Darío Wiesner nos habla de la profesión que abraza con vocación de servicio y alta cuota de humanidad
Crespo (Por Nora de Sosa).- En coincidencia con el bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale (12 de mayo de 1820), la italiana fundadora de la enfermería moderna, la Organización Mundial de la Salud proclamó 2020 como el Año Internacional del Personal de Enfermería y Partería. La decisión fue en mayo de 2019, cuando aún no se vislumbraba que una pandemia pudiera azotar al mundo y que los enfermeros estuvieran en la primera línea de la batalla.
Mientras que en el mundo se celebra el Día Internacional de la Enfermería el 12 de mayo, en nuestro país es el 21 de noviembre por el aniversario de la creación de la Federación de Asociaciones de Profesionales Católicas de Enfermería.
Para hablar de la profesión y de una pandemia que sorprendió, Paralelo 32 entrevistó a Darío Wiesner, enfermero universitario, quien tras finalizar sus estudios en Paraná obtuvo su graduación un año más tarde en Santa Fe. Lleva 26 años dedicados a la profesión y uno piensa en tantas jornadas recorriendo a paso firme y enfundado en su impecable chaquetilla blanca, mañanas, tardes, noches, días festivos, los pasillos y salas de Clínica Parque, donde desempeña su actividad desde el primer día.
“A la pandemia la veíamos lejos, mirábamos la saturación del personal de salud en la China consecuente con lo que sucedía en la población; dio la vuelta al mundo en poco tiempo, llegó al país y a nivel local” – reflexiona Darío sobre la situación. Casualmente fue uno de los infectados que tuvo el sistema de salud. “Uno hubiese pensado que tal vez nos hubiera dado un poco más de tiempo de atender primero a las personas afectadas y que en algún momento alguien del equipo pudiera contagiarse. No fue así, sino que haciendo la atención de pacientes se dieron los primeros contagios”- afirma.
Poner el corazón
– ¿Cómo surge tu vocación?, pareciera que al igual que en la docencia es una profesión más bien elegida por mujeres.
– Desde pequeño si había que ir a cuidar a uno de mis abuelos me gustaba ir para hacerle compañía en la clínica o en el hospital. Me llamaba la atención. Al crecer y hacer la secundaria, donde los números no eran mi fuerte, me di cuenta que el servicio y la atención al otro era algo innato.
Eligen más mujeres que varones la profesión y muchas veces se aducen cuestiones económicas. Se piensa que es más difícil ser sostén de familia siendo enfermero, y en el caso de las enfermeras se toma como una ayuda en el hogar. Después, como dice el común de la gente, hay que tener estómago, no cualquiera lo hace. Cuando estudié empezamos 80, muchos varones, nos recibimos 21; los demás quedaron en el camino. El filtro era cuando empezamos en el hospital, ahí quedó la primera mitad en el primer año de cursado.
Darío habla de la enfermería como “una profesión de vocación, donde pones el corazón en el cuidado del otro. Pero el concepto que tiene de la enfermería la sociedad en general es pobre –opina-. El reconocimiento llega cuando alguien pasa por una internación, porque descubre que no solamente es aplicar inyectables, tomar la presión, sino la necesidad del contacto, ahora limitado, pero estar presente, al lado, es importante para alguien que necesita recuperar su salud. Te dicen gracias por tu compañía y es la mayor gratificación que tenemos de nuestra labor”.
Tan variada es la actividad de un enfermero que “en un segundo pasamos de un nacimiento, que es algo maravilloso, a la despedida de un ser querido –dice-. El enfermero está presente en todos los momentos de la vida de cualquier persona”.
“Somos también grandes educadores –sustenta – porque permanentemente le explicamos la situación a los pacientes. Es un clásico, el médico se retira, entra el enfermero y le dicen ¿podrías explicarme tal cosa?, ¿qué dice acá?, muchas veces no entienden bien la letra y nosotros ya parecemos descifradores de jeroglíficos. Si están recién operados, convalecientes y se tienen que ir a su casa –acota- le enseñás cómo se hace una curación, cómo levantarse; qué dieta debe llevar los primeros días”.
– La calma y la sonrisa del enfermero da la pauta que está todo bien aunque no sea así.
