Una analogía digna del Día del Padre
Ariel Vivas: la música, la docencia y un camino sembrado en la ruralidad

Dicen que la docencia, en contextos como el rural, tiende a generar vínculos tan fuertes como los de un padre y un hijo. Aprovechamos esa premisa para hablar con alguien que sabe por experiencia que esa proclama es tan real como significativa.
— Después de 32 años dedicados a la educación, Ariel Vivas firmó su jubilación. Lo hizo con la tranquilidad de quien sabe que dio lo mejor de sí mismo y recibió el respeto de varias generaciones. Desde su ingreso como idóneo en una escuela rural hasta su retiro, Vivas construyó un lazo con la comunidad que trasciende las aulas.
“Toda mi trayectoria fue en Juvenilia. No sé si hay muchos colegas que puedan decir que hicieron toda su carrera en una sola escuela", afirma sobre la institución Nº 28 de Puerto Esquina. Esa continuidad le permitió conocer profundamente a la comunidad: “Tengo alumnos que fueron abuelos, luego sus hijos y después sus nietos también pasaron por mis clases”.
Ariel llegó a la docencia desde el folclore. Profesor de baile, entró a enseñar cuando todavía no existía el profesorado de música. “Arranqué como idóneo. No había formación específica ni profesores disponibles. Empezamos a ingresar quienes teníamos formación en academias de música o danza. En mi caso, venía de la danza folclórica”. Con el tiempo, hizo la Tecnicatura en Danzas Nativas Argentinas en la Escuela de Música Constancio Carmiño de Paraná (muy similar a lo que es FAPIC en la de Victoria actualmente), donde también recibió formación musical.