciar un proyecto, mientras sigue firme su idea de estudiar ingeniería en sistemas el año próximo. “Mi abuelo volvió a la casa- relata- y los seguí acompañando, pero volvió a empeorar su salud y debió internarse nuevamente”. En esa circunstancia tuvo la compañía de su esposa ya restablecida de la enfermedad, por lo que Francisco prosiguió en aislamiento unos días más “para no contagiar a otros”- dice.
“Fueron días medio tristongos –describe sobre el aislamiento y la incertidumbre de una enfermedad que evoluciona de maneras tan diferentes- de mucho bajón, no se pasa bien, pero traté de animar y entretener a mi abuela lo más que pude”.
Esa semana y media, a pesar de las circunstancias, estuvo nuevamente tan cerca como cuando niño de esos abuelos que lo acunaron en sus primeros días de vida y le brindaron lo mejor a lo largo de los años. “Me encantó pasar un tiempo con mis abuelos que hace rato no pasaba. Como nieto fue un acercamiento muy grande” – señala. Y los recuerdos afloran. “Les tengo un amor terrible –confiesa sobre la ternura que ellos despiertan en él-. De chiquito me criaron, son jóvenes y siempre me ofrecieron todo; me guiaron por buen camino y eso es muy bueno para mí. Lo mínimo que sentí es que debía acompañarlos en esta situación”.
Con sus abuelos recuperados, hoy siente la satisfacción del deber cumplido. “Por lo que me dijeron mis abuelos están muy agradecidos que estuve con ellos y me alegro que les haya ayudado y ahora estén bien, gracias a Dios”. La combinación del amor y la predisposición fueron fundamentales para que esta historia cobre valor y se traduzca en palabras y ejemplo de lo que son capaces nuestros jóvenes. Más allá de que a Francisco lo movilizó el cariño por sus abuelos, hay mucho de altruismo en este gesto que incluyó el riesgo de contagiarse con una enfermedad de la que todos rehuimos.