Mundial de Maxibásquet
Cuatro crespenses participaron del Mundial de maxibasket en Mar del Plata
Claudia Jacob fue campeona, Santiago Schira subcampeón, Fernanda Goette y Delia Heit terminaron en séptimo lugar en sus respectivas categorías.
Crespo.- A finales de agosto y en los primeros días de septiembre se disputó el XVI campeonato Mundial de Maxibásquet, celebrado en Mar del Plata. De la máxima justa deportiva de basquetbolistas veteranos de ambos sexos, participaron cuatro deportistas oriundos de Crespo. Claudia Jacob, Delia Heit y Fernanda Goette, docentes en establecimientos educativos de Crespo y la zona. A ellas se sumó Santiago Schira, crespense que hace varias décadas emigró de la ciudad por razones laborales, pero sigue relacionado con Crespo a través de la familia.
Jacob y Goette juegan en la categoría Mayores de 55 años (M55); Goette en M45 y Schira en M50.
Jacob, integrando el equipo Argentina A fue campeona mundial de una competencia que incluyó otros 14 equipos; los equipos de Goette (Argentina B) y Heit (Argentina B) terminaron en séptimo lugar. Schira con su equipo (Argentina C) fue subcampeón, perdiendo la final ante un fuerte combinado de Brasil.
En Maxibasquet las tres mujeres juegan en la Liga AMBFO (Asociación Maxibásquet Femenino del Oeste) integrando equipos de Paraná: Goette en Quique, Heit en Talleres y Jacob en Santas. Schira está en la agrupación Yeti Gutiérrez (que recuerda a un reconocido basquetbolista argentino ya fallecido, alma mater de esa agrupación), de Santa Fe.
Maxibasquet como deporte
Las mujeres fueron seleccionadas en una serie de tres entrenamientos que se realizaron y a partir sus rendimientos, se las integraba a algún equipo argentino (A, B, C o D) o quedaban afuera de la selección. Las tres crespenses quedaron dentro de la lista que iba a representar a la Argentina en el Mundial de Mar del Plata. Yeti Gutiérrez quedó tercero en un campeonato nacional y se incorporó al Mundial como Argentina C.
El maxibásquet en Argentina es totamente amateur, los costos de equipamiento, los viajes y las estadías corren por cuenta de los clubes y los jugadores. El maxibasquet femenino está más organizado que el masculino, ya que las asociaciones regionales, como AMBFO, se nuclean en FFEMAR (Federación Femenina de Maxibasquet de Argentina). El maxibásquet como deporte se rige por las mismas normas que el básquet profesional.
Es el básquetbol de veteranos, que se divide en categorías por edades, que van subiendo de cinco en cinco años. Comienza con mayores de 30 años (M30, incluye deportistas de entre 30 y 34 años) y sigue con Mayores de 35 (M35), mayores de 40 (M40) y así, hasta las categorías más altas como M75, e incluso M80.
El Mundial de Mar del Plata
El XVI Campeonato Mundial de Maxibásquet se disputó Mar del Plata desde el viernes 25 de agosto al domingo 3 de septiembre. La ciudad albergó a 280 equipos de 35 países de todo el mundo. Fueron algo más de 5 mil personas entre jugadores y acompañantes. Se jugaron alrededor de 750 partidos en 19 escenarios diferentes, pero el principal fue el Polideportivo Islas Malvinas. Asimismo, se disputaron encuentros en polideportivos municipales barriales, estadios de clubes, canchas privadas y en los polideportivos de las ciudades de Santa Clara y Miramar. El acceso del público fue libre y gratuito y la ciudad balnearia vivió el torneo con mucho interés, siguiendo a través de los medios el certamen en cada jornada.
Experiencia única
En amena charla con Paralelo 32, Jacob, Goette y Heit coincidieron que la experiencia de jugar el mundial fue única e irrepetible y se valora más con los años. Para las tres fue la primera experiencia en un mundial. Jacob fue subcampeona el año pasado en el Panamericano, perdiendo la final con la selección brasileña. Jacob destacó que en maxibasquet cada jugador entrena según sus posibilidades físicas, pero con “entrenamientos intensos, que fueron tres en Paraná, Rosario y Corrientes”, para lograr el estado atlético.
Heit destacó que la experiencia “fue superpositiva; en lo personal y en lo deportivo, logré mucho más que lo que esperaba; sumé muchos minutos de juego”. Destacó el compañerismo que se desplegó entre las integrantes de su equipo. “Yo tenía compañeras de Chubut, Mendoza, ya nos habíamos conocido en los entrenamientos; todo súper bien”.
