Cuarenta años de democracia y cuarenta y dos paros generales
La Escuela de Gobierno de la Universidad Austral realizó un informe sobre paros generales de la CGT, máxima central sindical de la Argentina, desde 1983 hasta la fecha. En total, fueron 42 paros generales. Si se distribuyen en función de cada período presidencial, se desplegaron de la siguiente manera:
• El primer presidente de la recuperación democrática, el radical Raúl Alfonsín, sufrió 13 paros generales en cinco años y medio;
• Carlos Menem en diez años de mandato afrontó 8;
• Fernando De la Rúa, en dos años tuvo 8 paros generales, en el peor período de crisis y turbulencias económicas que vivió el país en estas cuatro décadas, entre fines de 1999 y fines de 2001;
• A Eduardo Duhalde, le hicieron dos paros generales en un año y medio de gestión, cuando aún se vivían los efectos de la gran crisis post convertibilidad;
• Néstor Kirchner sufrió un solo paro general, en el período de mayor recuperación económica en estos cuarenta años, 2003 a 2007;
• En sus ocho años de mandato (2008-2015), Cristina Fernández de Kirchner enfrentó cinco paros generales;
• La misma cantidad le hicieron a Mauricio Macri, pero en cuatro años.
Por ahora, Alberto Fernández zafa sin paros generales, pero la conducción cegetista ya avisó que prepara una medida de fuerza si se siguen derrumbando los índices de recuperación salarial en el país a partir de la escalada inflacionaria que no cede. En suma, los ven derrumbarse y advierten, con inusitada tolerancia, que se haga algo para evitarlo.
Paros según el signo político
Marcelo Bermolén, director del Observatorio de Calidad Institucional y profesor de la Escuela de Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Austral, responsable del informe sobre los paros generales, realizado en 2019, destacó en una nota que publicó el portal Infobae que a los presidentes no peronistas, la CGT les hizo el primer paro, como promedio, a los 275 días de iniciada su gestión, mientras que los mandatarios de origen peronista recién sufrieron una medida de fuerza general a los 1.108 días de haber asumido.
Alberto Fernández lleva más de mil días de gobierno y, según Bermolén, si se cumple el promedio histórico de los gobiernos peronistas, estaría cerca de que el sindicalismo le dedique su primera huelga general. Pero, los paros no se pueden analizar con el metro de los apostadores. Ocurre que las periódicas crisis sociales empujaron a las dirigencias gremiales a disputar en la calle con las consecuencias de diferentes políticas oficiales.
Los paros generales arreciaron más en tiempos de crisis económica agudizada, como fueron los años 1987 a 1991, con el final de la presidencia de Alfonsín y los dos primeros años de Carlos Menem, marcados por la hiperinflación. También fueron numerosos en la etapa de derrumbe de la convertibilidad, entre 1998 y 2002.
Menor poder sindical
A lo largo de todo este tiempo, otro fenómeno hizo su presencia: la esmerilación del poder sindical. El sindicalismo argentino se dividió en varias oportunidades, primero entre CGT y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA); luego, cada una de estas fuerzas confederales se subdividió. Llegando a convivir dos o tres sectores de CGT y dos de CTA.
La división mostró la debilidad de un sindicalismo que se fue debilitando con el paso del tiempo, debido a la caída del trabajo formal y el aumento del desempleo que dieron origen al nuevo ‘sindicalismo de los desempleados y marginados’: los movimientos territoriales o ‘piqueteros’, consolidados como actores políticos y sociales desde la crisis de comienzo del nuevo milenio. Solo en el comienzo de abril, hubo más de 130 piquetes ante el anuncio de recorte de planes sociales; en todo 2022, al presidente Fernández le hicieron más de 3 mil piquetes en diferentes lugares del país, concentrando la mayor conflictividad en el conurbano bonaerense.
Otra razón del debilitamiento fue la caída del salario real ante políticas de ajuste que se fueron aplicando sobre las mayorías trabajadoras. Los gobiernos, sean peronistas o no, descubrieron con el tiempo que los paros generales se volvieron poco efectivos para torcer el rumbo de sus políticas socio económicas. Distintos presidentes ya se dieron cuenta que pueden afrontar paros generales y desoírlos sin que se altere la gobernabilidad, destaca el informe. Otro detalle no menor es que, al observar el poder dentro del sindicalismo, los gremios más poderosos fueron cambiando a medida que la matriz productiva nacional fue reconfigurándose. Al comienzo de la democracia, mantenían poder de convocatoria los gremios industriales, como petroleros, mecánicos, metalúrgicos y ferroviarios. En la actualidad, los gremios de servicios y de transporte llevan la rienda de los conflictos como camioneros, trabajadores de peajes y subtes, bancarios, docentes y Salud Pública.