Cuando la necesidad apura
Más allá del error ortográfico, y que valoramos que haya tenido en cuenta ponerle balizas a este vehículo, vemos muchos de estos gauchos, y paisanas, gurí o chique, que están ofreciendo este servicio a valores de entre 500 y 1.000 pesos, aproximadamente, dependiendo la extensión y altura del pasto.
Hay otros que llegan a pie y golpean las manos haciendo funcionar el ‘timbre’ perruno. Son éstos los que llegan vestidos para la ocasión, con la motoguadaña entre pecho y espalda, rastrillo y bolsa de residuos a medio estrangular… para “darle una repasada a la vereda”, y “Si anda ‘cortada’, deme lo que pueda, para la nafta”. Con todas las limitaciones, y notándose que muchos son pibes de menos de veinte años, no hay pudores cuando de ganarse el día con esfuerzo se trata.
Lo mismo ocurre con los trapitos que ofrecen lavar el auto del vecino y/o turista que se estaciona en alguna plaza, rebusque típico de las grandes ciudades, ya se puede notar en Plaza San Martín, con la diferencia que acá nos conocemos todos.
Si hay otro rubro que gana espacio en esto de vendedores ambulantes locales (antes los recibíamos de Rosario, ahora tenemos los propios), son los que se apostan a los ingresos de supermercados como el de calle Abásolo, y que ofrecen combos de pares de media, pañuelos, bufandas, etc. Sin dudas es la changa de comprar al por mayor y vender donde salga, y le hace pito catalán a la poco renovada Saladita.
No queremos cerrar nuestra extendida descripción sin mencionar dos iniciativas más: los peques vendedores de cítricos (limón, naranja), choclo o de palta verde, recién ‘sacada’, que desfilan por los barrios con la promo ‘Todo por 100’. Ellos vienen antes o después de los que trasladan productos de limpieza ‘sueltos’, cuyos emprendedores trasladan en carros similares al de la imagen, pero sin la moto. Usan barbijo, dan cambio, y visitan los lugares que suelen darles cabida para preguntar: “¿No va a necesitar nada Doña?”. Así estamos, lejos del pleno empleo, lo que hay es pleno rebusque, salir a poner el pecho a la realidad.