Goette destacó “la ansiedad de poder llegar, representar los colores argentinos, la preocupación, lo que iban transmitiendo los entrenadores, alentar al equipo en los partidos”. Dijo que eso “no lo había vivenciado en otras experiencias” deportivas. También celebró el compartir con gente que nunca había jugado. “Lo que más rescato es la parte humana que se vivió en el grupo, apoyarnos; de no compartir nunca nada entre nosotras a jugar una semana entera un montón de partidos y estar preocupados por el otro, que esté bien, que juegue”.
Jacob señaló que “en mi caso, hubo un poco más de presión por estar en el equipo A, las expectativas de todo el mundo es que salga campeón; mi responsabilidad fue entrenar mucho, para estar bien físicamente y mentalmente; era mucha responsabilidad, porque entraba a jugar en un equipo con jugadoras de gran nivel que habían sido campeonas”. Subrayó que “se sintió muy apoyada en el grupo, entraba minutos a jugar y me tranquilizaban, me sentía cómoda”. Señaló que es la primera vez que logra una medalla de nivel mundial.
Con las demás delegaciones
Las tres jugadoras destacaron la gran relación que se logró con las demás delegaciones de países participantes. Heit destacó que “terminábamos un partido y no importaba cómo fue el resultado, pero salíamos y nos sacábamos fotos todas juntas, charlábamos, no solo con las que jugábamos, nos encontrábamos con otras delegaciones y también era conversar y compartir el momento”.
Jacob comentó que los marplatenses siguieron con interés el torneo “más que nada cuando jugaban Argentina y España, donde estaba Herrmann”, que fue toda una sensación.
Jacob señaló que cuando las veían caminar por las calles vistiendo sus equipos deportivos, las paraban para saber “cuándo jugábamos, en qué cancha”. Salir a la peatonal era “encontrarse con todas las camisetas, todas las delegaciones en su tiempo libre salían a caminar y distraerse”, agregó.
Reflexiones
• “Hay muchas cosas personales que una a esta edad valora. Estar entrenado, sentirse bien, compartir, que cuando uno era joven no lo valoraba tanto. Cuando jugaba al básquet profesional, no lo disfrutaba tanto. Además, era otra época donde te frustraban mucho los entrenadores, te marcaban mucho los errores. Ahora, ha cambiado, y los entrenadores están formados diferente. Ahora se juega al máximo, pero la satisfacción es distinta” (Jacob)
• “Para mí, fue muy raro todo, vestir por primera vez la camiseta, entrar a la cancha, sentirte parte de la selección. Fue un logro y un mérito de nosotras tres, poder llegar y estar seleccionadas, porque quedaron muchas chicas afuera”. (Goette)
• “Debemos agradecer a la familia, que nos apoya y nos hace el aguante; lo mismo en el trabajo, se agradece ese acompañamiento en lo personal”. (Heit)
“Llegar al mundial no se puede describir”
“Salimos subcampeones sudamericanos en 2022, de la misma manera nos preparamos físicamente para llegar al mundial. Los que llegan a estos campeonatos han sido profesionales y no se toman así nomás el deporte. Hay que tener estado para competir”, comenzó Schira en contacto con Paralelo 32.
“Pienso que ganamos en el mundial aunque salimos subcampeones, porque llegar a esa instancia no es poco. Para llegar tuvimos que participar de un campeonato argentino en el que salimos terceros, y clasificamos al mundial. El argentino se jugó en marzo, y al clasificar al mundial le pusimos más empeño al entrenamiento porque sabíamos que iba a ser un torneo duro”, continuó.
“Llegar al mundial y participar no se puede describir, es una ‘sensación muy loca’, inesperada para todos. Hacer la fila para pasar la presentación con la bandera, es algo inexplicable, más allá de la razón. Es algo único. Después, empezamos a jugar y nos fue bien desde el principio. No fuimos para salir segundos, nos conformaba salir dentro de los mejores 16, aunque más no sea. Y terminamos jugando la final, poniendo mucha garra. Es algo innato de cada uno de mis compañeros, que son muy buenos jugadores, algunos fueron profesionales y otros jugaron localmente, pero son buenos en lo que hacen”, agregó Schira.
El crespense afincado en Sauce Viejo (Santa Fe) dijo que “la final la jugamos con un equipo brasileño con el que habíamos perdido muy mal en el Panamericano. Nos ‘mataron’ por sesenta puntos arriba. Hay gente que jugó profesionalmente hasta los 40 y hace diez que dejaron de jugar. Esta vez, haberles jugado un muy buen primer tiempo, ir a la par, era algo ilógico. En el segundo tiempo nos pasaron, pero les dimos batalla (el partido terminó 80 a 65, N. de R.). Aparte, generamos una gran amistad con esta gente, incluso preguntaron por jugadores que estuvieron en el Panamericano y al Mundial no fueron. Es lo que el Maxibasquet da: volver a estar en el deporte y hacer muchas amistades, confraternizar con otra gente, y que te recuerden”.