– Nos ocurre permanentemente. Cuando alguien atraviesa un momento difícil le damos aliento. Aunque no tenga ganas de levantarse se lo levanta, se le prepara su cama, se lo invita a salir a caminar. Es hermoso eso. Pasan uno o dos días y te dicen: gracias porque me insististe, yo hubiera quedado acostado, postrado 4 o 5 días. Eso es gratificante. Después se van y pueden volver en agradecimiento verbal, porque te buscan. Y ni hablar de las madres cuando tienen sus hijos. Muchas veces papás primerizos que no saben cómo hacer tal cosa, cambiar un pañal, preparar la mamadera, cómo prenderlo al pecho. Te tomás tu tiempo, les explicás, los tranquilizás; están los que no los pueden tocar porque piensan que se les van a desarmar, la curación del cordón umbilical que parece que se lo van a cortar, y el enfermero está ahí, en ese momento tanto de alegría como de dudas.
Los reencuentros inesperados con los pacientes suelen ser una pincelada de alegría y reconocimiento. “Mirá, soy yo, te acordás aquel que vos atendiste hace tanto tiempo, te dicen. Las madres regresan por un segundo nacimiento o porque la vida hizo crecer sus hijos, te buscan y le dicen al niño, él estuvo cuando naciste. El chico te mira como diciendo éste de dónde salió y la madre sigue: él te cambió el primer pañal, te dio la primera mamadera. Hablo de chicos de 4 o 5 años, pero me ha tocado también con 20 años y pienso 20 años de ese bebé traducidos a mi vida. Uno no los recuerda más, pero ellos te siguen teniendo presente”.
– ¿Sentís que hay estigmas sobre los varones en enfermería?
– Cuando se tocan estos temas comparo con lo que es el doctor y la doctora, siempre hay más médicos que médicas. Creo que tiene que ver con la sensibilidad de la persona para hacer este tipo de carreras. El enfermero o la enfermera tienen una sensibilidad diferente hacia el otro. Y en el grupo de enfermería siempre están contentos cuando hay un hombre porque es al que necesitan para hacer fuerza, para enfrentar una situación complicada. Es para ir a poner el cuerpo. Igual, siempre me dicen bendito seas entre todas las mujeres. Pero no importa, es lo que elegí, lo que me gusta y disfruto totalmente.
Entender y ponerse en el lugar del otro
Este enfermero reclama empatía a la sociedad, en el actual contexto de la pandemia por el covid-19. “Nosotros estamos expuestos a diario, pero en estos momentos es cien veces peor en el sentido de cómo nos tenemos que vestir. No podemos ver, no podemos ir al baño cuando queremos, no podemos rascarnos la nariz cuando queremos, si estamos traspirados no nos podemos tocar los ojos porque sabemos que en cuestión de un segundo podemos contagiarnos, siendo que una persona se lleva normalmente 30 veces las manos a la cara en una hora. Tenemos dos barbijos, más máscara, más todos los demás elementos de protección”- cuenta.
“Entonces –sostiene- cuando hablamos de empatía, que significa entender y ponerse en el lugar del otro, desde salud estamos pidiendo que se cuiden con cosas simples hasta que esté la vacuna; usando tapabocas, manteniendo distancia social, no hacer reuniones masivas, el lavado permanente de las manos, el uso del alcohol en gel. Quienes no tienen esos cuidados complican al sistema de salud, no solo por la ocupación de camas, sino por la exposición que tenemos nosotros. Quien viene con la enfermedad se cura, se va y terminó su ciclo. Pero el enfermero, la enfermera, está todos los días”- remarca.
También hace alusión a la carga viral que a diario reciben de unos y otros y van soportando hasta que se presenta la enfermedad, además de la incertidumbre sobre cómo puede manifestarse una reinfección. “Por eso pedimos que se cuiden porque si lo hacen nos están cuidando a nosotros. El personal de salud tiene familia, personas de riesgo, adultos mayores, si no me cuido no cuido a ellos y el desenlace puede ser muy feo”- sostiene.
“Nos duele esa indiferencia –dice-. Si el contagio se produce por un accidente o porque ya está en la comunidad es una historia, pero si es porque te lo buscás, es otra.” Hoy es su día. El día de todos los enfermeros y enfermeras argentinas. Ellos más que nuestros aplausos necesitan nuestra empatía. No piden más que eso y lo necesitan para seguir brindándose a todos y cada uno de los que necesitemos de su servicio. Son imprescindibles y escasos. Nuestro país tiene una de las cantidades más bajas de enfermeros por habitante de América y la relación es 0,56 enfermero por cada médico, cuando debería ser al menos uno por cada uno.